Si el presidente Javier Milei añora con nostalgia la Argentina de hace un siglo, Donald Trump no romantiza el pasado. La época de oro de Estados Unidos es la que acaba de empezar. ¿Cuándo? En el exacto momento en el que él juró ante el presidente de la Corte Suprema John Roberts. Si bien su eslogan refiere a un EEUU que fue grandioso, no especifica el momento del corte histórico. Ni los motivos, como sí detalla Milei.
Trump extraña un país más ordenado. Una sociedad con jerarquías claras y sin el "virus" del wokismo. Pero no hace una referencia económica concreta. Es pura mitología que le permite centrarse en lo importante: la grandeza que llegará de su mano y sólamente de su mano. Tal excepcionalidad anticipa un problema enorme: el de la sucesión en apenas cuatro años. Resulta difícil imaginar que el fundador de la doctrina MAGA le de su aval y su confianza a JD Vance, a Marco Rubio, ¿a Elon Musk?, o cualquier otra persona que no se parezca demasiado a él mismo. Pero para esas inquinas palaciegas falta demasiado.
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Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y Elon Musk, entre otros invitados a la coronación de Trump.
La decadencia del imperio americano
Este 20 de enero se terminó la decadencia del imperio americano. "Sentí entonces, y creo aún más ahora, que mi vida se salvó por una razón. Dios me salvó para hacer que Estados Unidos volviera a ser grande", explicó el presidente en el Capitolio. Y agregó, antes de cerrar un discurso de 30 minutos: "Como ven, aquí estoy. El pueblo estadounidense habló".
Ni las balas, ni las condenas penales, ni los múltiples escándalos. Tampoco la industria del chequeo de datos (RIP), ni los pronunciamientos de los principales medios detuvieron su fuerza arrolladora. El hombre elegido volvió al poder para conducir al pueblo elegido.
Trump podría haber dado un speech buenista y de ocasión. Pero para qué perder el tiempo y exponerse a ser carne de pato rengo de manera anticipada. El republicano gozó con la magnitud de su victoria, su triunfo en los swing states y su buena excelente performance entre los votantes latinos y (un poco menos) entre los negros.
Cuál es el motivo central de su vuelta al poder
Su asunción a su vez sirvió para adelantar políticas concretas y no meros trazos gruesos de su segundo tiempo en la Casa Blanca. Pero no, Trump apuró órdenes ejecutivas en el mismo día de su coronación. El 47° presidente de EEUU mandará tropas a los más de 3 mil kilómetros de frontera con México; derrumbará la agenda verde en post de la industria petrolera y terminará con las políticas de género, para solaz de sus guerreros culturales anti-woke. A los presos por la toma del Capitalio del 2021 ya los indultó.
Su diagnóstico del derrumbe estadounidense es, sin embargo, exagerado. La economía del país crece, la inflación se desaceleró (pese a los inéditos 20 puntos acumulados en la era Biden) y bajos nívenes de crímenes violentos. Pero eso tampoco importa demasiado. A partir de mañana, Trump pondrá en juego la verdadera dimensión de su triunfo. Y el motivo principal de su épica. ¿Revancha cultural de las ideas y valores conservadores o simple desencanto de amplios sectores despolitizados con la inflación acumulada y la falta de liderazgo de un presidente senil?