Thiel también hizo énfasis en que esta elección fue completamente distinta a la de 2016, cuando Trump sorprendió al derrotar a una desprevenida Hillary Clinton. En 2024, los demócratas estaban completamente preparados y sabían que la contienda se decidiría en estados clave como Pensilvania, Wisconsin y Michigan. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos y los recursos invertidos, no lograron frenar el avance republicano. "Los demócratas dieron todo de sí... y simplemente colapsaron", declaró.
Una de las observaciones más relevantes de Thiel fue la refutación del argumento de que “la demografía es el destino”. En 2016, los analistas predecían que los republicanos se enfrentarían a un declive debido al envejecimiento de su base de votantes. Sin embargo, Trump se impuso en esas elecciones y en 2024 ganó el voto popular, lo que lo convirtió en el primer candidato republicano en lograrlo en 20 años.
El “colapso de la élite de Hollywood”
Durante la entrevista, Weiss destacó cómo la campaña demócrata contó con el apoyo de una impresionante fila de celebridades, desde Oprah Winfrey hasta Beyoncé, mientras que la campaña republicana estuvo impulsada por figuras disidentes como Elon Musk y, en palabras de Thiel, “outsiders” de menor renombre. Thiel considera que el prestigio de las celebridades “ya no es lo que solía ser”. Afirmó que ahora muchos de estos íconos de la cultura pop son vistos como simples “repetidores de consignas izquierdistas” que han perdido el sentido de individualidad y pensamiento crítico.
Para Thiel, este cambio cultural es evidente no solo en Hollywood, sino también en el ámbito académico y en otras instituciones que antes consideraba baluartes del pensamiento independiente. "No creo que haya lugar para el pensamiento individual en la izquierda", expresó, y señaló cómo esto ha llevado a figuras como Musk y otros a alejarse de su tradicional alineación con el liberalismo californiano.
La conversación también abordó el papel de figuras como Tulsi Gabbard y Robert F. Kennedy Jr., que, al igual que Musk, han ido distanciándose de la narrativa progresista y ahora formarán parte del nuevo gobierno de Trump. Thiel considera que estos cambios reflejan una transformación ideológica en personas que, si bien anteriormente se identificaban con la izquierda, han comenzado a rechazar la “camisa de fuerza” del pensamiento progresista.
Thiel sugirió que esta nueva generación de tecnócratas y empresarios disidentes representa un contrapeso al establishment progresista, una “contra-élite” que está encontrando resonancia en amplios sectores del electorado. Para él, el surgimiento de esta corriente no es más que una respuesta al “vacío de ideas” que, según cree, caracteriza actualmente al liberalismo estadounidense.
Thiel comparó luego a los demócratas con el "Imperio" de Star Wars, mientras que describió al Partido Republicano como una "Alianza Rebelde heterogénea" en la que conviven personajes muy distintos entre sí.
Durante la conversación, Thiel abordó cómo la "política de identidad", que define al electorado en base a características personales como raza, género u orientación sexual, ha comenzado a mostrar sus limitaciones. Explicó que la diversidad concreta de un candidato, en lugar de atraer a grupos específicos, puede alienar a otros. En referencia a la vicepresidenta Kamala Harris, dijo: “Puede que Harris ayude a atraer al 7% de la población que son mujeres afroamericanas, pero esta estrategia aliena al otro 93%”.
Para Thiel, este enfoque de identidad funcionó en 2008 con Obama, pero en ese entonces se podía enviar un mensaje distinto a cada grupo. Con la llegada de internet y las redes sociales, este tipo de "microtargeting político" se volvió inefectivo, ya que todos los mensajes llegan a todos los grupos, revelando incoherencias y contradicciones. “Para 2016, Hillary ya no podía decirles a las mujeres que votaran por ella por ser mujer, y a los hombres que votaran por ella por ser ‘post-género’”, explicó Thiel, destacando que este tipo de mensajes perdió eficacia.
La falta de autocrítica demócrata y el “colapso total” del partido
Weiss mencionó la posibilidad de que los demócratas se reagrupen, como hicieron después de la derrota de Jimmy Carter en 1980. Sin embargo, Thiel expresó sus dudas, subrayando que la capacidad de reflexión y autocrítica en el partido ha decaído. "Perder debería ser una buena lección", afirmó, pero consideró que los demócratas actuales han perdido la habilidad de replantearse sus estrategias.
Thiel también identificó un cambio crucial que, a su juicio, comenzó con la administración de Barack Obama. Para él, durante el mandato de Obama, los debates internos en el Partido Demócrata fueron sustituidos por una estructura rígida, lo que él llamó el “Borg”, en la que todos los miembros alinean su discurso sin cuestionamientos. Esta falta de espacio para el disenso culminó, en su opinión, en la nominación de Harris en 2024, empujada sin una primaria competitiva tras el retiro de Biden. "La lógica fue que necesitarían un candidato diverso después de Biden, pero Harris simplemente no conectaba", concluyó.
El empresario consideró también que la victoria de Trump en 2024 servirá para reescribir el relato histórico de los últimos ocho años. Para él, si Harris hubiese ganado, la narrativa dominante habría sido que 2016 fue un accidente y que el regreso al progresismo era el camino “natural”. Sin embargo, el triunfo de Trump, ahora consolidado también en el voto popular, establece una historia diferente, donde 2020 fue una anomalía y la era de Biden representó el último intento del “viejo régimen” de conservar el poder.
Weiss y Thiel analizaron cómo esta elección marca el final de una era en la que el progresismo y sus figuras, antes dominantes, ya no representan a la mayoría. En opinión de Thiel, la incapacidad de los demócratas para ganar el apoyo tanto de judíos como de musulmanes en lugares clave como Michigan evidencia la crisis de identidad del partido, incapaz de mantener el apoyo de las minorías al tiempo que pierde votantes de clase trabajadora.
"El problema es más grande que Biden o Harris"
Cuando Weiss le preguntó si el éxito de Trump se debió a la debilidad de Kamala Harris o a factores más amplios, Thiel respondió que el problema es sistémico. En su opinión, el Partido Demócrata dejó de nutrirse de líderes intelectuales, pasando de figuras como Bill Clinton y Barack Obama a candidatos menos impresionantes como Joe Biden y Kamala Harris. Para Thiel, esta transición representa un cambio de "lo élite a lo no élite", lo cual evidencia la decadencia del prestigio académico y profesional en el partido.
Aunque Thiel criticó el elitismo de las universidades, reconoció que las instituciones de educación superior como Yale y Harvard siguen formando a personas con habilidades analíticas superiores. Sin embargo, en su opinión, estos centros ya no son capaces de producir defensores efectivos del progresismo. "Si eres uno de los pocos conservadores en una clase en Yale, saldrás fortalecido porque has tenido que reflexionar sobre lo que está mal en el otro bando", explicó.
En su visión, el colapso del progresismo actual es un proceso similar al final de una era. Thiel comparó la situación con el fin del siglo XX, al señalar que las ideas del New Deal y el progresismo de izquierda han quedado "atrapadas en el tiempo" y finalmente se han desmoronado. Según él, el “culto progresista” que define al Partido Demócrata ha perdido toda flexibilidad y habilidad para renovarse, lo que ha alienado a varios sectores, incluidos algunos históricos simpatizantes de la izquierda.
Thiel afirmó que ha sido un crítico de este sistema durante años, citando la creación de la Thiel Fellowship en 2010 para incentivar a jóvenes a abandonar la universidad. Recordó cómo, en 2019, observó que las universidades seguían sin cambiar, perpetuando el mismo sistema de valores y dogmas progresistas. Sin embargo, considera que en los últimos cinco años este sistema ha colapsado. "No veo cómo el progresismo podría recuperarse", concluyó.
La transformación en Silicon Valley y el “efecto dominó” pro-Trump
La conversación también abordó el cambio de postura en Silicon Valley respecto a Trump. Thiel explicó que figuras como Elon Musk jugaron un papel crucial en lo que Weiss describió como una “cascada de preferencias”, donde el apoyo a Trump se volvió más visible y aceptado entre líderes tecnológicos. Según Thiel, aunque muchos ejecutivos compartían en privado su descontento con el progresismo, temían ser los primeros en hablar. Musk, con su apoyo abierto, facilitó que otros hicieran lo mismo.
Para Thiel, esta transformación refleja el agotamiento del "corporativismo woke" en las grandes empresas tecnológicas, que cada vez ven menos efectividad en adoptar políticas progresistas extremas. “Hay un punto en el que simplemente deja de funcionar y se vuelve insostenible”, comentó. Elon Musk actuó como una figura catalizadora, proporcionando “cobertura” a otros empresarios que hasta entonces se sentían reprimidos en sus opiniones conservadoras.
donald-trump-candidato-republicano-presidencia-eeuu_98.webp
En uno de los momentos más controversiales de la entrevista, Thiel discutió la posibilidad de que, si Trump hubiera perdido, el sistema de poder progresista habría consolidado un Estado de partido único similar al de California. Thiel se refirió al progresismo como una “máquina”, que no da espacio al debate ni al disenso, y describió el proceso como un consenso rígido que se implementa sin espacio para opiniones alternativas. En su opinión, el sistema progresista ya no es democrático, y de haber derrotado a Trump, habría resultado “imparable”.
Las expectativas para la segunda administración de Trump
Para Thiel, el desafío de una segunda administración Trump es lograr un equipo más cohesionado que evite los errores de 2016. Recordó cómo varios funcionarios, incluidos algunos de alto perfil, fueron despedidos o enfrentaron problemas debido a sus agendas contradictorias. Sin embargo, expresó confianza en que esta vez Trump será más selectivo al elegir su equipo.
Weiss destacó la falta de participación de Thiel en la campaña de 2024, lo cual él justificó diciendo que ya no era necesario. "La victoria de Trump era inevitable", afirmó, señalando que los problemas de estancamiento y declive en EEUU ya no pueden ser ignorados, una postura que él promovió desde 2016.
Otro de los puntos que se discutieron fue la propuesta de Trump de aplicar un arancel del 20% a las importaciones y del 60% a los bienes provenientes de China. Thiel afirmó que, aunque los aranceles pueden ser negativos en algunos aspectos, son una respuesta necesaria al actual sistema de comercio internacional que, en su opinión, favorece a ciertos sectores de la economía estadounidense, como Wall Street y Silicon Valley, y perjudica a otros, especialmente a los estados industriales del Rust Belt. "Si Trump quiere ganar en 2028, debe resolver el problema del Rust Belt en el Medio Oeste", comentó Thiel, subrayando que estas medidas proteccionistas podrían revitalizar la economía manufacturera de esos estados.
Además, Thiel indicó que, si bien los aranceles pueden no reducir el déficit comercial, redirigir la producción de China a otros países, como Vietnam o India, tendría beneficios geopolíticos importantes al no fortalecer a un rival directo como China. "Vietnam es un país comunista, pero no está interesado en dominar el mundo", puntualizó, defendiendo los aranceles como una herramienta en el juego geopolítico.
Otro tema crucial abordado fue la inmigración. Thiel explicó que, aunque la inmigración ha sido históricamente positiva, el modelo actual ha generado problemas económicos significativos en EEUU, afectando especialmente a los sectores de menores ingresos. "La inmigración crea una dinámica de ganadores y perdedores", explicó, y mencionó el aumento desmedido de los precios de bienes raíces como uno de los problemas derivados de una población en constante crecimiento. Thiel citó al economista Henry George para argumentar que la inflación inmobiliaria es una "catástrofe georgista" que impacta de manera desproporcionada a los jóvenes y a la clase media baja.
peter-thiel-governance-opener.webp
Para Thiel, uno de los retos de la administración de Trump será gestionar los problemas generados por el sistema actual sin recurrir a deportaciones masivas, que podrían ser complicadas de implementar. Además, planteó que una política de inmigración más restrictiva ayudaría a reducir las tensiones económicas y culturales en ciudades como Los Ángeles, donde el sistema educativo enfrenta grandes desafíos debido a la diversidad lingüística y los altos costos de vida.
Política exterior y la amenaza nuclear de Irán
Weiss y Thiel discutieron sobre la política exterior, especialmente en Medio Oriente. Thiel se mostró escéptico sobre las intervenciones militares prolongadas y afirmó que la política exterior de Trump probablemente se alinee más con la postura de Israel respecto a Irán, país que considera una amenaza nuclear. Explicó que, incluso si Irán no usara armas nucleares, su posesión cambiaría el equilibrio de poder en la región, aumentando la influencia de grupos como Hezbollah y Hamás.
Para Thiel, la proliferación nuclear es una de las mayores amenazas globales. Sostuvo que si muchos países adquieren armas nucleares, es solo cuestión de tiempo hasta que ocurra una crisis a escala mundial. "Una de las responsabilidades de un presidente de EEUU es detener la proliferación nuclear. Si demasiados países tienen armas nucleares, eventualmente algo saldrá mal", comentó.
En los días posteriores a su victoria, Trump ha anunciado nuevas designaciones que incluyen a Marco Rubio como secretario de Estado, Michael Waltz como asesor de Seguridad Nacional y Elise Stefanik como embajadora ante la ONU. Thiel destacó que este grupo tiene una postura "halcón" en relación con China, lo que señala una priorización de la competencia geopolítica con Beijing. Según él, esta administración buscará un equilibrio que ninguna administración anterior ha logrado plenamente, dada la creciente relevancia de China como un desafío estratégico.
Thiel expresó preocupación por la posibilidad de que EEUU repita errores históricos y caiga en una nueva guerra, comparando los contextos de las dos guerras mundiales. Para él, la Primera Guerra Mundial fue el resultado de alianzas peligrosas y una rápida escalada, mientras que la Segunda Guerra Mundial demostró el peligro de apaciguar a dictadores. En su opinión, cualquier política exterior estadounidense debería evitar tanto la escalada incontrolada como la complacencia. “Si vamos a evitar una Tercera Guerra Mundial, tenemos que aprender las lecciones de ambas guerras”, explicó Thiel, quien teme que la globalización actual pueda ser tan inestable como la de inicios del siglo XX.
El auge del populismo y el desafío de la institucionalidad
La conversación giró también hacia el populismo en EEUU, un fenómeno que Thiel considera fundamental en el cambio político actual. Aunque Weiss expresó preocupaciones sobre los riesgos del populismo, especialmente en relación con el riesgo de persecución de minorías y la retórica antisistema, Thiel ofreció una perspectiva más matizada. Señaló que el populismo y la democracia a menudo son dos caras de la misma moneda, donde “es democracia cuando la gente vota correctamente y populismo cuando votan de manera errónea”. Sin embargo, Thiel reconoció que el populismo sin frenos puede llevar a una erosión de los derechos de las minorías y la propiedad.
Al mismo tiempo, Thiel subrayó que Estados Unidos no se enfrenta a un problema de populismo desenfrenado, sino a una falta de republicanismo constitucional. En su opinión, el problema radica en el creciente poder de una burocracia tecnocrática no elegida que limita la capacidad de acción del electorado y de los líderes elegidos.
Para Thiel, el impacto de Internet en la política y la sociedad ha sido mucho más radical de lo que anticiparon incluso los escritores de ciencia ficción. A pesar de que Internet no ha cumplido con las expectativas de crecimiento económico, su impacto ha sido inmenso a nivel social y cultural. Thiel afirmó que la “revolución de los 140 caracteres” ha expuesto la falsedad de muchas figuras públicas y ha transformado la naturaleza de la política. En su opinión, figuras como Donald Trump son “los primeros presidentes de Internet”, capaces de aprovechar la transparencia y la autenticidad en un entorno donde los políticos tradicionales ya no logran conectar con el público.
Thiel también expresó escepticismo respecto a los expertos y a las instituciones científicas que han adoptado un enfoque excesivamente dogmático. Explicó que en el contexto actual, la ciencia se ha convertido en una estructura casi inamovible que rechaza la duda y la innovación, describiéndola como “más dogmática que la Iglesia católica en el siglo XVII”.
Cerca del final de la entrevista, Thiel reflexionó sobre el libro de Francis Fukuyama, El fin de la historia, argumentando que los eventos de los últimos años, incluyendo la creciente influencia de China y los ataques a la democracia liberal, sugieren que la historia no ha llegado a su fin. En su opinión, el futuro de Estados Unidos y del mundo no dependerá únicamente de tendencias globales, sino de la capacidad de agencia individual y liderazgo que demuestren los líderes en los años venideros.