5 de febrero 2025
Dólar El Observador | Auspicio BROU Cotizaciones
Compra 42,30 Venta 44,70
5 de febrero 2025 - 5:00hs

Uno de los mayores gestos revolucionarios en la historia de la música fue llevar una guitarra eléctrica a un festival de folk y aguantar el temporal de críticas que despertó. El responsable fue Bob Dylan en el pico de su fama como cantautor de protesta, cuando había logrado dejar en claro que los tiempos habían cambiado y la ola contestataria encontraba, con él, su propia contestación intestina. Para los viejos popes del género, lo de Dylan en el festival de folk de Newport en 1965 fue una herejía. Para la música, una cachetada brutal de renovación. Tiene sentido entonces que la última biopic que llegó al cine sobre el músico de Minnesota haya elegido ese momento como clímax. Ese concierto que desborda al final de Un completo desconocido, ese instante en el que Dylan mira a su banda y suenan los primeros teclados de Like a rolling stone, es historia pura y un mojón de cultura popular occidental. También, la cumbre de una película que podía hacer todo mal, y supo hacer todo bien.

Nominada a ocho premios Oscar, entre ellos el de Mejor película, actor, actriz de reparto, dirección y guion adaptado —poco probable que se lleve alguno, pero qué importa, la verdad—, Un completo desconocido se estrenó el pasado jueves en salas uruguayas y de entrada entierra las suspicacias que surgieron en torno al proyecto cuando se liberaron los primeros adelantos. La primera de ellas involucra a su protagonista: parecía que Timothée Chalamet era una decisión cuestionable a la hora de interpretar a Dylan, pero el resultado silencia a los incrédulos. Con un trabajo vocal impecable y una transformación absoluta, Chalamet encuentra su propio Dylan en el camino y lo construye de cabo a rabo.

a-complete-unknown-mobile-hero.jpg

Por otro lado, James Mangold recupera su buena estrella. De formas más bien clásicas y siempre solventes, el director de 61 años venía de un gran fracaso comercial y artístico, Indiana Jones 5, en donde todo dejaba mucho que desear. Por suerte, fue un desliz: Un completo desconocido se coloca en la senda de sus mejores películas —es obvio: las conexiones con Johnny y June: pasión y locura, su versión de la relación entre Johnny Cash y June Carter, son más que evidentes, al margen de la sensación de “universo compartido”— y acierta en las decisiones que elevan todo el combo. A Mangold, Dylan no le queda grande en absoluto.

Más noticias

Además del casting de Chalamet, el director de Ford vs Ferrari hizo bien en elegir un período acotado y clave en la vida de Dylan, alguien que tuvo tantas versiones y formatos que se resiste a cualquier tipo de relato extensivo y generalista —modalidad reservada, por otro lado, a las peores biopics—. De esta forma, Un completo desconocido pone el foco en los años neoyorquinos en los que Dylan pasó de ser una de las voces más representativas e incipientes del folk estadounidense, a una de las figuras "eléctricas" de su época. El libro en el que se basa la película se titula, de hecho, Going electric.

Embed - A COMPLETE UNKNOWN | Official Trailer | Searchlight Pictures

Es así que lo primero que vemos es a un Dylan que llega con la guitarra al hombro a una Nueva York oscura y salpicada por la Guerra Fría y el “fantasma” del comunismo en busca de su inspirador: el cantante folk Woody Guthrie, que está internado y terminal en un hospital. Allí conocerá a otro músico, el guardián del folk Pete Seeger (Edward Norton), que de a poco lo meterá en la escena musical de la ciudad, y a otros nombres claves de la música, como al propio Jonnhy Cash. Las formas de Dylan enseguida rompen los ojos: no tiene una voz majestuosa, más bien incómoda, pero sus letras son poderosas y, sobre todo, nuevas. En su armónica hay vientos nuevos. En sus versos, las cosas empiezan a cambiar.

En el camino pronto se cruzan dos polos que, en la película, funcionan como contrapeso de ese momento en la vida privada y pública del músico: la ya consagrada Joan Baez (Mónica Barbaro), que funciona como su conexión directa al primer escaparate de la música popular y le da un puesto a su lado, y Sylvie Russo (Elle Fanning), una artista visual que se convierte en su pareja y atará los cabos del pasado misterioso de Dylan, o mejor dicho: de Robert Zimmerman. ¿Quién es este desconocido, a fin de cuentas? ¿Y por qué quiere seguir en las sombras?

4-2-2025 18-17-50.jpg

La importancia de ellas dos en lo que Dylan fue por esos tiempos queda de manifiesto y excede al triángulo amoroso que pronto se abre en pantalla. Sylvie Russo es un trasunto de Suze Rotolo, pareja del artista en esa época y quien lo acompaña en la icónica portada de The Freewheelin’. Baez, por su parte, además de ser una de las voces más legendarias de la música estadounidense, fue un factor crucial para la explosión popular de Dylan. Sus colaboraciones los elevaron en conjunto y su tormentosa relación amorosa terminó inmortalizada en una de las composiciones más bellas de la década de 1970: Diamonds And Rust.

Tanto Fanning como Barbaro se ganan al público en sus papeles, pero es la segunda la que —quizás por ser la actriz con menos “cartel” del elenco— se revela como una estrella en potencia. La actriz de ascendencia italiana hace la película suya y sus apariciones brillan. Y eso descontando las veces que canta: si Chalamet sorprende con lo parecido que suena a Dylan—en canciones como Subterranean Homesick Blues o A Hard Rain's A-gonna Fall suena realmente igual—, Barbaro es Joan Baez. Además, la química entre ellos es inobjetable, y para muestra basta la escena en la que ambos, en Newport, interpretan It Ain’t Me, Babe.

Embed - A COMPLETE UNKNOWN | "It Ain't Me, Babe" Official Clip | Searchlight Pictures

También quedan en la retina el perfil de Dylan recortado en los neones del Hotel Chelsea, la forma en la que Mangold logra cerrar todos los cabos de manera circular, esa escena en la que, con los augurios ominosos de Masters of war, la crisis de los misiles en Cuba proyecta una larga noche de desesperanza.

Hoy es difícil detectar en el cine comercial y masivo golpes de efecto tan grandes como el que dio el Dylan eléctrico en 1965, pero acaso en épocas donde las biopics musicales de alto perfil son en su mayoría mediocres, y donde se celebra y premian adefesios como Elvis o Bohemian Rhapsody, que exista una película como Un completo desconocido, que juega con solvencia, cariño por los personajes y aciertos en todos sus rubros, es un gesto raro y bienvenido.

Temas:

Bob Dylan Premios Oscar Oscar 2025

Seguí leyendo

Te Puede Interesar

Más noticias de Argentina

Más noticias de España

Más noticias de Estados Unidos