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Tiene nombre de profeta del Antiguo Testamento, el cual heredó de su padre, quien también se llamaba así. Los campitos de Punta de Rieles, allá donde llegaba el trolley bus en el trayecto más largo que realizaba un ómnibus por Montevideo, fueron testigos de sus primeros pasos y de sus primeras alegrías con la pelota.

Eliseo Rivero, quizás como el viejo profeta, era un elegido para ser campeón, porque lo hizo prácticamente con todas las camisetas que lució. Si bien era un futbolista de escasa estatura, tenía dos virtudes enormes: la fuerza para la entrega y una pegada fenomenal que lo ayudó a convertir muchos goles.

“Con 14 años jugaba con hombres y estaba acostumbrado. Fue una infancia era puro campo, repleto de canchas de fútbol, se respiraba fútbol”, recuerda Eliseo para Referí.

20250204 Eliseo Rivero, ex futbolista.
Eliseo Rivero hizo muchos goles en su carrera, pese a jugar la enorme mayoría de la misma, como lateral izquierdo

Eliseo Rivero hizo muchos goles en su carrera, pese a jugar la enorme mayoría de la misma, como lateral izquierdo

Su papá, homónimo en la familia, inauguró el 5 de agosto de 1957 la Barraca Punta de Rieles, y doña Elvira, su mamá, lo trajo a este mundo el 27 de diciembre de ese mismo año.

“Él empezó con la barraca y yo la sigo trabajando hasta estos días. Papá fabricaba los primeros bloques en la barraca y mientras tanto, mamá estaba por dar a luz”, dice.

Jugó durante años en Real Cerdeña en el baby fútbol, hasta que por edad debió dejar y un amigo lo llevó a entrenar en Danubio con 14 años. En la prueba con la Cuarta división, enfrentó a la Tercera y su nivel fue tal, que quedó. “Yo era back central, pero por mi estatura, empecé a jugar de lateral. En Primera debuté como puntero izquierdo, junto a (Víctor) Duque, (José Hermes) Moreira, Omar Rodríguez, (Ricardo) Cuayatto. (Carlos) Silva Cabrera fue quien me ascendió a Primera, con la recomendación del Chino Salva”.

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Danubio 1977 que clasificó por primera vez a la Copa Libertadores: arriba, Nilso García, Lorenzo Carrabs, Carlos Luthar, Sergio Santín y Eliseo Rivero; abajo, Daniel Godoy, Jorge Correa, José Hermes Moreira, Roberto Roo y Julio Noble

Danubio 1977 que clasificó por primera vez a la Copa Libertadores: arriba, Nilso García, Lorenzo Carrabs, Carlos Luthar, Sergio Santín y Eliseo Rivero; abajo, Daniel Godoy, Jorge Correa, José Hermes Moreira, Roberto Roo y Julio Noble

Y recuerda cómo fue aquel encuentro: “Habían expulsado dos veces a Manolo Keosseian dos veces y lo suspendieron 10 partidos. Silva Cabrera hizo una movida bárbara y pasó a Avelino Comesaña de ‘5’, (Juan Carlos) Ocampo de ‘10’ y yo de puntero izquierdo. Debuté a los 16 años en 1974. Fue en un 4-1 a River Plate, y al otro partido, le ganamos 3-1 a Fénix con un gol mió a (Juan) Nichele. Silva Cabrera además de técnico, era dentista y sabía mucho de fútbol”.

Dice además que en su carrera tuvo “la suerte” de codearse con grandes entrenadores: “Silva Cabrera, (Raúl) Bentancor, a quien también tuve en inferiores con (Esteban) Gesto, (Luis) Garisto. Me quedó grabada su frase acerca de que ‘el tercer partido no existe’: el primero es el que pensás en quién te va a desbordar al otro día. El segundo, es el que jugás y el tercero, cuando pensás ‘si hubiera hecho esto o lo otro’. Y eso me quedó para toda la vida”.

Cuenta que la vida del futbolista es “muy complicada” y que mucha gente no la entiende. “Con 16 años ganaba un sueldo en Danubio y me alcanzaba para algunos gastos. Mis compañeros de liceo se iban a cumpleaños de 15 y yo quedaba concentrado. Te perdés fiestas familiares incluso”.

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Danubio 1980: arriba, Carlos berrueta, Jorge Seré, Ruben Dopico, Tomás Lima, Sergio Santín y César Vega; abajo, Néstor silva, Luis Malvárez, Ricardo Cuayatto, julio Noble y Eliseo Rivero

Danubio 1980: arriba, Carlos berrueta, Jorge Seré, Ruben Dopico, Tomás Lima, Sergio Santín y César Vega; abajo, Néstor silva, Luis Malvárez, Ricardo Cuayatto, julio Noble y Eliseo Rivero

En aquella época, su padre “tenía un empleado que se apellidaba Porciúncula, quien había jugado en Liverpool. Me marcó mucho en mi carrera, porque hacíamos picados y me amagaba siempre. Aprendí a mirar la pelota. Es la escuela del campito”.

Recuerda entre risas que iba “en moto a entrenar a Jardines. Era un poco inconsciente, porque no es lo ideal para un futbolista. Terminé el liceo, pero antes de hacerlo, tuve una lesión de un quiste en el menisco; me atendió una eminencia como Dr. (Carlos) Suero. Me sacó el menisco y estuve un mes con yeso, y así iba al liceo. Los tiempos cambiaron mucho y hoy salís caminando el mismo día que te operan con un láser”.

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Carlos Ron de El Nacional de Ecuador y el capitán de Danubio, Eliseo Rivero, en Quito, en la Copa Libertadores de 1984

Carlos Ron de El Nacional de Ecuador y el capitán de Danubio, Eliseo Rivero, en Quito, en la Copa Libertadores de 1984

A la hora de hablar de sus ídolos en su adolescencia, recuerda a quienes jugaban en su puesto de lateral izquierdo. “(Juan Martín) Mugica, el Peta Ubiña y el Cacho Caetano, eran referentes y después tuve un gran maestro que me ayudó muchísimo como Nil Chagas. Porque me enseñaba en la cancha. Me decía Isidorito, por la historieta de aquella época (se ríe). Me orientaba. Me acuerdo que un día enfrentamos a Wanderers y tuve que marcar a Richard Forlán, aquel puntero que era rapidísimo y me estaba complicando la vida en el partido en Jardines. Nil me pegó un grito y me dijo: ‘¡Isidorito, la próxima metete para el medio!’. Así lo hice y Nil lo tiró contra el alambrado. Se terminó Richard pobre (se ríe). Eso me enseñó a que hay que había que ser duro también en la cancha”.

Cuando tuvo que ver con el pase de Santín a Colombia

Sergio Santín fue un notable volante que llegó incluso a la selección uruguaya. Contemporáneo de Eliseo, jugaban en Danubio. Y este recuerda una anécdota que tiene que ver con su propio padre, quien entonces, era vicepresidente del club, con Nelson Ciapessoni como presidente.

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Sergio Santín y Eliseo Rivero en Danubio, conversando con el emblemático Héctor

Sergio Santín y Eliseo Rivero en Danubio, conversando con el emblemático Héctor "Lito" Silva

“Mi viejo era una persona muy derecha. Pero una vez, tuvo que ver con el pase de Santín a Colombia. Vino el presidente de Cúcuta a verlo y en los tiros libres, le pegaba él o yo. En el partido, tiré yo, fue gol y mi padre empezó a los gritos a festejar. Y dijo ‘¡Santín!’ como para convencer al presidente de Cúcuta. Al otro día, el tipo se dio cuenta de que el gol lo hice yo y se lo hizo saber. Pero no le importó y se llevó a Santín para Colombia (se ríe)”.

Raúl Bentancor lo nombró capitán a los 17 años. Con Danubio formó parte del plantel que terminó segundo en la Liguilla 1977 –jugada en enero de 1978– y que clasificó al club por primera vez a la Copa Libertadores.

20241011 Danubio campeón de la Liguilla de 1983: arriba, Nelson Alaguich, Javier Zeoli, José Rosauro Cabrera, Miguel Beltrán, Daniel Martínez y César Vega; abajo, Dardo Pérez, Néstor Silva, Ruben Sosa, Eliseo Rivero y Omar Franco
Danubio campeón de la Liguilla de 1983: arriba, Nelson Alaguich, Javier Zeoli, José Rosauro Cabrera, Miguel Beltrán, Daniel Martínez y César Vega; abajo, Dardo Pérez, Néstor Silva, Ruben Sosa, Eliseo Rivero y Omar Franco

Danubio campeón de la Liguilla de 1983: arriba, Nelson Alaguich, Javier Zeoli, José Rosauro Cabrera, Miguel Beltrán, Daniel Martínez y César Vega; abajo, Dardo Pérez, Néstor Silva, Ruben Sosa, Eliseo Rivero y Omar Franco

Ya en 1983, fueron campeones invictos de la Liguilla con Luis Garisto y vicecampeones del Uruguayo. Dice que “gran parte del título también tuvo al profesor (Jorge) Trigo como protagonista”.

Y recuerda: “Apareció Ruben (Sosa), quien era un desequilibrante, con una frescura tremenda. Para él era como estar en el campito. Cuando debutó contra Peñarol, al Indio Olivera lo eludió y terminó contra el alambrado. Le decían Peter al principio, después Pásula y luego Principito. Su primera señora era la dueña de una farmacia en la Curva de Maroñas. Estábamos concentrados en El Caño, en donde hacía un calor tremendo en verano. Y él estaba de novio y la quería ir a ver. Entonces me pedía: ‘Tito, ¿puedo ir a verla?’ Y yo le contestaba: ‘Bueno, pero traé masitas o algo’ (se ríe)”.

Llegó a Peñarol y por primera vez fue campeón uruguayo

Su gran nivel llevó a que Peñarol se interesara en él. Pero antes, vivió una anécdota con Roque Máspoli, quien sería su entrenador en los aurinegros.

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Peñarol 1985: arriba, Fernando Álvez, Marcelo Rotti, Miguel Bossio, José Herrera, Obdulio Trasante y Eliseo Rivero; abajo, Walkir Silva, Mario Saralegui, Daniel Oddine, José Luis Zalazar y Ricardo Viera

Peñarol 1985: arriba, Fernando Álvez, Marcelo Rotti, Miguel Bossio, José Herrera, Obdulio Trasante y Eliseo Rivero; abajo, Walkir Silva, Mario Saralegui, Daniel Oddine, José Luis Zalazar y Ricardo Viera

“A Peñarol me llevó don Roque. Un día fue a una práctica de Danubio contra River Plate junto a Trigo. Terminó y fui para el vestuario. Apareció Máspoli y me dijo: ‘Venga, petiso’. ‘Sí, don Roque’, le contesté yo, ¡Era campeón del mundo con Uruguay y de la Copa y del mundo con Peñarol! Fui como un pollo mojado. Y me habló: ‘Le tengo que pedir disculpas, porque tenía un mal concepto suyo’. Es que yo era muy calentó y el que me veía de afuera, podía pensar cualquier cosa”, explica.

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Un equipo de Peñarol en 1986: arriba, Obdulio Trasante, Eduardo Pereira, Carlos Sánchez, Marcelo Rotti, José Herrera y Eliseo Rivero; abajo, Daniel Vidal, Luis Güelmo, Hebert Revetria, Ricardo Viera y Walkir Silva

Un equipo de Peñarol en 1986: arriba, Obdulio Trasante, Eduardo Pereira, Carlos Sánchez, Marcelo Rotti, José Herrera y Eliseo Rivero; abajo, Daniel Vidal, Luis Güelmo, Hebert Revetria, Ricardo Viera y Walkir Silva

Y sigue hablando de cómo se movía en la cancha: “Yo siempre pedía la pelota al rival. Una vez, enfrentando a (Ricardo) Bochini, le dieron la pelota larga, yo iba cerrando, bajó la cabeza y se la pedí como si fuera su compañero: ‘Ahora, Bocha’, y me la pasó al medio. Se recalentó. Eso lo aprendí en el campito. Algo similar me ocurrió en un Mundial Senior en Suiza, en el que jugué entre otros con Pablo Forlán, Lito Silva, Cacho Blanco, Carlos Curbelo, Julio Acuña era el golero y Rafael Villazán. Ahí conocí a Diego (Forlán) quien era un niño y acompañaba a su padre porque entrenábamos en el Lawn Tennis. Jugamos contra Alemania y enfrenté a (Karl Heinz) Rummenigge. Le había preguntado a un amigo que sabía alemán, cómo se decía ‘pasala’, y se la pedí sin que viera quién se la estaba pidiendo. ¡Me la dio, se calentó y me empujó a la mierda!”.

Dice que además de Máspoli, “Fernando Álvez, Mario Saralegui y el Tano Gutiérrez me recomendaron para que llegara a Peñarol”.

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Uno de los equipos de Peñarol que en 1985 ganó la Copa de Oro de los Grandes ante Nacional: arriba, Fernando Álvez, Marcelo Rotti, José Herrera, Miguel Bossio, Eliseo Rivero y Alfonso Domínguez; abajo, Santiago Ostolaza, Antonio Alzamendi, Julio César Giménez, José Luis Zalazar y Walkir Silva

Uno de los equipos de Peñarol que en 1985 ganó la Copa de Oro de los Grandes ante Nacional: arriba, Fernando Álvez, Marcelo Rotti, José Herrera, Miguel Bossio, Eliseo Rivero y Alfonso Domínguez; abajo, Santiago Ostolaza, Antonio Alzamendi, Julio César Giménez, José Luis Zalazar y Walkir Silva

De entrada ganó la Copa de Oro de los grandes, un torneo que se organizó en 1985 al más ganador de seis clásicos y ambos equipos podían contratar a figuras locales o del exterior para cualquier encuentro.

“Jugué con el Vasco Ostolaza, Julio César Giménez y algunos más. Era al mejor de seis clásicos y se jugaron, pero el torneo no siguió porque ganamos cinco casi de corrido. Nacional ganó uno solo con por penales, luego de haber empatado 0-0. Teníamos a Fernando (Álvez) que era un monstruo, uno de los mejores arqueros que vi hasta hoy. En el primero, perdíamos 2-0, Roque (Máspoli) se enojó, nos empezó a gritar en la cancha, lo empatamos y lo ganamos por penales. La hinchada de Peñarol movía el piso, la verdad. Empezaron a saltar en la tribuna. Ahí me di cuenta que si no corrés, es porque no tenés sangre”.

Y ese año se coronó campeón uruguayo por primera vez en su carrera, algo que repetiría después con Defensor en 1987.

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Peñarol en 1988: arriba, Óscar Ferro, Marcelo Rotti, Jorge Goncalves, José Perdomo, José Herrera y Eliseo Rivero; abajo, Venancio Ramos, Gustavo Matosas, Daniel

Peñarol en 1988: arriba, Óscar Ferro, Marcelo Rotti, Jorge Goncalves, José Perdomo, José Herrera y Eliseo Rivero; abajo, Venancio Ramos, Gustavo Matosas, Daniel "Coquito" Rodríguez, Carlos Sánchez y Carlos Aguilera

“Llegó Antonio (Alzamendi) para la segunda rueda y fue impresionante haciendo goles. Tanto fue así, que le alcanzó solo esa rueda para ser goleador del Campeonato Uruguayo con 13 tantos. Eran tiempos difíciles en el club en lo económico y estuvimos seis meses sin cobrar; hicimos un paro, entrenamos por nosotros mismos. Recuerdo que estaban el peruano (Víctor) Hurtado, José Luis Zalazar, quien ya empezaba a despegar en lo que fue una gran carrera. Era mi primer título de campeón uruguayo y fue una gran alegría”, explica.

Recuerda que justamente “Antonio (Alzamendi) cuando jugó en Nacional y también antes en Sud América, fue el más difícil que me tocó marcar. Era muy rápido. Alberto Bica tenía una virtud que te sacaba un metro y te metía un centro y también era muy bueno”.

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Eliseo Rivero en su empresa que ya tiene 67 años

Eliseo Rivero en su empresa que ya tiene 67 años

A la hora de hablar de su mejor gol, cree que fue uno que le hizo al Defensor campeón uruguayo de 1976 el año en que los violetas rompieron la historia. “Estábamos jugando en el Franzini y en los minutos de adición. Perdíamos 1-0 y lo empaté de tiro libre”.

Su pasaje por Argentina y el título con Defensor

Emigró posteriormente a Platense de Argentina junto con los uruguayos Marcelo Rotti y Washington González en 1986. Carlos Babington era su técnico.

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Con Platense de Argentina en 1986 en la cancha de Racing de Avellaneda; los dos que están en las puntas parados, son los uruguayos Washington González y Eliseo Rivero

Con Platense de Argentina en 1986 en la cancha de Racing de Avellaneda; los dos que están en las puntas parados, son los uruguayos Washington González y Eliseo Rivero

“Llegué a ser capitán, Carlos me dio el brazalete. Cómo le pegaba a la pelota ese animal. Me enseñó más aún en los tiros libres. El fútbol argentino es mucho más lindo que el de acá. En aquella época, a los defensas uruguayos nos llevaban para pegar. Apareció (Carlos) Alfaro Moreno, quien luego fue ídolo. Jugué en La Bombonera contra Boca y se hacía sentir. Tuve la posibilidad luego de ir a Racing o Independiente, pero no se pudo dar. Me hubiera gustado nacer después para tener a Paco Casal como contratista. Hoy igual soy amigo de él, pero seguramente podría haber hecho otra carrera”, dice.

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Defensor campeón en1987: arriba, Miguel Falero, Héctor Tuja, Luis Cabrera, Juan Ahuntchain, Heber Silva Cantera y Óscar Aguirregaray; abajo, Sergio Martínez, Gerardo Miranda, Servando Vecino, Eliseo Rivero y Carlos Larrañaga

Defensor campeón en1987: arriba, Miguel Falero, Héctor Tuja, Luis Cabrera, Juan Ahuntchain, Heber Silva Cantera y Óscar Aguirregaray; abajo, Sergio Martínez, Gerardo Miranda, Servando Vecino, Eliseo Rivero y Carlos Larrañaga

Rescindió contrato porque había acordado cobrar un sueldo en dólares y en tres meses, “subió y pasé a ganar tres veces más. No me pagaban, tenía un hijo chico y me volví a Montevideo. Defensor, con Raúl Möller, me pidió y en ocho meses fui campeón uruguayo, con (Antonio) Tchakidjian como preparador físico, quien ya me conocía por la selección uruguaya juvenil. Fue maravilloso. Le dimos la vuelta a Nacional en el Franzini. Levanté un tiro libre desde la mitad de la cancha y Gerardo (Miranda) la clavó en el ángulo. Casi llego tarde al festejo porque me tocó el antidopaje. Defensor tiene gente muy buena que sigue siendo muy presente. Hasta el día de hoy te miman el alma y se acuerdan de uno”.

Campeón dos veces con la selección juvenil y de la Copa América con la mayor

Eliseo Rivero fue campeón en todos lados, salvo en Argentina. Con la selección uruguaya, ganó dos títulos sudamericanos en 1975 y 1977, y con la mayor, obtuvo la Copa América 1983.

“El técnico Walter Brienza me llevó a la selección juvenil en 1975, y ya era lateral. Teníamos un cuadrazo y en mi puesto tenía a Washington González y a Juan Vicente Morales, por eso era casi imposible que jugara. Uruguay tenía más nombres en esa época. (Hebert) Revetria fue el goleador”, recuerda.

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Eliseo Rivero fue campeón uruguayo con Peñarol y Defensor, ganó la Liguilla con Danubio, y fue campeón también dos veces con la selección uruguaya juvenil en los Sudamericanos de 1975 y 1977, y con la mayor, de la Copa América 1983

Eliseo Rivero fue campeón uruguayo con Peñarol y Defensor, ganó la Liguilla con Danubio, y fue campeón también dos veces con la selección uruguaya juvenil en los Sudamericanos de 1975 y 1977, y con la mayor, de la Copa América 1983

Y cuenta una anécdota que sucedió en aquel Sudamericano que se disputó y ganó en Perú. “Hacía poquito que habían dado la película ‘Terremoto’ y concentrábamos en un lugar de sierras. Una noche empezó a temblar el piso, me temblaba la cama. Nos habían dicho que cualquier cosa nos pusiéramos debajo de los marcos de las puertas. Estábamos con Víctor Duque en la habitación, pensé que se venía la montaña abajo y nos tapaba el hotel. Vi a (Juan Ramón) Carrasco cagado hasta los pelos, como todos. Algunos salieron a la calle y nos quedamos con Duque debajo del marco de la puerta. Al otro día, les preguntamos a los lugareños y nos dijeron que ese sismo para ellos no era nada comparando con lo que estaban acostumbrados”.

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Uruguay campeón sudamericano juvenil en 1977; arriba, Alberto Bica, Fernando Álvez, Esteban Gesto (preparador físico), Ariel Krasouski, Víctor Duque, Daniel Enríquez y Raúl Bentancor, el técnico; abajo, José Hermes Moreira, José Luis Russo, Víctor Hugo Diogo, Amaro Nadal, Eliseo Rivero y Venancio Ramos

Uruguay campeón sudamericano juvenil en 1977; arriba, Alberto Bica, Fernando Álvez, Esteban Gesto (preparador físico), Ariel Krasouski, Víctor Duque, Daniel Enríquez y Raúl Bentancor, el técnico; abajo, José Hermes Moreira, José Luis Russo, Víctor Hugo Diogo, Amaro Nadal, Eliseo Rivero y Venancio Ramos

Dos años después, en 1977, repitió el título en Venezuela. “Todas las selecciones concentramos en un monasterio de monjas en Valencia. Recién aparecía (Diego) Maradona con 15 años. Les ganamos 2-1. Uruguay estaba complicado, Brasil estaba festejando el título y le hicimos más a goles a Chile (4-0) y fuimos campeones. En esa época, salir campeón sudamericano era normal para los uruguayos. Bentancor y Gesto eran muy estrictos. Fue algo espectacular con un cuadrazo con jugadores de primer nivel. ¡Ruben Paz y Hugo De León eran suplentes! A todos ellos los trajo Raúl (Bentancor) porque hacía un gran scouting en el interior. Recuerdo que en las prácticas Venancio (Ramos) se había fracturado el brazo, tenía un cabestrillo y nos hamacaba a todos para todos lados con sus desbordes”.

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Uruguay en el Mundial de Túnez en 1977: Arriba. Alberto Bica, Fernando Álvez, Ariel Krasouski, Mario Saralegui y Daniel Enríquez; abajo: José Luis Russo, José Hermes Moreira, Víctor Hugo Diogo, Amaro Nadal, Eliseo Rivero y Venancio Ramos

Uruguay en el Mundial de Túnez en 1977: Arriba. Alberto Bica, Fernando Álvez, Ariel Krasouski, Mario Saralegui y Daniel Enríquez; abajo: José Luis Russo, José Hermes Moreira, Víctor Hugo Diogo, Amaro Nadal, Eliseo Rivero y Venancio Ramos

Luego se jugó el primer Mundial juvenil, en Túnez 1977 en el que Uruguay fue cuarto.

“Estábamos para ser campeones y se había ido Gesto, llegó Antonio Tchakidjian. Los rusos hicieron un cambio de golero (entró Yuri Sivukha) a los 100 minutos en el alargue por si había que ir a definición por penales. Era enorme y te tapaba todo el arco, y Venancio y (Amaro) Nadal, erraron los penales en la semifinal. El uruguayo no sirve para jugar por un tercer puesto y perdimos con Brasil. Si hubiésemos llegado a la final, le ganábamos a México. Fue el primer Mundial e hicimos un papel muy digno”, explica.

Años después, en 1983, fue campeón de la Copa América con la selección uruguaya mayor.

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Eliseo Rivero con algunos cuadros colgados cuando jugaba en Danubio, y a su lado, una fotografía cuando defendió a Peñarol y salió con uno de sus hijos como mascota

Eliseo Rivero con algunos cuadros colgados cuando jugaba en Danubio, y a su lado, una fotografía cuando defendió a Peñarol y salió con uno de sus hijos como mascota

“El día que quebraron a Fernando (Morena), no me olvido más. Estaba en el banco de suplentes. El título lo viví con una alegría tremenda porque quería ser campeón también con la mayor. (El entrenador Omar) Borrás era más profesor que técnico, pero formó un plantel al que le dio mucha confianza”.

Pero también tuvo la posibilidad de jugar en un Mundial con la selección mayor en México 86.

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Eliseo Rivero y Eduardo Acevedo, de la selección uruguaya, van a la marca de Diego Maradona, de Argentina, en el Mundial de México 1986

Eliseo Rivero y Eduardo Acevedo, de la selección uruguaya, van a la marca de Diego Maradona, de Argentina, en el Mundial de México 1986

Jugó en un solo partido y fue nada menos que ante Argentina contra Diego Maradona.

“A ese Mundial llegamos después de la gresca justo contra México en un amistoso en Los Ángeles. Eso nos complicó mucho. Llegamos a la Copa del Mundo y nos decían ‘los matones’. Ya empezábamos los partidos con la roja en el bolsillo, porque en cualquier momento nos podían echar. Lo de Charly (José Batista), fue histórico. Lo echaron a los 20 segundos. Era una jugada más para amarilla que para roja”.

Acerca del partido que jugó ante Argentina, explica: “Nos ganaron 1-0 pero fueron superiores, tuvieron la pelota y nos pudieron ganar por más goles –cuenta–. Uruguay nunca fue de tener mucho la pelota, sino de jugar fuerte. Fue hermoso jugar contra Argentina, agradecido a la vida de poder haber estado ahí adentro. Diego (Maradona) empezó a mostrar ahí lo que haría después en ese Mundial. El tipo fue un animal”.

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Eliseo Rivero, de la selección uruguaya, le quita el balón a Jorge Valdano de Argentina en el Mundial de México 1986

Eliseo Rivero, de la selección uruguaya, le quita el balón a Jorge Valdano de Argentina en el Mundial de México 1986

Ese fue el partido en el que Ruben Paz entró faltando media hora y que estuvo a punto de empatarlo. Borrás estaba suspendido y hablaba con un walkie talkie, todo un adelanto para la época, pero, como contaron distintos protagonistas a Referí, la variante de Paz la hicieron algunos compañeros y no el técnico.

“Omar (Borrás) escuchaba mucho a los periodistas y muchas veces ponía a algunos jugadores que no tenían que jugar. Ruben (Paz) tenía que haber jugado antes, no solo haber entrado antes. Darío (Pereyra) también debía jugar de zaguero, pero jugó de volante. Igual, es fácil hablar con el diario del lunes. El tiro de Ruben con el que casi empatamos, fue una jugada que hacíamos con él y Raúl Bentancor en la juvenil”, sostiene.

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La foto familiar con Marisel, su esposa, sus hijos Cristian y Valerio, y Eliseo Rivero

La foto familiar con Marisel, su esposa, sus hijos Cristian y Valerio, y Eliseo Rivero

Casado desde 1982 con Marisel, Eliseo tiene dos hijos: Cristian que es contador, y Valerio escribano.

Siempre se la jugó por sus compañeros con un don de líder. Campeón en todos lados, fue un jugador que dejó su huella y un recuerdo imborrable.

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