La producción de petróleo en Estados Unidos alcanzó un récord de 12,9 millones de barriles diarios en 2023, pero su crecimiento no parece depender del partido en el poder, ya sean los demócratas de Kamala Harris o los republicanos de Donald Trump. A lo largo de las últimas décadas, factores externos han tenido mayor peso en el sector energético que las políticas federales.
Las grandes empresas de energía han cambiado su enfoque hacia una estrategia disciplinada que prioriza el retorno para los accionistas y el crecimiento a largo plazo, según señala un informe de Axios.
Esto limita la capacidad de cualquier administración para influir en la producción, especialmente en el sector de esquisto. Analistas de Rystad Energy señalan que incluso un gobierno favorable a la industria, como el de Trump, tendría un impacto incierto en este ámbito.
Geopolítica y producción estratégica
El petróleo estadounidense ha sido un activo estratégico en crisis internacionales. Por ejemplo, la administración de Joe Biden aumentó la producción tras la invasión de Rusia a Ucrania para estabilizar precios globales. Analistas de ClearView Energy Partners consideran improbable que Harris, de ganar, abandone esta postura pragmática mientras persistan conflictos internacionales.
Los niveles de producción están principalmente regidos por el precio del petróleo en los mercados internacionales. Aunque las políticas pueden afectar algunos costos, el verdadero motor son los precios globales de las materias primas. Cuando los precios son atractivos, la producción tiende a aumentar, independientemente de las regulaciones locales.
Lo que se espera luego de las elecciones
Las políticas de transición energética de Biden enfrentan desafíos legales en la Corte Suprema, que ha mostrado escepticismo hacia las regulaciones federales. Un cambio de gobierno hacia Trump tampoco garantiza un avance fluido hacia la desregulación.
Según el Atlantic Council, un eventual regreso de Trump podría encontrar restricciones legales en puntos clave como el impuesto al metano.
Un enfoque desregulatorio bajo Trump podría tener efectos inesperados. Por ejemplo, eliminar reglas sobre metano podría complicar las ventas de crudo estadounidense en mercados internacionales, donde la regulación ambiental es cada vez más estricta, advierte ClearView.
Mike Sommers, presidente del Instituto Americano del Petróleo (API), reconoció a Axios que las políticas presidenciales pueden tener un impacto a largo plazo, aunque los efectos no son inmediatos. Un ejemplo es la reducción de concesiones en el Golfo de México, que limita la producción futura, aunque el impacto no se vea en el corto plazo.
Según BloombergNEF, la producción de petróleo en EEUU seguirá aumentando, aunque los demócratas impongan mayores restricciones que los republicanos. En última instancia, el mercado global y las decisiones empresariales son los principales determinantes del crecimiento del sector, sin importar quién esté en la Casa Blanca.