Sin embargo, dentro lo que jugó este domingo Peñarol y dentro del balance general que se puede hacer de este comienzo de año, hubo sí un punto positivo: Juan Rodríguez.
El zaguero de 19 años entró para cuidar una zona vulnerable en un momento complicado y caliente: la salida de Léo Coelho y el respaldo a Javier Méndez que hizo el entrenador.
El audio filtrado de Coelho criticando a Méndez trajo sus consecuencias. Aguirre borró a Coelho y respaldó a Méndez que en este inicio de temporada no es ni una sombra del jugador que hizo un 2024 al límite de sus posibilidades.
Méndez hizo flojos clásicos contra Nacional, falló en el gol ante Boston River y cometió un penal innecesario contra River Plate. Hoy ante Racing, fue superado en el mano a mano por Lucas Monzón, con una facilidad pasmosa.
Rodríguez, en cambio, mostró estar hecho de otra madera.
Es muy prolijo para salir jugando con la pelota. Tiene una sensibilidad para el pase muy cuidada, hasta estética. Se animó a salir eludiendo presionado por dos defensores. Y se supo poner el traje de bombero.
En el arranque del segundo tiempo, cuando Leo Fernández arrancó y dio un pasesito atrás propio de un gurí ganado por los nervios y que recién está empezando, Rodríguez se cruzó a espaldas de Méndez y cortó una situación de 3 contra 2 muy propicia contra Racing.
Sobre el minuto 80, cuando Esteban Da Silva lo encaró y se metió en diagonal al área para tirar cruzado, mostró esas condiciones técnicas que tiene que tener un zaguero para marcar a un delantero, eso que a Méndez le faltó ante Monzón, zaguero de profesión.
Temporización, amague, llevar al jugador a definir hacia la pierna hábil del defensor, aplomo, timing y velocidad de piernas para tirarse a barrer y llegar a bloquear con lo justo.
Por algo el Campeón del Siglo aplaudió esas y todas sus intervenciones hacia el final del partido.
Claro que es un jugador joven. Que la confianza en su buen pie lo puede traicionar en alguna salida. Que algún error, teñido de inexperiencia, sobrevendrá. Pero Rodríguez le dejó claramente demostrado a Aguirre que puede contar con él, que Peñarol genera talentos proyectables al primer equipo.
Peñarol hizo debutar desde su retorno al club, en noviembre de 2023, a Andrés Madruga, Tomás Olase, Germán Barbas, Luciano González, Randall Rodríguez, Santiago Benítez (llegó al club a Tercera, desde Cerro) además de a Rodríguez esta noche. A Nahuel Herrera le dio participación, pero ya lo había hecho debutar Alfredo Arias.
Olase, que había convencido a Aguirre para darle pista esta temporada tras las salidas de Gastón Ramírez y Sebastián Cristóforo, tuvo la mala fortuna de romperse los ligamentos cruzados de la rodilla.
González, a quien Aguirre tenía pensado darle más protagonismo este 2025, también sufrió la misma lesión en noviembre del año pasado.
Todos los jugadores del club que retornaron este año a Peñarol no fueron considerados por Aguirre, incluido Madruga que tuvo que volver a jugar a Tercera.
Aguirre tiene otros dos talentos para poder levantar al equipo de mitad de cancha en adelante: Germán Barbas, jugador de la su 20, volante interior, y Leandro Umpiérrez, mediocentro ofensivo, goleador de Tercera el año pasado.
Las frases hechas de que a los juveniles no hay que tirarlos a la cancha en condiciones adversas no pueden correr para Aguirre cuando en un venturoso 2024 apenas si le dio cabida a los juveniles del club.
Peñarol tiene falencias por donde se lo mire. Martín Campaña, que es un golero probado, está entrando en esa peligrosa fase de golero de cuadro grande que es no salvar al equipo cuando el equipo es apurado. Todo lo contrario Luis Mejía en Nacional.
Pedro Milans entró en un bache defensivo importante: falló ante Boston River y hoy ante Racing. Pero cuando Aguirre mira al banco y tiene a Camilo Mayada o Damián Suárez, sabe que las posibilidades de cambio son escasas.
Javier Méndez y Maximiliano Olivera no resisten la titularidad por sus pobres rendimientos.
En el medio, Rodrigo Pérez no está al mismo nivel con el que llegó el año pasado. Eduardo Darias empuja y es el abanderado de la intensidad del equipo. Pero no encuentra eco en sus compañeros.
A Leo Fernández le está pensado toda la confianza que el club depositó en él. Los rivales lo presionan, lo malhumoran, lo desgastan, le cometen faltas, pero siempre lejos del arco. Y Aguirre comete el error de hacerlo retroceder -cuando sus prestaciones defensivas para jugar en el doble 5 son nulas- para no superponerlo con David Terans, al que pasan los minutos pero sigue lejos-bien lejos de ser el que fue en el 2021 con Peñarol.
Los extremos tampoco repiten. Jaime Báez es una sombra del gran refuerzo del segundo semestre 2024. Javier Cabrera tuvo algún amague de parecerse, como cuando entró contra Boston River. Pero no pasó de eso. Diego García volvió a entrar y rematar bien de afuera del área. Poco, pero al menos, algo.
Maxi Silvera, arriba, es otro que salvando el buen clásico que hizo en el Parque, en la tercera fecha, está atascado. Tuvo un par de chances de correr arriba ante Racing y meter pechera para rematar, pero terminó fácilmente absorbido.
Es obvio que Aguirre no puede resolver todos los déficits con juveniles. Pero Rodríguez salvó con nota el debut y jugó como para quedarse. Cuando a Barbas y Umpiérrez les toque la chance, deberán responder igual para demostrarle al DT que lo del zaguero no es una excepción.