“El Gobierno de Colombia ha aceptado todos los términos del presidente Trump, incluida la aceptación irrestricta de todos los extranjeros ilegales de Colombia regresados de los Estados Unidos, incluso en aviones militares estadounidenses, sin limitación ni demora” dijo la Casa Blanca en un comunicado.
Atrás quedaba la afirmación de Petro de que los Estados Unidos “no pueden tratar como delincuentes a los migrantes colombianos". "Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio. Estados Unidos debe establecer un protocolo de tratamiento digno a los migrantes antes que los recibamos”, escribó el mandatario en X.
En declaraciones a El Tiempo, el embajador de Colombia en Washington, Daniel García, trató de enfocarse en lo logrado más que en el repliegue de Petro: “No creo que se trate de cedió uno o cedió el otro, los dos lados encontramos los puntos comunes para continuar la relación. Celebramos que el presidente Trump decidió retirar esa amenaza y los aranceles que hubieran sido terribles para los colombianos”.
“Estados Unidos ha creado el ambiente propicio para que exista esa unidad latinoamericana que siempre ha sido esquiva y que desde los 2000 se ha resquebrajado por bloques ideológicos”. “Estados Unidos ha creado el ambiente propicio para que exista esa unidad latinoamericana que siempre ha sido esquiva y que desde los 2000 se ha resquebrajado por bloques ideológicos”.
Trump da una muestra de poder a América Latina
Manuel Camilo González, profesor de Relaciones Exteriores de la Universidad Javeriana, explica a El Observador USA que “por este incidente Colombia quedó como un ejemplo de escarmiento, es decir, el país que no coopere va a tener este tipo de retaliaciones”.
"Washington está convencido de que obviamente tiene los recursos, la ventaja en términos del sistema internacional para obligar a que se cumplan sus peticiones. Hay un desbalance de poder tremendo y viene con la visión de que ante todo están los intereses de Estados Unidos", agrega.
La consecuencia, resalta el especialista, es una perspectiva en la que “Estados Unidos no va a buscar aliados, sino que al fortalecerse va a hacer que el resto de los países quieran ser sus aliados y tienen que ganarse el favor de Washington para mantener la relación”.
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Mauricio Claver-Carone, elegido por Trump como enviado especial para América Latina, debutó en el gobierno ganando una pulseada áspera.
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Un frente amplio para negociar con Washington
En un esfuerzo por equilibrar el desbalance de poder con Estados Unidos, países latinoamericanos están dando los primeros pasos hacia la adopción de una posición común en temas clave como la migración.
El pasado 17 de enero, los cancilleres de México, Brasil, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Venezuela y Belice hicieron una declaración conjunta en la que, si bien no nombraron a Estados Unidos, afirmaron que “son motivo de grave preocupación los anuncios de deportación masiva”.
Además, la declaración sugirió reactivar las "reuniones sobre migración de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), con miras a tener un espacio amplio de discusión de propuestas de los diferentes organismos y mecanismos internacionales que atienden el tema de la migración".
En medio de la crisis con Estados Unidos, Petro llamó a una asamblea extraordinaria de presidentes latinoamericanos de la Celac “para examinar los problemas de la migración y la nueva configuración del mercado de drogas en América. Si no nos quieren en el norte, el sur debe unirse”.
Manuel Camilo González estima qu,e con sus acciones, “Estados Unidos ha creado el ambiente propicio para que exista esa unidad latinoamericana que siempre ha sido esquiva y que desde los 2000 se ha resquebrajado por bloques ideológicos”.
No obstante, recuerda que en la región hay países con posturas cercanas a Estados Unidos, como Argentina, Ecuador y Paraguay, a lo que se añade que “en las organizaciones multilaterales es muy difícil lograr la unidad porque los países van a ver más por sus intereses que por un interés común”.
Explica que muy probablemente habrá países que no se unan a una eventual declaración de la Celac, con lo que solo habrá algo simbólico “que en la práctica no tiene la efectividad para hacer que la posición latinoamericana tenga la suficiente fuerza para modificar la conducta de Washington”.
El bloque de México, Colombia y Brasil
Los presidentes de México, Brasil y Colombia, que comparten una orientación política de izquierda, han estado en comunicación y no es descartable que traten de avanzar en una especie de “grupo de los tres”, con una postura unificada frente a Washington en temas como la migración, la relación económica y el narcotráfico.
A mediados de diciembre, Petro se reunió con su homóloga de México, Claudia Sheinbaum, y uno de los puntos a tratar fue “la unidad entre los Gobiernos progresistas”.
Ante la crisis entre Colombia y Estados Unidos la presidenta mexicana afirmó que los aranceles “no son buenos” para los países y añadió: "Debe prevalecer el diálogo, el respeto, que es lo que nosotros hemos buscado en la relación con Estados Unidos; el diálogo, el respeto siempre son nuestros principios de defensa de nuestra soberanía, de defensa de las y los mexicanos en el exterior”.
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Petro se reunió con Sheinbaum a mediados de diciembre
AFP
El jueves pasado, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, conversó telefónicamente con Sheinbaum.
“Reafirmamos el propósito de cultivar relaciones productivas con todos los países de las Américas, incluida la nueva administración de los Estados Unidos, con el fin de mantener la paz, fortalecer la democracia y promover el desarrollo en la región”, dijo el mandatario brasileño.
Manuel Camilo González considera que la afinidad ideológica entre los tres jefes de Estado es importante para lograr una posición común, pero destaca que hay elementos que influyen, como los problemas internos de cada país.
“En Colombia va a haber elecciones en dos años y en Brasil en tres y es probable que haya relevo”, apunta, y señala que no es descartable que el pequeño grupo se resquebraje. “El gobierno mexicano, por ejemplo, podría desertar si hay mucha presión por parte de Estados Unidos y dejaría a Brasil y Colombia en una posición muy incómoda”, asegura.
La dependencia de México en el comercio es mayor a la de Colombia, el 83% del ingreso por exportaciones obedece a las ventas a Estados Unidos y la proporción de las importaciones es de 40%.
La primera semana de Trump en la Casa Blanca estuvo llena de decretos destinados a aumentar la presión sobre México y todas las áreas críticas de la relación bilateral. Trump abordó la crisis migratoria y anunció un nuevo enfoque en la lucha contra el crimen organizado, dando el primer paso para designar a los carteles como organizaciones terroristas, aunque dejó en suspenso sus ataques en el ámbito comercial.
A diferencia de Petro, Sheinbaum pidió calma, estableció límites y evitó la confrontación para avanzar en las negociaciones con Washington, convencida de que es la mejor estrategia para enfrentar los desafíos de los próximos cuatro años.