Jugó en Japón y se retiró a los 41 años. Después, cuando no pensaba seguir en el fútbol, fue el coordinador de la etapa más proficua en la historia de Liverpool.
Hoy, ya retirado, disfruta de la pesca y el truco con amigos.
Cuando quería ser Manga
La canchita del club Málaga de baby fútbol está ubicada en el corazón del barrio de Punta Rieles. A una cuadra de la casa donde vivía Pedro Pedrucci, por lo que no es extraño que en la década de 1970, aquel niño nacido en 1961, comenzara ahí su trayectoria futbolística. En realidad fue antes, en las calles del barrio, donde jugaba todo el día a la pelota con sus amigos.
Eran tiempos en los que en los equipos de barrio, jugaban realmente los gurises del barrio. El impulso para unirse al club se lo dio su mamá. "Ella adoraba el fútbol y era la que hacía el sacrificio para llevarme. Fue una infancia muy feliz", recuerda Pedro ya con 63 años de edad, jubilado y afincado en Las Toscas.
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De niño, cuando su mamá lo salvó del arco
Su mamá ganó un importante debate familiar para su futuro: "Mi papá idolatraba a Manga (arquero de Nacional en esa época), me vestía de Manga y yo quería ser Manga. Pero mi mamá fue y le dijo al técnico que de golero no me pusiera nunca más. Me salvó. No quería que fuera arquero porque decía que se sufría mucho". Así fue que el fútbol ganó un exquisito número 10.
Cuando tenía 9 años sus padres se separaron. La mamá se fue a vivir a Argentina y Pedro se mudó con una tía, hermana de su madre, al Cerro. En ese barrio de Montevideo cursó los primeros dos años de liceo y jugó en La Boyada. Luego, volvió al Málaga.
Cuando terminó el ciclo de baby fútbol, que en aquella época comprendía cuatro categorías (chatitas, semillas, cebollas y baby), no siguió en las formativas de ningún club. "Me quedé jugando en los equipos de barrio. En esa época había equipos de barrio fabulosos, teníamos a nuestros ídolos jugando ahí. Los míos eran mi tío 'el Pulga' Valerio, Espíndola, jugadores extraordinarios. Mi tío llegó a jugar en Danubio y Rampla".
Eliseo Rivero, un referente de Danubio, lo invitó al club. Pero no fue. "Me tiraba jugar ahí, en el barrio, era competitivo, se llenaban las canchas, vivía eso". Además, a los 16, 17 años, empezó a trabajar para ayudar en la casa. "Estuve en el Chivito de Oro un tiempo y después en una empresa de pinturas que trabajaba dentro del puerto, haciendo mantenimiento a los barcos. En ese entonces, si dejabas de estudiar, a trabajar", recordó.
Directamente a la Primera de Progreso
Pero otro vecino, porfiado, lo convenció de ir a Progreso cuando tenía 17 años. En la práctica lo vio Eloy García, el técnico de Primera división y, sin pasar por juveniles, lo sumó al plantel principal. "Ese año subimos a la A. Alternaba, de titular creo que jugué un solo partido, pero sí me ponían en los segundos tiempos y ahí empezó todo".
En 1979 asumió Tabaré Vázquez presidente de Progreso y ascendió a Primera división.
"En Progreso comencé con unos referentes extraordinarios que me ayudaron mucho, porque al no tener inferiores, fue un crecimiento muy rápido. No me costó, fue algo natural, en un abrir y cerrar de ojos Progreso subió a Primera y me citaron a la selección juvenil de 1981, con esa camada fabulosa".
Entre otros, integraban aquella selección que ganó el Sudamericano juvenil de 1981, Nelson Gutiérrez, Enzo Francescoli, Jorge Da Silva, Carlos Berrueta, José Batista, Santiago Ostolaza, Jorge Villazán, Javier Zeoli, Adolfo Barán.
Nacional armó en 1983 lo que llamó "El equipo de las estrellas". Contrató a varios jugadores de renombre nacional e internacional, con la intención de pelear la Copa Libertadores. Pedrucci fue contratado a préstamo de Progreso. "Yo era la menos estrella de todas", bromeó.
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Pedro Pedrucci en Nacional 1983
Un paso enorme para aquel futbolista de 21 años: "Fue algo increíble, desde el primer día que pisé Los Céspedes. En aquel entonces pasar a Nacional o Peñarol, era para pocos. En los años 80 fueron fabulosos, jamás estaban afuera de los cuatro mejores de América, lograron cuatro títulos en 10 años. Desde el primer día realmente vi lo que era ser profesional, había muchísima diferencia entre los equipos denominados chicos y los grandes".
Nacional fue eliminado de la Libertadores, pero ganó el Campeonato Uruguayo con luz. "En Nacional se jugaban cosas importantes, con estadio lleno todos los fines de semana. No se dio la Copa, quedamos afuera en semi, y Miguel Brindisi se tuvo que ir a Buenos Aires por un tema familiar y agarré la titularidad. Terminé un año fantástico. Logramos el campeonato, salí goleador de la Liguilla con Ruben Sosa y eso sirvió para que Progreso me pudiera vender".
El siguiente destino: Francia
Tras el pasaje por Nacional, el siguiente destino fue Laval de Francia, a orillas del río Mayenne. "Cuando me llamaron aceleramos el casamiento con Graciela, mi señora. Fuimos muy jovencitos a un mundo totalmente diferente".
El Laval era un equipo que jugaba en Primera división y en la Copa Uefa. "Un equipo chico, de una ciudad pequeña, pero que tenía un entrenador extraordinario y se caracterizaba por sacar jugadores jóvenes".
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Reportaje sobre Pedrucci en Laval
La selección francesa de esa época tenía un nivel espectacular. Ganó la Eurocopa de 1984, con una camada de futbolistas maravillosos: Platini, Battiston, Tigana, Giresse.
"Jugué contra todos, menos Platini que estaba en Italia. Los defensas Bosics y Batiston, Amoroso el lateral izquierdo, Tigana era el mayor recuperador de balones de Europa, Giresse jugaba de 10, una cosa de locos. Era muy lindo el fútbol francés, tenía equipos con mucha convocatoria, si bien no era el principal deporte en Francia, había equipos que movían masas grandes".
Permaneció dos años en ese equipo y regresó a Uruguay. "La diferencia económica no era tan grande y mi señora quedó embarazada, entonces aprovechamos para retornar".
Jugó seis meses en Progreso, "donde logramos algo fabuloso que fue entrar a la Copa Libertadores".
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Pedrucci y Erardo Cóccaro en Progreso 1987
Siguió un año en Deportivo Quito y volvió a Uruguay para jugar en Defensor en 1988: "Se logró una campaña bárbara atrás de aquel Danubio muy bueno" que ganó el Campeonato Uruguayo.
Dice que Progreso es su amuleto. Pero también podría ser al revés. En 1989 regresó al equipo de La Teja, el año que ganó el Campeonato Uruguayo por primera y única vez en su historia.
"A Progreso lo mueve el barrio, es un equipo especial, está en lo mejor de mis recuerdos porque ahí me formé, ahí me enseñó gente como Ildo Maneiro, Moller, Falero, Carlitos de Avila. Tendría que nombrar un montón. Como fui muy chico, sin haber pasado por formativas, aceleré los procesos porque esa gente te dejaba un montón de enseñanzas", subrayó.
Pedrucci marcó el penal que le dio el título a Progreso en el Palermo.
¿Cuál fue la clave para lograr aquella hazaña para un cuadro de barrio? "Lo del grupo es muy nuestro, muy uruguayo, pero realmente creo que los grupos en nuestro fútbol tienen mucha importancia. Saúl (Rivero) armó un equipo porque Progreso estaba complicado con el tema del descenso. Al haber sido un campeonato corto y no pensar en el descenso inmediato porque era sumar para el año siguiente no pasar por ese drama, comenzamos y se empezaron a dar los resultados. Vinieron los grandes, les ganamos, y al final se dio. No queríamos aflojar después que estábamos ahí, cada partido era una final y por suerte un par de partidos antes logramos el campeonato", recordó.
Tabáre Vázquez (ese año electo Intendente de Montevideo y luego presidente de la República) permanecía como presidente. "Era todo a pulmón, pero la pasamos muy bien, teníamos nuestra concentración; nos agarró el verano en la Liguilla y no era muy cómodo por el calor, pero nos revolvíamos de una manera u otra para estar juntos y luchar contra las adversidades".
El plantel concentraba en Don Pepe, en el Paso de la Arena: "Se hizo como concentración, con los años Progreso tuvo dificultades económicas y se fue deteriorando. Pero era un chalé muy lindo, con cinco dormitorios para cuatro personas cada uno, con una sala de juegos, parrillero, mucho verde porque estaba cerca del parque de Paso de la Arena".
La gestión de Vázquez para su pase a Toshiba
Tabaré fue decisivo para su siguiente paso futbolístico. "Vázquez había viajado a Japón con el fútbol universitario y por su doctorado y conoció gente. De una charla que tuvo, vinieron a ver unos partidos, les gustó como jugaba e iniciaron las conversaciones. Junto a Mario López, fuimos los primeros que nos aventuramos a ir a aquel mercado".
El destino fue el Toshiba. "Yo tenía 29 años, y fue todo más fácil a nivel familiar, a pesar de ser una cultura muy diferente. Nos trataron bárbaro, aprendimos mucho, al otro año fue Hugo De León con nosotros".
Matías, su segundo hijo, nació en Japón. "La primera pretemporada la hice allá, la segunda me dejaron hacerla en Montevideo porque ellos venían a jugar unos partidos, era muy común eso. Jugamos contra Nacional, Peñarol, Defensor y Progreso en Uruguay, contra Boca en Argentina y Olimpia en Paraguay".
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Pedrucci en Toshiba, con Hugo De León y Mario López
La polémica que no fue polémica en la selección
La selección uruguaya, dirigida por Óscar Tabárez, clasificó al Mundial de Italia 1990. En febrero de ese año, participó de la Copa Marlboro, en Miami. Enfrentó a Colombia y Costa Rica. Pedrucci integró aquel plantel que tenia a Fernando Alvez, Pintos Saldanha, Hugo De León, Ostolaza, Daniel Fonseca, entre otros.
Ingresó desde el banco en el primer encuentro contra Colombia y fue titular en el segundo frente a Costa Rica. "Me fue muy bien, hice un gol, fuí el jugador del torneo. Una selección espectacular, de grandes jugadores".
Luego de eso se generó una polémica mediática que lo tuvo a Pedrucci como protagonista, sin quererlo. "Fue más que nada para la prensa que para la relación con Tabárez, Gregorio y Gesto. Había que dar una lista para una gira previa al Mundial, me llamaron y me dijeron que el grupo estaba, pero tenía que viajar igual a Europa porque no se sabía lo que podía pasar. Yo entendí que no, que si ya estaba la lista, prefería dar un paso al costado, porque era ir por si se lesionaba alguien", relató.
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Pedrucci en la selección, abajo a la derecha junto a Ruben Pereira
Pedrucci no habló con los medios y se publicó que había renunciado a la selección: "Yo no renuncié, fue una charla en buenos términos con Gregorio y con el Maestro con el que siempre tuve buena relación. Se había dicho que el grupo estaba armado desde la Copa América de Brasil, que no iba a entrar nadie, salvo que se lesionara alguien".
Había tenido un año bárbaro y la ilusión del Mundial estaba: "Me había ilusionado porque venía de un año extraordinario, donde gané el Balón de Oro El Día, el Charrúa, la prensa decía que tenía que estar. Fui a la Copa Marlboro y me fue bien, pero el fútbol es así, tiene estas cosas. Además, la selección tenía jugadores increíbles, como Ruben Paz, Bengoechea, Francescoli, Ruben Sosa".
Peñarol, la huelga de futbolistas y de vuelta a Japón
Luego de eso surgió el pase a Japón y volvió en 1992 para defender seis meses a Peñarol.
"Había un equipazo, pero lamentablemente por lo que sucedió en esa segunda parte del año fue muy difícil. Apenas llegué nos fuimos de gira a España, larguísima, a la vuelta nos agarró la huelga de dos meses. Practicamente casi que no pude jugar. Cuando vamos a la Liguilla me operan de meniscos, no pude jugar y me vino a buscar de vuelta la gente de Toshiba".
La huelga de futbolistas en Uruguay en 1992 fue una protesta contra las sanciones que la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) impuso a los clubes Basáñez y Villa Teresa, tras la muerte de un hincha en un partido entre ellos.
Permaneció en el Toshiba hasta 1995. "Volvimos por un tema familiar, Matías empezó con el autismo y era muy difícil estar allá. Yo ya tenía 37 años. No sabía que se me iba a prolongar tanto la carrera después de eso, ya tenía una edad avanzada, había estado lejos de nuestro fútbol".
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Pedrucci en Defensor, junto al Manteca Martínez
A la vuelta al país lo buscaron Central y Rentistas, y terminó inclinándose por los bichos colorados por la insistencia de su amigo Gustavo Machaín. Los rojos subieron a la A y se mantuvieron en 1997.
El final se fue estirando
Al año siguiente jugó en Villa Española y en 1999 volvió a Progreso, donde pensó nuevamente que sería el último equipo. Pero Raúl Moller lo llamó para ir a River Plate: "De toda la gente que me enseñó mucho, creo que Arturaola y Moller fueron los que más hicieron por mi carrera".
Es más, un consejo de Moller le quedó para siempre: "Raúl fue un maestro, desde el primer día, yo era muy jovencito, muy dribleador y un día me agarró y me dijo, vos tenés que arrancar derecho a los defensas. Yo a veces eludía para los costados, no había jugado en inferiores. Raúl con toda su seriedad me dijo, 'usted arranque para donde están los zagueros'. A partir de ahí me cambió la carrera. Después siguió influyendo mucho, me llevó a River, a Defensor, y siempre fue un buen consejero para mi".
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Nacional 1983; Pedrucci aparece junto al arquero José Luis Sosa
Tras un año en los darseneros y con casi 40 años, lo llamó Ariel Krasouski para ir a Liverpool. "Fue a buscarme con Palma y me convencieron. Yo no estaba muy afín a seguir porque no quería defraudar a Ariel, un tipo que había jugado con Maradona, con una carrera exitosa, y me entró la duda. Me convencieron y jugué dos años en Liverpool. En 2001 quedamos en la puerta del ascenso y al segundo año vino Julio Ribas, armó un plantel de Primera división, y subimos tras una campaña extraordinaria".
Con 41 años lo tentó Julio Balerio desde Rentistas. Allá fue Pedrucci. Antes de empezar el campeonato fue operado de menisco. "Jugué unos partidos, pero vi que la rodilla no respondía, no la sentía segura, y a pesar de que querían que siguiera, puse punto final".
El éxito como coordinador en Liverpool
No cursó la carrera de entrenador porque no quería seguir en el fútbol tras el retiro. Pero no fue tan fácil despegarse. "Aparecieron propuestas, me llamó Machaín para ayudarlo en la Séptima de Danubio. Era impresionante la cantidad de jugadores que sacaba en esos años. Estuve seis meses y apareció José Luis Palma nuevamente y me ofreció la coordinación de Liverpool, casi por ocho años, hasta 2015".
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Pedrucci hoy, en Las Toscas
Foto: Inés Guimaraens
"Una tarea que me encantó, logramos cosas muy buenas en Liverpool, todavía seguían vendiendo jugadores de la captación que teníamos, como De la Cruz, Ramírez, Pereira, Medina, un montón. Hoy el club está muy bien económicamente gracias a todo ese trabajo no solo mio, sino de todo el grupo. Jerarquizamos las formativas de Liverpool y Palma nos apoyó muchísimo. De no tener una captación, pasamos a tener una de las mejores, con sicólogo, asistente social", detalló Pedrucci.
Luego de un entredicho con el gerente, salió de Liverpool y ahora sí, del fútbol: "La coordinación me llevaba casi las 24 horas, fueron muchos años y decidí dar un paso al costado definitivamente en el fútbol y ayudar a mi señora con Matías".
Hace tres años y medio que la familia se instaló definitivamente en Las Toscas. "Me jubilé, tengo un hijo autista y acá hay mejor calidad de vida. Lo único que hago a veces es ir a abrir una ferretería de un amigo, cuando él está complicado. Me encanta la pesca, estoy a tres cuadras de la playa; entre eso y la jardinería se nos van los días", contó.