Poco después de ganar las elecciones en noviembre, el equipo de Donald Trump confirmó que el republicano había invitado al mandatario chino Xi Jinping a su asunción el 20 de enero. Ante la amenaza del presidente electo de que impondrá nuevos aranceles, el gobierno chino parece querer cuidar su relación con la futura administración y enviará a un alto funcionario en su lugar.
Las opciones que baraja Beijing son enviar al vicepresidente, Han Zheng, o al ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, a Washington, según reveló esta semana el Financial Times. De acuerdo con el medio, los asesores de Trump se inclinaban, en cambio, por Cai Qi, miembro del Politburó del Partido Comunista de China, que muchos consideran con mayor poder que Han o Wang en su calidad de mano derecha de Xi.
La portavoz del equipo de transición del republicano, Karoline Leavitt, dijo en diciembre que la invitación de Trump a Xi es un ejemplo de cómo el presidente electo estaba estableciendo un "diálogo directo con líderes de países que no sólo son nuestros aliados, sino también nuestros adversarios y competidores".
Varios expertos apuntaron que sería una situación inédita que un presidente chino asistiera a una asunción en EEUU, a la que suelen acudir embajadores y otros diplomáticos, recogió la agencia Reuters. Según los registros del Departamento de Estado, desde 1874 no hubo ningún líder extranjero que asistiera a la ceremonia de cambio de mando en Estados Unidos.
Cómo podría ser el vínculo con China
Durante la campaña, el líder MAGA ya había anunciado que su plan era establecer aranceles de hasta el 60% o el 100% para bienes provenientes de China para reducir el déficit comercial de Estados Unidos. Y, poco después de ganar las elecciones, dijo que una de sus primeras medidas sería gravar con un 25% las importaciones desde Canadá y México, e imponer un arancel adicional del 10% a las procedentes de China, como parte de su lucha contra la inmigración ilegal y el tráfico de drogas.
El presidente electo dijo el lunes que se ha estado comunicado con Xi a través de representantes y que cree que ambos se llevarán bien durante su segundo mandato.
A la vez, buscó interceder en la disputa judicial abierta con TikTok, que es obligada a desvincularse de su empresa matriz en China, ByteDance, o será prohibida en Estados Unidos a partir del 19 de enero. El presidente electo le pidió a la Corte Suprema, que deberá decidir sobre esta ley aprobada por el Congreso el año pasado, que postergue su definición para darle más tiempo para encontrar una "solución política".
El gobierno de EEUU sostiene que ByteDance, como empresa china, está sujeta a las leyes de Beijing que obligan a las compañías a colaborar con el Partido Comunista Chino. Esto, según las autoridades, representa una amenaza directa a la seguridad nacional.
De todas formas, Trump designó a una serie de funcionarios que comparten una retórica contra la influencia china, como el elegido como secretario de Estado, Marco Rubio, con lo que su postura podría ser aún más confrontativa durante su segundo mandato.
El Ministerio de Exteriores chino aseguró esta semana que Beijing le daba "gran importancia" a las declaraciones de Trump y que esperaba promover "un desarrollo estable, saludable y sustentable de las relaciones económicas y comerciales" entre ambos países.
