La generación Beta, término acuñado por el investigador social y demógrafo Mark McCrindle, incluye a los nacidos entre 2025 y 2039. Esta generación estará marcada por padres que atravesaron desafíos económicos y sociales significativos, lo que les conferirá “una resiliencia, una determinación y una capacidad única para enfrentar tiempos inciertos”, anticipó McCrindle en un estudio.
Los Betas se desarrollarán en un contexto global de incertidumbre, donde problemas como el crecimiento económico, la seguridad, el cambio climático, la revolución tecnológica y las migraciones serán centrales. Como herederos de generaciones previas como los Alfa, Z y Millennials, los Betas representarán una respuesta adaptativa a las complejidades del siglo XXI.
¿Qué les espera en relación a las redes sociales?
El caso de un adolescente de 14 años en Estados Unidos que se suicidó en octubre del año pasado tras desarrollar un vínculo emocional con un chatbot de inteligencia artificial, que funcionaba como su "novia", dejó en claro los riesgos crecientes de la interacción entre jóvenes y tecnologías avanzadas. Este incidente, que llevó a su madre a demandar a la empresa tecnológica responsable, puso en evidencia cómo la inteligencia artificial y las redes sociales pueden impactar negativamente en la salud mental de los adolescentes.
Varios estudios, publicados en el National Library of Medicine, en Child Mind Institute, y John Hopkins, han mostrado un aumento significativo en las tasas de depresión y ansiedad entre los jóvenes en la última década, paralelo al incremento en el tiempo que pasan en línea, particularmente en redes sociales. Aunque la relación directa entre estos fenómenos es objeto de debate, los riesgos asociados a los algoritmos de estas plataformas han encendido alarmas. Fiona Harkin, directora de previsión en The Future Laboratory, dijo a The Times que los efectos negativos de estas tecnologías “se han infiltrado en nuestras vidas como una sombra vespertina”, lo que ha llevado a los padres a endurecer sus posturas hacia el uso de dispositivos digitales.
Ante este panorama, se prevé un aumento en el control regulatorio. Australia, por ejemplo, ya prohibió el acceso a redes sociales para menores de 16 años y exige a las empresas tecnológicas verificar la edad de sus usuarios. Esta medida está siendo observada de cerca por otros países que podrían seguir el ejemplo, marcando un futuro en el que las generaciones más jóvenes, incluida la Beta, enfrenten restricciones más estrictas en su interacción con plataformas como TikTok e Instagram.
¿Cómo impactará el envejecimiento de la población en las generaciones más jóvenes?
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), los gobiernos occidentales probablemente tendrán que aumentar la edad de jubilación en al menos cinco años para finales de siglo, incluso cuando los incrementos en la esperanza de vida sean más lentos. Esta medida refleja las crecientes presiones económicas que genera una población envejecida, con menos jóvenes disponibles para cuidar a los mayores, servir en las Fuerzas Armadas o impulsar la economía con ideas innovadoras, tradicionalmente asociadas con las generaciones más jóvenes.
A nivel global, se espera que la población mundial comience a disminuir antes de que termine el siglo, un fenómeno que no se ha visto desde la Peste Negra hace casi 700 años.
Aunque algunos gobiernos están incentivando la natalidad mediante subsidios y beneficios fiscales, estos esfuerzos han tenido resultados limitados. Resolver el "rompecabezas de la fertilidad" podría convertirse en uno de los mayores retos para la generación Beta, que deberá encontrar soluciones sostenibles frente a la disminución de nacimientos y el aumento de la esperanza de vida.
¿Qué impacto tendrá la inteligencia artificial en la generación Beta?
La generación Beta crecerá en un mundo donde la inteligencia artificial (IA) alcanzará niveles equivalentes —o incluso superiores— a las capacidades humanas antes de que lleguen a la adultez, según le dijo a The Times Stuart Russell, profesor de Ciencias de la Computación en la Universidad de California, Berkeley, y asesor de Downing Street y la Casa Blanca. Esto podría transformar radicalmente el mercado laboral, eliminando trabajos donde las máquinas superen a los humanos en eficiencia y economía. Según Russell, "no tiene sentido económico pagar a personas caras para hacer un trabajo que las máquinas pueden hacer mejor y más barato".
Sin embargo, los empleos que requieran habilidades humanas insustituibles, como empatía, creatividad y la comprensión de experiencias compartidas, podrían prevalecer. A pesar de ello, la transición plantea interrogantes, ya que los gobiernos, según Russell, no están suficientemente preparados para este cambio. Actualmente, se guían por promesas de la industria tecnológica sobre nuevos empleos, mientras esas mismas empresas destacan cuántos trabajos pueden automatizar.
El impacto de la IA ya es palpable en áreas como la educación. Según comentó el doctor Henry Shevlin, experto en ética de la IA, al medio británico, el sistema educativo deberá ser rediseñado para preparar a los Betas para un futuro liderado por máquinas. Ejemplos como el uso masivo de herramientas como ChatGPT para realizar tareas académicas y laborales indican una dependencia creciente de la tecnología. En casos extremos, trabajadores administrativos ya delegan hasta un 70% de sus responsabilidades a IA sin el conocimiento de sus supervisores, generando un entorno laboral inestable.
Aunque la IA podría ser una herramienta salvadora, resolviendo problemas como el cambio climático o el envejecimiento poblacional, Stuart Russell destaca un desafío esencial para los Betas: aprender a vivir “de manera sabia, agradable y plena” en un mundo donde las máquinas realizan la mayor parte del trabajo humano.
¿Serán motor de cambios sociales?
La generación Z, marcada por figuras como Greta Thunberg y Malala Yousafzai, ha demostrado cómo el activismo puede redefinir el debate público global. Su fuerte liderazgo en causas como el cambio climático, la equidad de género y la educación plantea interrogantes sobre si las generaciones futuras, incluyendo a los Alfa y los Beta, seguirán este legado como agentes de transformación social.
Dado que los Beta crecerán en un mundo hiperconectado y enfrentando desafíos globales cada vez más complejos, es probable que también se involucren en movimientos sociales, según analizó National Geographic. La integración de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial y el acceso a plataformas digitales podría amplificar su capacidad de organización y difusión de mensajes. Sin embargo, su nivel de influencia dependerá del contexto socioeconómico en el que se desarrollen y de cómo enfrenten retos como la regulación tecnológica y el impacto del envejecimiento poblacional.
Si bien es temprano para predecir el alcance de su activismo, las bases que sentaron generaciones previas, junto con las herramientas tecnológicas a su disposición, podrían convertir a los Beta en un motor crucial para impulsar cambios sociales significativos.
Cómo sigue
La generación Beta heredará un mundo en transición, donde los cambios tecnológicos, sociales y demográficos serán constantes. A corto plazo, se espera que los gobiernos ajusten políticas para regular la tecnología y mitigar los efectos del envejecimiento poblacional. A largo plazo, esta generación deberá encontrar formas innovadoras de prosperar en un mundo cada vez más automatizado, envejecido y desigual. Los avances médicos y educativos jugarán un papel crucial, mientras que la capacidad de adaptarse a estos cambios definirá su éxito y bienestar.
"Probablemente serán la primera generación en experimentar el transporte autónomo a gran escala, las tecnologías sanitarias ponibles y los entornos virtuales inmersivos como aspectos habituales de la vida cotidiana. Sus años de formación estarán marcados por un mayor énfasis en la personalización: los algoritmos de IA adaptarán su aprendizaje, sus compras y sus interacciones sociales de maneras que hoy apenas podemos empezar a imaginar", anticipó la consultora McCrindle a comienzos de año.