La prueba con Mario Patrón y Miguel Ignomiriello
De niño vivió en la calle Andrés Areguati y Camino Maldonado, frente a la Dirección Nacional de Policía Caminera. Jugó en el club Arbolito, donde surgieron jugadores como Néstor Montelongo, José Hermes Moreira y más adelante en el tiempo, Álvaro Recoba. Después tuvo un pasaje por Fénix y por el General Artigas, con el que se coronó campeón de campeones de Uruguay en baby.
"El Carioca", un moreno grandote que vendía diarios en una carnicería que quedaba en la calle Pirineos, lo invitó en 1971 a probarse en Nacional. Pero su padre se enfermó y Adán tuvo que hacerse cargo de la familia. "Trabajé de todo. No hay lo que no haya hecho. Trabajé en droguería, en sastrería, trabajé de feriante, tengo el oficio de panadero", contó a El Observador.
Hasta que uno de los hermanos Simaldone, que vivían frente a su casa, lo invitó a una prueba de aspirantes en Nacional, y allá fueron. "Había como 250 muchachos en la cancha de abajo (la número 2). Estaba (Mario) Patrón que ayudaba a Ignomiriello a hacer los equipos y a ponerlos en el puesto que correspondía a cada jugador".
Unos amigos le consiguieron un par de zapatos, porque él no tenía, y su hermano que era zapatero, le metió clavos para achicarlos porque le quedaban grandes. Lo pusieron de zaguero en uno de los tantos equipos que se armaron ese día. No protestó, si bien hasta entonces siempre había jugado de delantero. Jugó 15 minutos. "Me pareció que anduve bien, porque quitaba, entregaba, me tiraba a los pies, hablaba, en fin", recordó Machado.
Pero el técnico lo mandó a bañarse. Y le dijo que después volviera a hablar con él. "No me olvido más, en el repechito hacia los vestuarios iba llorando porque pensé que no quedaba. Después me calmé y me puse al lado. Miguel me miró, me llamó y me dijo: "Usted va a empezar a trabajar con los jugadores que ya son del club y los que van a salir de las pruebas. El 21 de diciembre a las 8 de la mañana tienen que estar acá". Paradójicamente, el vecino de enfrente que lo invitó a la prueba, no quedó.
Machado salió caminando por camino Berger hacia Cuchilla Grande (actual Belloni) a tomar el 300. Se bajó en la calle Roma y caminó hacia su casa con una alegría indescriptible.
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Nacional, campeón Uruguayo de 1977
"Le conté a mi madre y no entendía nada. Mi padre murió hace medio siglo, pero mi madre vive, tiene 98 años. Ellos no entendían nada de fútbol, nunca me fueron a ver. Eran analfabetos, no escribían, no sabían leer. Yo le dije que iba a jugar al fútbol y que me tenía que presentar tal día".
Debutó por una lesión de Polilla De los Santos
De los 35 jugadores que había cuando se presentó, quedaron 20. Machado sabía que el fútbol le iba a salvar la vida y por eso entrenaba el doble. "Corríamos desde Veracierto y Avenida Italia hasta la rotonda del aeropuerto. Hasta ahí eran 10 kilómetros. Yo tenía muy claras las cosas, quería llegar, me esforzaba. Creo que era uno de los jugadores que más entrenaba acá en el Uruguay: hacía 300 abdominales diarios y corría 30 kilómetros en la semana. Me quedaba en la cancha dando vueltas, 10, 15, 20 vueltas".
El equipo de Tercera división que dirigía Ignomiriello era una máquina. "Jugábamos de preliminar y 8 a 0, 9 a 1, 10 a 0. Jugamos un campeonato contra cuadros de Primera y salimos campeones. Le ganamos la final a Wanderers en el Parque Central, y ganamos 1 a 0 con un gol de Caillava. Ahí empezamos a subir al primer equipo".
Durante la semana, Machado se quedaba en el Parque Central y muchas veces se trasladaba con Carrasco a Los Céspedes para entrenar en Primera. "Vivíamos ahí con Carrasco, con Muniz. Para el lado que está el vestuario de Nacional en el Parque, al fondo había un gimnasio, habitaciones, cocinera, y vivíamos ahí, comíamos ahí. Yo me iba a casa el domingo y volvía el lunes", contó.
Cuando ascendieron a Primera, "Ignomiriello nos dijo que íbamos a ganar 500 pesos, después pasamos a ganar 1000, después 1500. En mi casa fue una locura, ganar ese dinero, ayudar a mi madre y mis hermanos fue algo fantástico. Eramos una familia muy, muy, muy precaria. Tenía un hermano, Jorge Martín Machado que jugó en Nacional un par de partidos, pero lo pusieron de lateral izquierdo y él era zaguero; medio se enojó y no fue más".
20240904 Adán Machado, ex jugador de fútbol.
Foto: Inés Guimaraens
Ignomiriello dejó una marca en Nacional. Llegó en 1974, después de haber dirigido a la selección juvenil argentina en el Torneo de Cannes y de haber trabajado como técnico alterno junto a Síbori en las Eliminatorias para Alemania 74. Según Machado, "Miguel era un gran entrenador. Era un adelantado, nos preparaba psicológicamente como si fuéramos jugadores de Primera y teníamos 16 años. Yo debuté con 18 en el Primera Nacional. Me acuerdo que jugamos en la Tercera y creo que por un gol, casi batimos el récord de aquella tercera famosa, donde jugaban Telmo Blanco, Ildo Maneiro, una Tercera extraordinaria que tenía. En el tiempo nuestro jugaban Revetria, Dario Pereira, Carrasco, Caillava, Muniz, Pagola, Taborda, el Polilla de los Santos... un fenómeno, un fenómeno".
Su debut en Primera división se registró el 23 de marzo de 1975 en un partido amistoso contra Atlético Goianiense, en el flamante estadio Serra Dourada de Goiás. "Ahí debuté, el técnico era Gualberto Díaz. Y después vinimos a Montevideo y empezaba el campeonato. El 'jas' derecho era el Polilla de los Santos, un extraordinario jugador y una persona fantástica. En aquel entonces en cualquier partido había 25.000 o 35.000 peronas. Jugamos contra Rentistas y lamentablemente el Polilla se lesionó como a los 15 minutos. Gualberto me puso y prácticamente no salí más".
Según el sitio de estadísticas atilio.uy, Machado debutó un año antes, en un amistoso contra Central Español.
Ignomiriello le dijo que tenía todo para ser un excelente jugador, pero tenía que trabajar mucho en fundamentos. "Yo me pasaba dominando la pelota, mejorando la técnica. Quería llegar o llegar, era mi único medio de vida". Así, aquel lateral que empezó por derecha y después jugó más por izquierda, comenzó su carrera profesional.
En Nacional jugó 165 partidos y casi 30 clásicos. El último partido oficial en Nacional fue un recordado clásico por la Liguilla que dejó a Peñarol afuera de la Copa Libertadores de 1980. El 4 de febrero de ese año, el tricolor ganó 2-0, con dos goles de Julio César Morales, dirigido por Juan Martín Mugica. Machado fue titular en aquel equipo que luego se coronó campeón de la Copa Libertadores, aunque él ya no estaba.
De casi firmar en Zaragoza al Cruzeiro
En agosto de 1978, Nacional hizo una gira por Europa. Uno de los últimos partidos que disputó fue contra Real Zaragoza, en La Romareda. "Hice un partido muy bueno marcando a un puntero de la selección. El técnico de Zaragoza era Vujadin Boskov, yugoslavo, que después dirigió a Real Madrid y salió campeón con la Sampdoria. Me pidió para el Zaragoza; tenían dos cupos de extranjeros, uno era del zaguero Vladimir Antic y el otro generalmente lo dejaban abierto para traer una figura adelante, un goleador, pero Boskov me quería llevar a mi", contó Machado.
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Viajó a México para jugar otro partido con Nacional y le avisaron que Zaragoza quería comprarlo, por lo que tenía que volver a España. "A mí no me gustaba andar mucho en los aviones, no quería ir solo, pero ningún dirigente me acompañó. El Poroto Salvo (empresario) me esperaba a las 3 de la mañana, yo perdí el vuelo y llegué a las 7 de la mañana. Me esperaron 6 hombres de traje, uno de ellos era el contratista Minella".
El club español le ofreció "una fortuna", más una casa y un contrato por tres años. El club quería que debutara el domingo siguiente contra Recreativo Huelva de Rafael Villazán, pero él quería viajar antes a Montevideo para llevarle el dinero a su madre. No se pusieron de acuerdo. "No firmé, me tomé un avión de Iberia y me vine. Me perdí el contrato de mi vida. Era muy joven y no estaba preparado", subrayó.
En Montevideo, Cascarilla Morales le dijo que lo había recomendado al Austria de Viena, porque el lateral titular se retiraba. Al mismo tiempo lo llamaron Pablo Forlán y el contratista Cholo Ledesma para ofrecerle ir a Cruzeiro. Debido a que dominaba el portugués porque sus padres eran de la frontera, agarró viaje para Brasil. En su lugar, Nacional contrató a Washington González, de Defensor.
En Cruzeiro jugó con Nelinho
En el equipo de Belo Horizonte fue compañero de Nelinho, "para mi gusto el mejor pateador del mundo. Las cosas que le vi hacer no tienen sentido. El hombre tiraba 30 tiros por día después de los entrenamientos. La pelota subía y bajaba, una cosa extraordinaria. Cuando jugábamos oficialmente, cuando pasaba la mitad de la cancha la gente empezaba a pedirle que pateara".
Nelinho fue autor de un gol maravilloso para Brasil contra Italia en el Mundial de 1978, pero después le contó a Machado que había hecho otro mejor contra Corinthians.
Embed - Precioso gol de Nelinho en el Mundial de 1978
Cuando terminó el contrato con Cruzeiro viajó a Montevideo con el dinero de la prima que le había pagado el club en una cartera de mimbre. "Yo le pedí que me pagaran en dólares, pero me pagaron en cruzeiros, la moneda de Brasil en ese momento. Traía billetes de 5.000 cruzeiros. En el avión me encontré con Martín Taborda y me contó que el cruzeiro había devaluado, de 9 bajó a 3. Ahí perdí mucho dinero".
En lo deportivo lo llamaron de Bolivia y de Ecuador, pero terminó jugando en Fénix. Luego, se fue a Racing de Avellaneda junto a Juan Ramón Carrasco. "Jugué con Olarticoechea, Calderón, Cejas, Bottaniz".
Recordó un gol que le hizo a Racing de Córdoba dirigido por Alfio Basile, tras asistencia de Carrasco en un tiro libre: "Yo tenía un pique corto bárbaro y le pedí a Juan que me la tirara por arriba de la barrera. '¿Estás seguros que llegás?', me preguntó. Juan la pinchó, pasó la barrera, llegué y la metí al otro palo. Ellos podían salir campeones si ganaban. Ganamos 3 a 1".
Después jugó en Rampla junto a Juan Francisco Mulhethaler, Miramar y se retiró en Defensor en 1985 por una lesión en el tendón de Aquiles.
La exitosa campaña como entrenador
Adán Machado fue un exitoso entrenador de divisiones juveniles. Comenzó en River Plate en la década de 1990, como integrante del cuerpo técnico de Víctor Púa. "Aprendí mucho con Ignomiriello y del profesor De León. Con el profe hablaba mucho. Un día vino Hugo De León de Rivera. Lo puso en una práctica, jugaba de 8, después de 4 y por último de back. De León me preguntó, '¿que te parece este riverense?' No sé, me parece que es buen jugador, le dije. Y me dio una definición extraordinaria: 'No es un buen jugador, va a ser un fenómeno. ¿Sabes por qué' Porque driblea caminando'. Con un amague cambiaba de ritmo y se iba dribleando gente al trotesito, pura técnica. Después el Hugo demostró lo que fue, campeón en todos lados", recordó.
Además de colaborar con Púa en el primer equipo, Machado dirigía Quinta, Cuarta y Tercera, donde tuvo a Rodrigo López, el Chavo Díaz, Diego López, Adrián Sarkissian, Yari Silvera, Deivis Barone, Heber dos Santos, Tiscornia, Javier Benia, Mateo Corbo".
Fue candidato a dirigir la selección juvenil de Uruguay junto a Víctor Púa. "Inzaurralde, presidente de River, me dijo que eramos los dos candidatos de la AUF. Él no me quería dejar ir. Entonces Púa va a la selección y después dirigí la Primera de River".
También fue entrenador en Central Español. En inferiores y en Primera. "Descubrí a José María Franco, que estaba en Basáñez, y lo mandé a comprar para Central. Era un keniata jugador de fútbol, hacía goles de todos los colores".
Contó que un día llegó hasta su casa un argentino junto a Carlos Mastrángelo, exjugador de Boca, para pedirl referencias sobre Franco. "Me preguntaron cuánto valía y les dije que yo no manejaba plata, pero no menos de 150.000. Les pareció mucho y entonces llamé a Paco Casal, con el que yo había jugado en Fénix. Me atendió Chijane que trabajaba con él, y le dije que compraran a José María Franco, porque andaba gente atrás de él. Lo compró y después lo vendió al Torino en una fortuna. De Central también saqué a Orteman, Macaluso, Mansilla, Tanque Silva y Abel Hernández, al que yo le puse la Joya".
"Yo le puse la Joya" a Abel Hernández
Contó que dirigiendo a la Primera de Central jugó un partido contra la Cuarta que dirigía el Chavo Díaz y donde jugaba Abel Hernández. "Lo veo jugar, era un gamo, no la tocaba a la pelota, la acariciaba, pero pesaba 50 kilos. Le dije al Chavo que era un fenómeno y él me dice: 'Si, tiene buenas condiciones, pero tiene asma, es muy flaquito'. No importa. Lo llamé y el pibe me dijo que su representante era Bentancur. Miré para la tribuna y estaba el Pacha Barilko que trabajaba con Bentancur. Lo llamé y le dije, 'este muchacho va a ser un fenómeno, es una Joya. Yo lo puedo poner en Primera, pero si le hacen un carro de comida todos los viernes; carne, pescado, pollo. Tengo que aumentarle 6 o 7 kilos. Eso lo aprendí de Ignomiriello, que le hizo aumentar 8 o 9 kilos a Muniz".
De ese momento, sin embargo, le quedó un mal recuerdo: "Hablé con Bentancur, le dije este muchacho es una joya, pero tenés que hacer esto y esto. Él me dijo algo que lamentablemente después no cumplió, no tuvo palabra: 'Si algún día lo vendemos, te regalo un apartamento'. Lo juro por mi madre. Lo vendió 10 veces más caro, hicieron fortunas él y el jugador, y nunca me dio nada. Yo no le pedí nada, pero no cumplió. Y era como yo dije, una Joya".
20240904 Adán Machado, ex jugador de fútbol.
Foto: Inés Guimaraens
En 2003 Juan Ramón Carrasco es designado técnico de la selección uruguaya y Machado fue a trabajar con él. "Fue una pena no haber terminado el ciclo, Juan es muy inteligente, podía haber hecho una campaña extraordinaria. Si hay alguien que trabaja muy bien en cancha es él".
En 2020 sufrió un infarto y actualmente, con 69 años, Adán Machado dirige a Vida Nueva de San Jacinto, donde llegó recomendado por Pico Umpiérrez: "El primer año logré un campeonato Sub 20, a su vez dirigía a Primera y salimos campeones de Primera y de la Copa de Oro. El segundo año salimos otra vez campeones de liga y campeón de campeones".
Mientras tanto, espera una nueva oportunidad en el fútbol profesional. "Me gustaría dirigir en Primera, porque tengo mucha experiencia", destacó. Adán vive junto a su esposa, a la que conoció hace 49 años cuando esperaba el ómnibus en Aparicio Saravia y Mendoza.