A tan solo horas de jurar en el cargo, Donald Trump revirtió la última política de la administración de Joe Biden hacia Cuba. Se esperaba que el nuevo gobierno republicano volviera a incluir a la isla en la lista de estados patrocinadores del terrorismo. Y finalmente formó parte de la batería de órdenes ejecutivas que firmó para dar marcha atrás a una serie de medidas impulsadas por el gobierno anterior.
El anuncio de Biden de la semana pasada llegó en el marco de un acuerdo con el gobierno de Cuba, en el que intercedió el Vaticano. La administración demócrata se comprometía a quitar el país de la lista de en la que aparecía junto a Irán, Siria y Corea del Norte, sancionadas por el Departamento de Estado por “brindar repetidamente apoyo a actos de terrorismo internacional” y, a cambio, el régimen de Miguel Díaz-Canel soltaría a 553 personas presas por "delitos diversos", entre las que había varios participantes de las protestas de julio de 2021.
En su discurso inaugural, en el que insistió en que recién comenzaba “la edad de oro de Estados Unidos”, Trump adelantó que revocaría 78 de las “acciones ejecutivas destructivas y radicales” de la administración Biden, que tildó como una de las peores de la historia. Entre ellas estuvo incluida el retorno de Cuba a la lista.
Díaz-Canel respondió enseguida a la decisión de Trump y dijo en X que se trataba de un “acto de arrogancia y desprecio por la verdad”, que “no sorprende”. “Este acto de burla y abuso confirma el descrédito de los listados y mecanismos unilaterales de coerción del gobierno de EEUU”, afirmó.
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Trump no esperó a que el Gobierno cubano terminara de liberar a la totalidad de los presos para dar el anuncio. Hasta el momento, las organizaciones por los derechos humanos registraron la excarcelación de solo 140 presos, frente a los casi 1.500 que permanecen tras las rejas por motivos ideológicos. Cuba niega la existencia de presos políticos y acusa a los opositores de ser "mercenarios" de Estados Unidos.
En enero de 2021, a días de terminar su primer mandato, Trump había puesto nuevamente a Cuba en la lista de países promotores del terrorismo, de la que la había eliminado Barack Obama cuando impulsó el restablecimiento de relaciones entre ambas naciones.
En ese momento, el gobierno republicano aseguró que la isla mantenía vínculos con grupos como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y, sumado a la negativa cubana de extraditar a diez líderes del ELN implicados en un atentado de 2019 a la escuela de cadetes de policía de Bogotá, la administración sostuvo que La Habana brindaba “apoyo a los actos de terrorismo internacional al otorgar refugio seguro a los terroristas”.
La reacción demócrata en Florida
La decisión de Biden de la semana pasada generó fuerte controversia dentro de su partido, particularmente entre los demócratas de Florida, un estado con una importante población latina, entre los cuales se encuentran muchos migrantes cubanos. Los azules del "estado del sol" trabajan desde hace años para recuperar el perdido voto hispano, que cada año se muestra más volcado hacia el conservadurismo, por lo que el anuncio del entonces presidente decepcionó a varios y hasta se llegó a afirmar que "hundía al partido" en Florida.
Ya ese mismo día, desde el entorno de Trump le anticiparon a El Observador USA que, de la mano del cubano-estadounidense Marco Rubio, darían marcha atrás con la decisión demócrata. Así, la orden ejecutiva de Trump para deshacer el acuerdo era esperable y aseguraba poco efecto práctico para el gobierno cubano.
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AFP
En su audiencia de confirmación ante el Senado, el nuevo secretario de Estado dijo que, “sin lugar a dudas”, Cuba debía permanecer en dicha lista. "No tengo ninguna duda de que cumple todos los requisitos para ser un Estado patrocinador del terrorismo”, afirmó el miércoles pasado. “Nada de lo que la administración Biden haya acordado en las últimas 12 o 18 horas vincula a la próxima administración, que comienza el lunes”, aseguró.
¿Qué implicaciones tiene para Cuba?
Los países que están en la lista negra del Departamento de Estado enfrentan severas restricciones económicas, financieras y diplomáticas, como la prohibición de exportaciones de armas, la suspensión de ayuda económica, el bloqueo de créditos internacionales y limitaciones para acceder al sistema financiero global.
Esto significa que no pueden obtener préstamos del Fondo Monetario Internacional y otras instituciones globales, facilita demandas civiles en tribunales estadounidenses y afecta a su reputación internacional, complicando sus relaciones con otros países y con otras empresas. En el caso particular de la isla, estas sanciones ahondaban las que ya habían sido impuestas de manera más extensa por el embargo económico y comercial vigente desde la década de 1960.
Las sanciones económicas de Estados Unidos hacia Cuba pretenden asfixiar al Gobierno de La Habana para que caiga. Sin embargo, esto no ocurrió desde que la isla se encuentra en la lista de patrocinadores del terrorismo en 1982, cuando la incluyó la Administración de Ronald Reagan.
A su llegada a la Casa Blanca, Biden prometió revisar la política hacia Cuba, pero cambió de parecer tras las manifestaciones antigubernamentales de julio de ese mismo año en la isla, que se saldaron con un muerto y decenas de heridos, y que dejaron a cientos de manifestantes encarcelados.