Donald Trump vuelve a la Casa Blanca dispuesto a reformar inmediatamente el Gobierno utilizando la herramienta más rápida que tiene: la orden ejecutiva.
En la víspera de asumir en el cargo, Trump prometió firmar cerca de 100 órdenes ejecutivas en el primer día de su segunda presidencia. El anuncio lo dio en su mitin celebratorio del domingo a la noche, frente a miles de partidarios, a quienes les aseguró que se movería con "velocidad y fuerza históricas" en las horas posteriores a jurar el cargo.
Que un presidente entrante firme un aluvión de órdenes ejecutivas es una práctica habitual. Estas permiten a los mandatarios ejercer su poder sin la intervención del Congreso. Sin embargo, las órdenes tienen límites a lo que pueden conseguir.
¿Qué son las órdenes ejecutivas?
Básicamente, son declaraciones firmadas sobre cómo quiere el presidente que se gestione el gobierno federal. Pueden ser instrucciones para las agencias federales o solicitudes de informes.
Muchas órdenes pueden ser inobjetables, como conceder a los empleados federales el día libre después de Navidad. De la misma manera, también pueden establecer políticas importantes. Por ejemplo, Joe Biden firmó una orden para crear una estructura que establezca normas sobre inteligencia artificial. Pero las órdenes ejecutivas -y sus políticas hermanas, como la proclamación y el memorando político- también son utilizadas por los presidentes para perseguir agendas que no pueden aprobar en el Congreso.
Los nuevos presidentes pueden -y a menudo lo hacen- emitir órdenes para cancelar las órdenes de sus predecesores.
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Donald Trump exhibe una orden ejecutiva durante una ceremonia en el Rose Garden de la Casa Blanca el 9 de julio de 2020.
Reuters
La Asociación de Abogados de Estados Unidos explica que las órdenes no requieren aprobación del Congreso y no pueden ser revocadas directamente por los legisladores. Sin embargo, el Congreso podría bloquear que una orden se cumpla eliminando fondos o creando otros obstáculos, apuntó la agencia AP.
¿Qué tan frecuentes son las órdenes ejecutivas?
A lo largo de la historia de EEUU ha habido varios miles de órdenes ejecutivas, según los datos recogidos por el American Presidency Project de la Universidad de California en Santa Bárbara. George Washington firmó ocho órdenes ejecutivas, mientras que Franklin Delano Roosevelt hizo 3.721. Durante su primer mandato, el republicano Trump firmó 220, mientras que Biden, hasta el 20 de diciembre, había firmado 160.
Las órdenes ejecutivas a menudo son mensajes políticos. Trump prometió firmar hasta 100 órdenes ejecutivas en su primer día y se espera que la primera oleada incluya una mezcla de promesas de campaña, revocaciones de las políticas del presidente saliente Biden y una reestructuración de la plantilla federal.
Los ejes centrales que destacó fueron las deportaciones, la frontera entre Estados Unidos y México, la política energética, las reglas del “Schedule F” para trabajadores federales, políticas de género en escuelas y mandatos de vacunas, entre otras promesas del día uno hechas durante su campaña. También, en los últimos días aseguró que firmaría una orden ejecutiva para dar más tiempo para la venta de TikTok.
Además, Trump pidió al legislador Jeff Van Drew, republicano de Nueva Jersey, que redacte una orden para detener el desarrollo de molinos de viento en alta mar para generar electricidad.
De todas maneras, muchas de las medidas de Trump probablemente enfrentarán oposición demócrata y otras lleguen a ser impugnadas en los tribunales. Además, en varios casos importantes, las órdenes serán en gran parte declaraciones de intenciones basadas en las promesas de campaña hechas por Trump.
Hay límites para las órdenes ejecutivas
Tanto el Congreso como los tribunales pueden bloquear potencialmente las órdenes ejecutivas. Por ejemplo, el Congreso revocó en 1992 una orden ejecutiva del entonces presidente George H.W. Bush que establecería un banco de tejidos fetales humanos para la investigación científica al aprobar una medida por la que la orden “no tendrá ningún efecto legal”. El Congreso también puede denegar la financiación a las agencias y obstaculizar el cumplimiento de una orden.
También hay impugnaciones legales basadas en el argumento de que un presidente se extralimitó en sus facultades legales. Cuando el Presidente Harry Truman intentó confiscar acerías durante la Guerra de Corea, la Corte Suprema dijo que carecía de autoridad para tomar propiedades privadas sin autorización del Congreso.