Con el apoyo militar
Los hechos políticos más significativos, normalmente, dan la bienvenida a un comienzo, pero la permanencia de Nicolás Maduro no lo será. Al contrario, otro sexenio significará que estará en el Palacio de Miraflores por 18 años.
Todo indica que será investido e intentará culminar el período caminando sobre la represión, el apoyo de las Fuerzas Armadas y la simulación: mientras crece el autoritarismo, les ha planteado a los venezolanos una reforma constitucional para “profundizar” la democracia.
En un reporte enviado a sus clientes, Barclays Capital indica que si bien no hay señales de que Maduro esté dispuesto a ceder el poder, su posición es más vulnerable por la falta de legitimidad tras perder el apoyo de la base popular del chavismo, como quedó evidenciado en las elecciones de julio. Además, enfrenta acusaciones de fraude electoral.
“En estas condiciones, la preservación del statu quo exige el uso intensivo de la represión”, señala Barclays, y el régimen no ha dudado. Las protestas, que brotaron tan pronto Maduro fue declarado vencedor en las elecciones, fueron sofocadas por los cuerpos policiales y la Guardia Nacional con la detención de miles de opositores y violaciones de los derechos humanos, como denunció la Misión Internacional Independiente de la ONU.
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Las protestas post electorales fueron sofocadas por los cuerpos policiales y la Guardia Nacional
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Tras la ola represiva, el miedo se ha extendido. Miembros de partidos de oposición o de organizaciones no gubernamentales borran los chats de WhatsApp antes de salir a la calle por temor a que los cuerpos policiales revisen sus teléfonos.
El politólogo Gonzalo González considera que “lo previsible es que Maduro se juramente. Si fue capaz de consumar el fraude, es difícil pensar que no pueda hacer el acto de toma de posesión. Cuenta con la fuerza política fáctica para hacerlo: el apoyo de las Fuerzas Armadas y los cuerpos de seguridad del Estado”.
El general Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa, afirmó el 21 de diciembre que “la Fuerza Armada Nacional es garante de los decretos de la soberanía popular". "El próximo 10 de enero acompañaremos a nuestro comandante en jefe Nicolás Maduro”, aseguró.
El análisis How Autocracies Fall de las politólogas Andrea Kendall, de la Universidad de Princeton, y Erica Frantz, de la Universidad de Michigan, indica que alrededor de dos tercios de los 473 líderes autoritarios que perdieron el poder entre 1950-2012 lo hicieron por golpes de Estado o la acción concertada de miembros del gobierno.
Hasta ahora, Maduro ha evadido este escenario gracias al apoyo de la inteligencia cubana, la fragmentación del poder dentro las Fuerzas Armadas para dificultar la toma de decisiones y el nombramiento de oficiales de alto rango al frente de ministerios y empresas del Estado.
Al mismo tiempo, alejó del poder a la mayoría de quienes gobernaron con Hugo Chávez y construyó un círculo cercano que le ha demostrado fidelidad.
El escudo represivo ha sido complementado con leyes como la Ley Orgánica Libertador Simón Bolívar, que contempla hasta 30 años de cárcel para quienes “promuevan, invoquen o respalden” las sanciones aplicadas por países que no reconocen como legítimo a Maduro.
Cambio político
Si bien es poco probable que la oposición desate un movimiento que conduzca al cambio en el corto plazo, las elecciones de julio han abierto una grieta en el muro. Barclays destaca que la incapacidad de Maduro para obtener legitimidad y reconocimiento internacional, junto a la oferta de garantías, podrían generar deserciones en las filas del gobierno.
El politólogo González explica que “la estabilidad del gobierno depende de la cohesión de las Fuerzas Armadas y esa cohesión podría verse comprometida ante la pérdida del apoyo de la mayoría y la falta de legitimidad”.
“A lo anterior se añade la poca capacidad para mejorar la calidad de vida de la población. Son problemas serios para consolidarse, es como estar montado sobre un tigre”, agrega.
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Edmundo González junto a María Corina Machado
Yuri CORTEZ / AFP
Edmundo González ha hablado de retornar a Venezuela a fin de asumir la presidencia el 10 de enero, mientras que el ministro del interior de Venezuela, Diosdado Cabello, ha asegurado que será detenido si pone un pie en el país.
La permanencia de María Corina Machado en Venezuela y un posible regreso de González son problemáticos para Maduro. Barclays interpreta que no han sido apresados por temor a que se intensifique la reacción internacional.
Añade que “González y Machado podrían ser vistos como mártires, lo que podría desencadenar una movilización popular”.
Otro elemento a evaluar, explica el análisis de Barclays, es que países aliados del régimen como Rusia e Irán lucen menos comprometidos para prestar el apoyo de antaño, como lo demuestra la caída de Bashar al Assad en Siria. A esto se suma que, más allá de las declaraciones de apoyo político, China mantiene cerrado el grifo del financiamiento.
Beningno Alarcón, presidente del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, afirmó recientemente en un foro que la posibilidad de una transición depende de la sincronización de cuatro factores: reducción de los costos de un cambio de gobierno para los actores clave, presión ciudadana, presión internacional y el retorno de las Fuerzas Armadas a la neutralidad.
De no darse esta confluencia, el escenario de autocratización e incertidumbre continua tendrá mayor probabilidad, afirmó.
Las sanciones
Estados Unidos, al igual que una larga lista de países, considera fraudulenta la reelección de Nicolás Maduro. Las elecciones turbias no son nuevas. En 2018, Maduro logró la reelección por primera vez mediante unos comicios cuestionados y Washington impuso sanciones limitando las inversiones en petróleo y obligando a vender barriles en el mercado negro.
En noviembre de 2022 la administración de Joe Biden ablandó las sanciones y permitió a Chevron producir y exportar petróleo desde Venezuela mediante una licencia especial. En mayo de este año, emitió licencias similares a Repsol, ENI y Maurel & Prom.
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Gracias a Chevron, principalmente, la producción creció desde un promedio de 684.000 barriles diarios a 876.000 barriles diarios en noviembre de este año; pero Donald Trump, quien iniciará su nuevo período el 20 de enero de 2025, podría eliminar las licencias.
De eliminarlas, consultoras como Ecoanalítica proyectan que la producción caería en 25%, algo que golpearía la caja del gobierno: los barriles provenientes de las operaciones con licencias se venden a precios de mercado y el resto con descuento, a través de intermediarios.
El endurecimiento de las sanciones obligaría al gobierno a aumentar la emisión de dinero para financiar el gasto, algo que avivaría la presión inflacionaria y además lo dejaría con menos dólares para sostener la moneda. Una mezcla que golpearía a una economía que tras reducirse a la cuarta parte permanece a ras de piso.
“Es poco probable que las sanciones sean suficientes por sí solas, pero podrían contribuir a aumentar el coste de mantener el statu quo, abriendo potencialmente un espacio para una movilización popular que podría poner en tela de juicio la cohesión del régimen”, afirma Barclays.
Si Estados Unidos mantiene las licencias y no aplica nuevas sanciones, el escenario sería el de una economía con un techo muy bajo, porque el gobierno de Maduro seguiría sin acceso al financiamiento y la ayuda de organismos multilaterales.