El presidente Donald Trump anunció esta semana la imposición de aranceles del 25% a los automóviles importados desde Canadá y México. Sin embargo, tras la presión de los principales fabricantes de automóviles, la Casa Blanca concedió un retraso de un mes para la industria automotriz.
En su discurso ante el plenario del Congreso, Trump aseguró que los ejecutivos de Ford, General Motors y Stellantis estaban "muy entusiasmados" con sus políticas comerciales. Sin embargo, según funcionarios de la administración, en una conversación privada el mismo día, las empresas de las tres grandes compañías alertaron al presidente de que los nuevos aranceles perjudicarían a la industria estadounidense, beneficiando a competidores extranjeros, informó CNN.
Ante el riesgo de que el aumento del 25% en los precios de los vehículos impactara en la economía, la Casa Blanca anunció al día siguiente un alivio temporal. "El presidente está feliz de hacerlo", declaró la secretaria de prensa Karoline Leavitt, subrayando que Trump mantiene "un diálogo abierto" sobre posibles exenciones adicionales.
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La industria automotriz era una de las más afectadas por la imposición arancelaria.
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Resistencia en Wall Street a los arances
El anuncio inicial de los aranceles generó una fuerte caída en el mercado bursátil, con el Dow Jones perdiendo 670, puntos (-1,55%) el martes. Fuentes cercanas a la Casa Blanca indicaron a CNN que Trump y su equipo monitorearon de cerca la reacción de los mercados, lo que habría influido en su decisión de otorgar la exención.
El comercio con Canadá y México es vital para la industria automotriz estadounidense, especialmente en estados como Michigan, donde Trump consolidó apoyo en las últimas elecciones. "A medida que el impacto económico comienza a sentirse en las ciudades estadounidenses cercanas a Canadá, la justificación de los aranceles con el argumento del fentanilo pierde fuerza", señaló una fuente anónima.
El Secretario de Comercio, Howard Lutnick, adelantó en Fox Business que la administración estaba considerando flexibilizar las restricciones, lo que fue interpretado como un intento de calmar a los mercados y evitar una mayor inestabilidad.
Mientras que la industria automotriz logró un alivio temporal, la administración Trump no ofreció concesiones similares al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. En una conversación telefónica, Trump le recriminó no haber hecho lo suficiente para frenar el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, pese a que los datos indican que Canadá no es un actor significativo en ese flujo.
Reacción de Canadá a los impuestos
En respuesta, Trudeau criticó la medida en una conferencia de prensa, calificándola de "dañina para ambas economías". En la Casa Blanca, el uso del nombre "Donald" en lugar de "presidente" por parte de Trudeau fue interpretado como una falta de respeto, mientras que Trump ha comenzado a referirse al primer ministro canadiense como "gobernador", insinuando que su país debería tener un estatus subordinado en las relaciones bilaterales.
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Trudeau tuvo que manejar las diferencias con Washington en la primera presidencia de Donald Trump.
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La incertidumbre también afecta la política canadiense. Mark Carney, quien podría suceder a Trudeau como líder del Partido Liberal, es visto en Washington como un potencial socio "más razonable". Sin embargo, la oposición a los aranceles trasciende líneas partidarias: el líder del Partido Conservador, Pierre Poilievre, acusó a Trump de "apuñalar por la espalda al mejor amigo de Estados Unidos".
A pesar del alivio temporal para la industria automotriz, la administración Trump mantiene su intención de aplicar aranceles recíprocos a partir del 2 de abril. "Necesitamos ver más de Canadá en términos de seguridad fronteriza", afirmó el asesor de seguridad nacional, Mike Waltz, sugiriendo que la disputa comercial también está vinculada a cuestiones de defensa en el Ártico.
La estrategia arancelaria de Trump, basada en la presión y la amenaza como herramientas de negociación, sigue generando incertidumbre en los mercados y en las relaciones internacionales. Mientras tanto, la Casa Blanca enfrenta el desafío de equilibrar su discurso proteccionista con las necesidades de la industria y los efectos económicos de sus propias medidas.
