De punta a punta, el saludo duró 15 segundos. El lenguaje corporal de ambos fue completamente honesto. Las diferencias entre Javier Milei y Lula da Silva son profundas. El presidente argentino rechaza el impuesto global a los superricos que promueve el brasileño. También, la retórica contra el cambio climático y la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza que Lula acaba de lanzar en el G20. El gobierno argentino, sin embargo, adhirió a la Alianza contra el Hambre que impulsa Lula da Silva. Lo hizo manteniendo argumentos propios, para marcar autonomía.
Ambos presidentes se dieron la mano con distancia física, casi no hablaron y posaron para la foto sin rozarse. Con el resto de los líderes del G20, en cambio, el brasileño administró sus gestos de afinidad, sin nunca llegar a la sequedad plena.
Con Milei, en cambio, frialdad absoluta de ambas partes. Janja da Silva también se mostró impertérrita. La socióloga, esposa de Lula, viene de protagonizar una polémica con Elon Musk, a quien insultó en un acto partidario reciente.
Minutos antes de las 11:00 de Río de Janeiro, Milei llegó al Museo de Arte Moderno, ubicado en el centro de una ciudad copada por los policías y los militares. El libertario arribó junto a su hermana, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
Ambos caminaron por un pasillo alfombrado junto al director de ceremonial y protocolo del G20. De ahí subieron la rampa por la que desfilaron los líderes presentes en la cumbre. Casi todos, en realidad, porque Joe Biden fue el único que evitó ese recorrido empinado. Al presidente de 81 años le facilitaron un acceso alternativo al primer piso del Museo, donde lo esperaba el anfitrión.
El jefe de la principal potencia mundial eludió el peligro de exponerse a un mal paso televisado en un sendero empinado. La situación fue comentada entre los periodistas y delegados presentes en el Museo de Río, potenciando la imagen de un Biden diluido y en retirada.
Milei fue uno de los últimos presidentes en concretar el desfile que conducía hasta Lula y Janja da Silva. El argentino optó por concretar la caminata acompañado por su hermana. Antes, el presidente brasilero recibió a Biden, Xi Jinping, Claudia Sheinbaum, Narendra Modi, Emmanuel Macron y Olaf Scholz, entre otros. Algunos son debutantes en Sudamérica. Los líderes de los países del G20, que juntos representan 85% del PIB global y tres cuartas partes del comercio mundial.
Una vez que Lula saludó a los delegados de los 55 países representados, empezó el programa oficial. Los mandatarios se reunieron en una mesa plenaria. La agenda impulsada por Lula hace eje en la lucha contra la pobreza y en reformar las instituciones de la gobernanza global, como el FMI.
Más tarde, los mandatarios compartirán un almuerzo y posarán para la foto de familia de rigor, en la que disimularán las diferencias que atraviesan el foro. A pocas horas para que empezara la cumbre, todavía se negociaba (sin éxito) el texto del documento final. El contenido de la declaración se encontraba tironeado y sin perspectivas de acuerdo.
El veterano presidente izquierdista reivindica las políticas contra el cambio climático, la perspectiva de género y promueve un impuesto a los superricos del mundo. Lula a su vez promueve una Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza. "Hice énfasis en no traer la guerra para el G20", dijo el domingo al canal Globonews. La frase revela la buena relación que busca mantener con Putin.
¿Podría terminar el G20 con un choque de posiciones explícito sobre la guerras en Ucrania y Gaza, con un Lula indulgente hacia Rusia y crítico hacia Israel? Hasta la noche del domingo esa era una posibilidad.
En su discurso de apertura del G20, Da Silva afirmó que es "imprescindible" acabar con el hambre para llegar "a un mundo en paz". Y pintó un panorama sombrío ante los jefes de las principales economías del planeta.
"Hoy el mundo está peor. Tenemos el mayor número de conflictos armados desde la II Guerra Mundial y la mayor cantidad de desplazamientos forzados jamás registrada. Los fenómenos climáticos extremos muestran sus efectos devastadores en todos los cantos del planeta", enumeró.
También denunció que las brechas sociales han aumentado tras la pandemia, que dejaron unos 15 millones de muertos y un mundo con 733 millones de personas hambrientas, según datos de la FAO. "Es como si las poblaciones de Brasil, México, Alemania, Reino Unido, Sudáfrica y Canadá sumadas estuvieran pasando hambre", alertó.
En este contexto, consideró "inaceptable" que, con ese panorama, se dediquen billones de dólares a gastos militares y llamó a los líderes mundiales presentes en la sala a "acabar" con el hambre, una "lacra que avergüenza la humanidad".
Este lunes a las 16:30 de Río, Milei se verá con el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga. El martes protagonizará la parte más fuerte de su agenda. La primera bilateral será a las 10:20 horas con el presidente de la República Popular China, Xi Jinping.
A las 11:30, tendrá un cara a cara clave para conseguir dólares. Milei dialogará con la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva. Y a las 12:00 del martes, se juntará con el Primer Ministro de la India, Narendra Modi. La última reunión será con el gerente general de la empresa italiana Enel, Flavio Cattaneo, antes de volver a Buenos Aires.
En el inicio del G20, parecía improbable que el Gobierno argentino avale los proclamas que impulsa Lula para el documento final de la cumbre. Pero las negociaciones estaban en marcha y a todo vapor bajo cuerda. Así fue que Argentina terminó adhiriendo con fundamentos propios a la Alianza que impulsa Lula contra el Hambre y la Pobreza.