En su primer día de regreso a la Casa Blanca, Donald Trump revocó 78 políticas de la administración Biden, entre ellas una orden ejecutiva de 2023 sobre inteligencia artificial (IA). La norma, que había sido considerada por el demócrata como una de las más importantes de su mandato, establecía controles estrictos para evitar los riesgos asociados a la IA.
El decreto de Biden requería que las empresas que desarrollaran sistemas avanzados de IA notificaran a las autoridades antes de realizar pruebas y compartieran los resultados con el gobierno antes de su lanzamiento. Según la normativa, los Departamentos de Energía e Interior debían supervisar los posibles riesgos en infraestructura crítica, incluyendo sectores como química, biotecnología y ciberseguridad.
Además, la normativa incluía disposiciones para proteger la privacidad, reforzar los derechos civiles, y promover la innovación responsable. El texto también obligaba al etiquetado claro de contenido generado por IA para prevenir fraudes y engaños, una medida que había sido bien recibida por ciertos sectores de la sociedad civil.
Sin embargo, los republicanos habían adelantado su intención de derogar la medida en caso de que Trump regresara a la Casa Blanca. Según declaraciones citadas por Reuters, los legisladores republicanos sostenían que la normativa de Biden representaba un “obstáculo a la innovación”, argumentando que los desarrollos en IA debían estar basados en la “libertad de expresión y el florecimiento humano”. Muy en consonancia con el pensamiento de los líderes de los gigantes tecnológicos.
La estrategia de Trump: menos regulación, más innovación
La administración Trump busca adoptar un enfoque menos restrictivo, priorizando la innovación y la competitividad internacional. Como parte de esta estrategia, el presidente propuso la creación de un "zar de la IA", figura encargada de coordinar la política federal en este sector.
Trump designó a David Sacks, exdirector de operaciones de PayPal, como jefe de inteligencia artificial y criptomonedas en la Casa Blanca. Sacks es conocido por su postura a favor de una “regulación mínima”, lo que refuerza la visión de Trump de que la IA debe desarrollarse con mínima intervención gubernamental.
Durante su campaña, Trump criticó duramente las regulaciones impuestas por Biden, calificándolas como un freno innecesario. Según sus declaraciones en el podcast Impaulsive, afirmó que la IA es "algo realmente poderoso" y que "estamos justo al comienzo de esto", aunque reconoció que también puede resultar "alarmante".
El respaldo de los magnates tecnológicos
La postura de Trump en favor de la desregulación de la IA se da en el marco del apoyo que recibió de importantes figuras del mundo tecnológico, entre ellas Elon Musk, Mark Zuckerberg y Sam Altman, quienes han mostrado un respaldo financiero y político a su administración.
Elon Musk, director ejecutivo de Tesla y SpaceX, ha sido uno de los principales aliados de Trump durante la campaña, a la que aportó más de 270 millones de dólares. Musk ha señalado en reiteradas ocasiones que la IA representa "la mayor amenaza existencial" para la humanidad
El magnate sudafricano, que asistió a la ceremonia de asunción de Trump y estará a cargo del Departamento de Eficiencia Gubernamental, no dio hasta ahora una opinión explícita sobre esta medida de Trump. Musk, que en 2023 fundó xAI con el objetivo de liderar el desarrollo de inteligencia artificial generativa, se ha mostrado a favor de la regulación de la IA en el pasado.
Por su parte, Mark Zuckerberg, CEO de Meta, ha manifestado un cambio significativo en su postura respecto de Trump. Durante su primer mandato se mantuvo distante, pero ahora ha ajustado las políticas de moderación de contenido en sus plataformas para alinearse con la administración republicana, eliminando ciertas verificaciones de hechos y permitiendo un entorno más flexible en la difusión de información.
Además, Zuckerberg realizó una donación de un millón de dólares para la toma de posesión, consolidando su acercamiento a la Casa Blanca.
Sam Altman, CEO de OpenAI, ha mostrado un apoyo financiero a Trump, aportando la misma cifra para el fondo de la asunción. Aunque ha manifestado preocupaciones sobre la IA, ha adoptado una postura pragmática al considerar que el liderazgo estadounidense en IA requiere un entorno más desregulado y propicio para la inversión.