En 2016 saltó a la fama con la publicación de sus memorias, "Hillbilly Elegy", en las que narra su infancia y juventud presididas por la pobreza, los abusos y la lucha de su madre por salir de las drogas. El libro estuvo en la lista de los más vendidos de The New York Times, el cual lo clasificó como "uno de los seis mejores libros para ayudar a entender la victoria de Trump". En ese momento, The Washington Post llamó a Vance la "voz del cinturón de óxido".
Durante su infancia rara vez fue a la iglesia, pero absorbió el cristianismo vivido por su abuela. “En el mundo roto que vi a mi alrededor, y para las personas que luchaban en ese mundo, la religión ofreció una ayuda tangible para mantener a los fieles en el camino”, escribió en sus memorias.
En su adolescencia, su padre biológico, que lo había abandonado cuando tenía 6 años, volvió a entrar en su vida y Vance se sumergió con él en las enseñanzas evangélicas. En ese momento comenzó a asistir a la iglesia de su padre y abrazó las costumbre cristianas. Se volvió “pro-vida” a los 14 años y dijo que el cristianismo le proporcionaba estructura y “presión moral” a su padre y a él.
En una entrevista en 2016 con con Rod Dreher, un escritor conservador y cristiano ortodoxo que asistió a su bautismo, dijo: “No beber, tratar bien a las personas y trabajar duro requiere mucha voluntad cuando no creciste en privilegio. Ese sentimiento —si es real o completamente falso— de que hay algo divino ayudándote y dirigiendo tu mente y cuerpo, es extraordinariamente poderoso".
Tras haber atravesado una niñez y adolescencia caóticas, Vance no solo se sintió atraído por las ideas teológicas de la Iglesia, sino también por sus enseñanzas sobre la familia y el orden social, que le ofrecieron un contraste profundo con el desorden que marcó su crecimiento. Para Vance, convertirse al catolicismo fue unirse a “la resistencia”.
Un recorrido intelectual hacia la fé
JD Vance con su familia en el Vaticano. AP.webp
Vance cuenta que durante su juventud pasó por una “fase atea y enojada”, en la que rechazó el antiintelectualismo del cristianismo de su familia, antes de comenzar una "búsqueda interior" durante sus años en Yale, donde comenzó a leer a filósofos y teólogos clásicos y a mantener conversaciones con algunos frailes dominicos.
Allí, la lectura de las obras de San Agustín, el teólogo político cuyo tratado del siglo V, La Ciudad de Dios, desafió a la clase dirigente de Roma, fue definitiva. “San Agustín me dio una forma de entender la fe cristiana de una manera marcadamente intelectual”, explicó en una entrevista con The American Conservative, un año después de su conversión. “Como alguien que pasó gran parte de su vida creyendo en la mentira de que había que ser estúpido para ser cristiano, Agustín me demostró de forma conmovedora que eso no es cierto”, dijo.
"Con el tiempo me convencí de que el catolicismo era verdadero. Me crié como cristiano, pero nunca tuve un apego demasiado fuerte a ninguna denominación y nunca fui bautizado. Cuando me interesé más por la fe, comencé desde cero y me fijé en la iglesia que más me atraía intelectualmente", afirmó en una entrevista con The American Conservative.
A sus 30 años, Vance comenzó a coquetear con la idea de convertirse. En Washington, se conectó con el padre Dominic Leggeun, exalumno de la Facultad de Derecho de Yale que se había convertido en sacerdote en la Casa Dominicana de Estudios. Él fue el primer sacerdote con quien Vance discutió su deseo de convertirse al catolicismo y cuando se mudó a Cincinnati en 2018, el padre Legge lo conectó con el padre Henry Stephan en la iglesia St. Gertrude.
La iglesia de St. Gertrude era un lugar adecuado para el joven político millennial, que se sentía atraído por las antiguas tradiciones de la Iglesia Católica Romana. Allí, Vance se reuniría con el padre Stephan, donde, durante meses, leyeron obras de teología, misticismo y filosofía política y moral.
El bautismo de Vance: "¿cómo puedo ser un mejor esposo?"
JD Vance tomando su bautismo en 2019.jpeg
Fue un día de verano de 2019, cuando Vance, de entonces 35 años, se dirigió a St. Gertrude para finalmente ser bautizado y recibir su primera comunión. Los frailes de la iglesia organizaron una recepción celebratoria para su familia con rosquillas.
Allí eligió a San Agustín como su santo patrón. Vance sostuvo que la de San Agustín fue "la mejor crítica de nuestra era moderna que jamás haya leído. Una sociedad orientada completamente hacia el consumo y el placer, rechazando el deber y la virtud", afirmó.
La conversión de Vance ocurrió ya en su adultez, luego de casarse en 2014 con su compañera de clase Usha Chilukuri, convertirse en padre y descubrir sus aspiraciones profesionales. Vance temía que su conversión pudiera ser "injusta" para su esposa, quien venía de familia hindú y no se había casado con un católico. Sin embargo, el ahora vicepresidente señala con frecuencia que ella lo apoyaba y veía que eso lo hacía un mejor padre y esposo, más perdonador y paciente. A partir de su conversión comenzó a criar a sus tres hijos en la Iglesia Católica Romana.
Al convertirse, Vance se hizo una serie de preguntas: “¿Cómo ser un mejor esposo, un mejor hombre, un mejor padre? - se preguntó en un pódcast de 2021-. ¿Cómo construir un sentido de masculinidad que sea protector, defensivo y agresivo, pero que no sea solo un espectáculo? Las élites no les importa en absoluto la diferencia entre hombres y mujeres y cómo necesitamos inculcar virtudes masculinas y femeninas. Pero el cristianismo realmente lo hace.”
JD Vance junto a su esposa Usha Chilukuri Vance. AP.webp
JD Vance junto a su esposa Usha Chilukuri Vance.
AP
Agenda LGBTQ+ y derecho al aborto
“Se me juzgaría por si conseguía un puesto de asistente en la Corte Suprema, si trabajaba en un banco de lujo o en una firma de consultoría o legal”, dijo Vance en un pódcast de 2021, y agregó: “Me di cuenta de que esto era una manera increíblemente vacía e incluso repulsiva de pensar sobre el carácter y la virtud".
Vance se acercó al catolicismo desde el ala tradicionalista de la iglesia. El mundo de intelectuales conservadores católicos, abogados y políticos, del que se rodea, priorizan los valores tradicionales de la familia, rechazan la agenda de derechos LGBTQ+ y son opositores al aborto.
Esta cosmovisión sirvió como contrapunto a gran parte de su infancia caótica y se fusionó con sus propias críticas a la América contemporánea: desde el abandono de los trabajadores, hasta la infelicidad de las “mujeres solteras y sin hijos”. “Mis puntos de vista sobre la política pública y cómo debe ser el estado óptimo están bastante alineados con la enseñanza social católica”, dijo Vance en una entrevista con Dreher. “Vi una verdadera superposición entre lo que me gustaría ver y lo que la Iglesia Católica quisiera ver", sostuvo al expresar su deseo de inculcar la virtud en la sociedad moderna.
Donald Trump y JD Vance. AP.webp
¿Dios salvó a Trump en el atentado fallido?
Su conversión ocurrió en un momento en que muchos católicos estadounidenses han regresado a prácticas tradicionalistas, como la misa en latín, en su mayoría en contra de los deseos del Papa Francisco. Al respecto Vance dijo que “no es un gran fan de la misa en latín”, aunque le gustaba mucho la estabilidad de una iglesia que era “realmente antigua”, resistiendo el flujo del mundo moderno.
Vance también es parte de la coalición cambiante de cristianos conservadores en la política republicana. Mientras que algunos conservadores sociales tradicionales, como el primer compañero de fórmula de Trump, Mike Pence, hicieron hincapié en la moral personal y causas sociales como la lucha contra los derechos al aborto y el matrimonio gay, Vance se unió a una corriente de conversos católicos que buscan remodelar la política republicana, desafiando los principios del libre mercado y defendiendo el bienestar de los trabajadores.
Vance considera que en el fallido intento de asesinato de Trump estuvo involucrada la mano de Dios. “Nunca podrán convencerme de que ese giro de cabeza en el último segundo no fue más que un milagro”, dijo.