"Durante años luché para corregir el certificado de defunción de mi padre, pero aún no lo he enterrado": las historias que inspiraron un filme que ganó el Oscar
Tessa Moura Lacerda batalló durante años para conseguir que el Estado brasileño reconociera oficialmente su responsabilidad en la muerte de su padre, quien falleció a manos de los militares durante la última dictadura.
3 de marzo 2025 - 12:28hs
Tessa Moura Lacerda es profesora de Filosofía en la Universidad de São Paulo Cortesía Tessa Moura Lacerda
Una de las únicas fotografías que Tessa Moura Lacerda tiene de su padre fue tomada un año antes de su desaparición. Cortesía Tessa Moura Lacerda
El día que Tessa Moura Lacerda y su madre recibieron el certificado de defunción de su padre corregido. Cortesía Tessa Moura Lacerda
Tessa Moura Lacerda les ha enseñado a sus hijos sobre el legado de su abuelo. Cortesía Tessa Moura Lacerda
Walter Salles, director de "Aún estoy aquí", recibió el Oscar a la mejor película internacional, cuyo tema ha reavivado el debate sobre las secuelas de la persecución que sufrió Brasil durante la última dictadura militar. Getty Images
Durante la última dictadura militar que gobernó Brasil de 1964 a 1985, más de 400 personas fueron detenidas y desaparecidas, según cifras oficiales. Getty Images
La estudiante Helenira Resende fue detenida y desaparecida por formar parte de un grupo guerrillero que se oponía al régimen militar. Cortesía Marta Costta
El expresidente Jair Bolsonaro ha minimizado los abusos y violaciones a los derechos humanos ocurridos durante la dictadura. Getty Images
BBC
"¿Realmente lo hemos logrado?". La pregunta se la hizo Tessa Moura Lacerda a su madre, incrédula, mientras estaban de pie frente a una oficina gubernamental en una lluviosa mañana de agosto de 2019.
En sus manos tenían un documento por el que lucharon durante años: el certificado de defunción de su padre, que ahora indica correctamente la causa de su muerte.
"Muerte violenta y no natural causada por el Estado a una persona desaparecida [...] en el régimen dictatorial instaurado en 1964", se lee en el documento.
El padre de Tessa, Gildo Macedo Lacerda, murió bajo tortura en 1973 con solo 24 años, durante los años más brutales de la dictadura militar de Brasil.
En más de dos décadas, al menos 434 personas fueron asesinadas o desaparecieron, y miles más fueron detenidas y torturadas, según la Comisión de la Verdad.
Haciendo memoria
Gildo y Mariluce, la madre de Tessa que estaba embarazada de ella en ese momento, fueron arrestados el 22 de octubre de 1973 en Salvador, Bahía, donde vivían con miedo a ser perseguidos.
Formaban parte de un grupo de izquierda que exigía democracia y buscaba derrocar el régimen militar.
Una de las únicas fotografías que Tessa Moura Lacerda tiene de su padre fue tomada un año antes de su desaparición.
La dictadura perseguía a los políticos de la oposición, a los líderes sindicales, a los estudiantes, a los periodistas y a casi cualquiera que expresara su disidencia.
Mariluce fue liberada después de ser interrogada y torturada, pero Gildo desapareció.
Se cree que murió seis días después de su arresto, en una instalación militar en el cercano estado de Pernambuco.
Exdetenidos dijeron a la Comisión de la Verdad que vieron a Gildo en la prisión, cuando lo llevaban a una sala de interrogatorio desde donde podían escuchar gritos que los mantenían despiertos por la noche.
La comisión también encontró documentos que citaban su arresto.
Pero los periódicos de la época informaron que le habían disparado en la calle tras un desacuerdo con otro miembro de su grupo político.
El gobierno solía colocar historias falsas en periódicos leídos por grandes audiencias en Brasil y en el extranjero.
El certificado de defunción original de Gildo, emitido después de que una ley de 1995 permitiera a las familias solicitar el documento para los desaparecidos, dejó en blanco la causa de su muerte.
Sus restos, que se cree que están en una fosa común con los de otros disidentes políticos, nunca fueron identificados.
"Es como si pudiera recordar su miedo"
Tessa, que nunca llegó a conocer a Gildo, aseguró que la muerte de su padre había sido una presencia constante en su vida.
Al crecer, su madre le contó cada vez más sobre él hasta que tuvo la edad suficiente para conocer los brutales detalles de cómo murió.
Pero la falta de un reconocimiento oficial y el hecho de que la familia nunca llegó a enterrarlo tuvieron un profundo impacto en ella.
El día que Tessa Moura Lacerda y su madre recibieron el certificado de defunción de su padre corregido.
"Su ausencia, la ausencia de su cuerpo, generó una serie de preguntas", indicó Tessa a BBC News.
"Cuando era niña, pensaba que tal vez no había muerto. Tenía esta fantasía de que había logrado escapar, de la que no estoy segura de que mi madre siquiera estuviera al tanto", agregó.
Ahora, como adulta, admitió que todavía siente que hay algo "roto" dentro de ella.
Durante años, experimentó pesadillas, no podía dormir en la oscuridad y, cuando se convirtió en madre, luchó contra el pánico de que algo le sucediera a sus hijos.
"Es como si tuviera un recuerdo corporal de este miedo", dijo.
"La gente puede encontrarlo extraño, como algo sobrenatural, pero no lo es", agregó.
"Es un trauma. Nací con eso", remató.
Tessa Moura Lacerda les ha enseñado a sus hijos sobre el legado de su abuelo.
Hasta los 18 años, el certificado de nacimiento de Tessa no mencionaba a Gildo como su padre, y la familia tuvo que pasar por una larga batalla legal para demostrar que lo era.
Esto hizo que la corrección del certificado de defunción de su padre fuera un esfuerzo aún más importante.
"Es parte de mi deber", dijo.
"No es solo por la memoria de mi padre, sino en nombre de todos los demás que desaparecieron, fueron asesinados o torturados durante la dictadura", razonó.
En diciembre, Brasil anunció que rectificaría los certificados de todas las víctimas reconocidas como admisión del papel del Estado en sus muertes.
Hasta ahora, solo unas pocas familias como la de Tessa habían podido trabajar con una comisión especial, que fue disuelta en 2022 por el entonces presidente Jair Bolsonaro, y reinstalada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2024, para que sus certificados fueran revisados.
"Es un ajuste de cuentas legítimo con el pasado", afirmó el presidente del Tribunal Supremo Federal, Luís Roberto Barroso.
Walter Salles, director de "Aún estoy aquí", recibió el Oscar a la mejor película internacional, cuyo tema ha reavivado el debate sobre las secuelas de la persecución que sufrió Brasil durante la última dictadura militar.
Desenterrando el pasado
En las últimas semanas, se ha desatado un debate nacional sobre esta violenta historia después de que una nueva película del director Walter Salles sacara a la luz hechos ocurridos en la dictadura.
Ainda Estou Aqui ("Aún estoy aquí", en español), basada en un libro con el mismo nombre de Marcelo Rubens Paiva, acaba de ganar el Oscar a la mejor película internacional.
Cuenta la historia de la madre del autor, Eunice, y su lucha por la justicia después de que su padre, el ex congresista Rubens Paiva, fuera torturado y asesinado.
Eunice esperó 25 años por el certificado de defunción de su esposo.
No tenía acceso a las cuentas bancarias de la familia sin él, y tuvo que reconstruir su vida.
Murió en 2018 sin saber exactamente qué le pasó a su esposo en sus últimas horas y sin poder enterrarlo.
Fernanda Torres, quien interpreta a Eunice en la película, se convirtió este mes en la primera brasileña en ganar el primer Globo de Oro a Mejor Actriz y también figuró entre las nominadas a los Premios Oscar de la Academia de 2025.
Torres aseguró a BBC News que sentía una enorme admiración por Eunice.
"Es una mujer que nunca dedicó un segundo de su vida a buscar el reconocimiento de sí misma... Quería que se reconociera la muerte de su marido", dijo.
"A pesar de que el mundo está cambiando, esa ausencia nunca se curó", añadió.
"¿Cómo van a decirles a estas familias: 'Olvídense de todo'? ¿Ocultar a los muertos bajo la alfombra?'", se preguntó.
Durante la última dictadura militar que gobernó Brasil de 1964 a 1985, más de 400 personas fueron detenidas y desaparecidas, según cifras oficiales.
A pesar de que "Aún estoy aquí" se desarrolla principalmente durante los años de la dictadura, resuena profundamente entre los brasileños de hoy.
Brasil es un país extremadamente dividido y polarizado políticamente.
En los últimos años, ha aumentado la retórica extrema y los esfuerzos por reescribir la narrativa en torno a la dictadura.
En 2016, un grupo de manifestantes irrumpió en el Congreso pidiendo el regreso del gobierno militar.
Tres años después, el ministro de Educación de (el entonces presidente Jair) Bolsonaro ordenó la revisión de los libros de texto de historia, negando que el derrocamiento del gobierno democrático en 1964 hubiera sido un golpe de Estado.
Bolsonaro, un ex capitán del ejército, ha elogiado la antigua dictadura y durante su mandato celebró actos para conmemorar el golpe.
Más recientemente, Bolsonaro y algunos de sus aliados más cercanos han sido acusados formalmente de supuestamente planear un golpe de Estado después de que perdiera las elecciones presidenciales de 2022.
El expresidente nunca reconoció públicamente su derrota y sus partidarios, que se negaron a aceptar el resultado, irrumpieron en el Congreso, en el palacio presidencial y en la Corte Suprema el 8 de enero de 2023.
Salles le dijo a la BBC que el estado actual de la política en Brasil era parte de por qué ahora era el momento adecuado para hacer la película.
"Lo extraordinario de la literatura, la música, el cine y las artes es que son instrumentos contra el olvido", dijo.
La estudiante Helenira Resende fue detenida y desaparecida por formar parte de un grupo guerrillero que se oponía al régimen militar.
"Este trauma es colectivo"
Los brasileños con vínculos con la historia que narra la cinta han dicho que salieron de los cines llorando después de verla.
Marta Costta, cuya tía Helenira fue asesinada en 1972, dijo que quería salir corriendo de la proyección.
"Te imaginas que tu familia fue encapuchada y torturada de esa manera", explicó a BBC News.
"Cuando Eunice cuenta su historia, también cuenta la mía; cuando yo cuento la historia de mi tía, también cuento la de ellos. No se puede separar una de la otra", indicó.
Marta está haciendo un documental sobre Helenira y sus años de resistencia, pero la familia aún desconoce muchas cosas sobre su desaparición y muerte. El cuerpo de Helenira tampoco fue recuperado.
"Es una herencia maldita, porque tenemos que seguir pasando el testigo de generación en generación, hasta que podamos asegurar que se preserve su memoria, que la historia se cuente como realmente ocurrió", afirmó.
La familia de Helenira recibirá ahora, 52 años después de su asesinato, un certificado que reconoce la brutal realidad de su muerte.
Su importancia, dijo Marta, es inconmensurable.
"El día que recibimos ese certificado, es como si el Estado reconociera su papel y pidiera disculpas", relató.
"Es el primer paso para que podamos empezar de nuevo", agregó.
El expresidente Jair Bolsonaro ha minimizado los abusos y violaciones a los derechos humanos ocurridos durante la dictadura.
Aunque los certificados son un paso adelante, tanto Tessa como Marta aseveraron que las familias en duelo tienen un largo camino por recorrer en su lucha por la justicia.
Una ley de amnistía, que sigue vigente, significa que ninguno de los militares en el poder en ese momento o aquellos acusados de tortura y asesinatos han sido procesados. Muchos ya han muerto.
No ha habido una disculpa formal del gobierno o del ejército.
"La sociedad brasileña necesita reconocer esta historia para que estas muertes no hayan sido en vano", dijo Tessa.
"Si no trabajamos para aclarar esta historia, para reconocer nuestro dolor", dijo Marta, "siempre estaremos bajo el riesgo de que vuelva a suceder".
Las heridas de la dictadura, en palabras de Tessa, son un trauma nacional.
Pero para ella, como para Marta y Eunice, también es una historia profundamente personal.
"No dejaré de luchar hasta el final de mis días", dijo.
"Enterraré a mi padre", zanjó
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