Los miles de viajes entre Buenos Aires y Montevideo cuando era niño, la razón por la que no hizo el servicio militar en Argentina, la campaña fantástica con Danubio en 1983 cuando asomaba Ruben Sosa, y los últimos 25 años en el Náutico.
“Porteño, porteño”
José Rosauro Cabrera nació en el barrio Constitución, en Buenos Aires. "Soy porteño, porteño", dijo a El Observador. Su papá era uruguayo y su mamá argentina. Cuando él tenía 11 años, su familia se trasladó a Uruguay. Pasó de la locura de la city porteña a la casa de sus abuelos paternos, en el Cerro de Montevideo.
Luego sus padres se separaron y José iba y venía. Un tiempo pasaba en Buenos Aires, otro tiempo en Montevideo. Se acostumbró a viajar.
jose rosauro cabrera.jpg
Cabrera con la camiseta de Rampla Juniors
Al fútbol empezó a jugarlo como diversión a los 5 años, en el techo de su casa argentina. Tenía un "avión grande" y una pelota de fútbol. La terraza, en el edificio de dos pisos donde vivía, era la cancha.
Cuando pasó a vivir en el Cerro, todo cambió. La casa de los abuelos quedaba frente al "campito Hermida", que así se llamaba aquel terreno baldío que abarcaba una manzana entera.
"Ahí me tenían que ir a buscar para comer. Te imaginas, en Buenos Aires lleno de autos y ahí pasaban las carretas, los aguateros, el lechero. Una locura". Conoció muchos gurises del barrio: "Ahí en el campito empecé a querer jugar al fútbol".
Su padre les regaló unas camisetas blancas y verdes, parecidas a las de Racing de Sayago, y armaron un equipo que se llamó 'Las Casacas'. Eran partidos entre barrios, no estaban federados en ninguna liga de baby.
Cada tanto volvía a Buenos Aires. Cuándo cumplió 14 años, sus padres restablecieron la relación de pareja. Y José volvió a Argentina, aunque a esa altura de su vida, su deseo era establecerse en Uruguay. Especialmente por los amigos.
jose rosauro cabrera.jpeg
Se estableció en Lanús Oeste. "Ahí empecé a jugar más al fútbol y claro, ahí ya jugaba mejor, la gente me veía condiciones. Me llevaron a Dock Sud", club que actualmente compite en la Primera B. También practicó y jugó algunos partidos amistosos en San Lorenzo. "Me querían dejar, pero como yo iba y venía, no quedé".
Regresó a Montevideo, al campito del Cerro, y lo vio un tal Elbio, amigo de su padre con ínfulas de contratista. Lo invitó a probarse en Liverpool. "Me aprobaron y querían dejarme, pero como yo era extranjero, había que pagar no recuerdo que, un problema bárbaro, entonces me dijeron que nos manteníanos al tanto".
Se salvó de la colimba
A los 18 años tuvo que volver a Buenos para hacer la colimba, un término tomado de las palabras "corre, limpia y baila", para denominar al servicio militar obligatorio que se mantuvo en Argentina hasta 1994.
Pero no lo hizo, por una lesión que sufrió durante un partido de fútbol. "Jugando para Dock Sud en la cancha de Tigre, salté a cabecear y uno de los contrarios se agachó. Entonces caí de espalda. Me provocó un hemotórax espontáneo, cuando se abre la pleura del pulmón y entra aire. Tuve no sé cuántos días parado porque no podía ni moverme, un dolor tremendo. Yo no sabía nada en ese momento, lo único que sabía era que me dolía todo y no podía respirar".
Cuando se presentó para hacer el servicio militar y le hicieron placas, lo mandaron para atrás. "Me dijeron eso y tiraba cohetes".
Se casó en Montevideo en 1972 y volvió a Buenos Aires. Hasta ese momento hacía changas de pintura y albañilería con un tío de su esposa. "Me las rebuscaba".
Esa temporada, con 21 años de edad, se vinculó oficialmente a un club de fútbol. Fue Rampla Juniors, que lo fue a buscar. en 1975, con 24 años, debutó en Primera división.
"Rampla me ofreció 150 pesos por mes y por ejemplo, mi suegro en el Frigorífico Nacional ganaba 69 pesos por mes. Una diferencia abismal. Y mi suegro trabajaba ocho horas". La ecuación era sencilla, además, el fútbol era lo que le gustaba.
El año que llegó a Rampla, el equipo deambulaba en la divisional C. "El club estaba muy mal. El técnico era el famoso Cabeza Puentes, un tipo vinculado a Rampla desde siempre que no era técnico, pero era muy querido y se mandó una campaña espectacular".
En 1975 los Picapiedras se salvaron del descenso y en 1976 jugaron la final contra Bella Vista en el Estadio Centenario, y perdieron 2-1.
Las actuaciones de Cabrera llamaron la atención de River Plate y Castro Quintela lo fue a buscar. "Había un equipazo; Eduardo Pierri, Waldemar Victorino, Antúnez, Carlos Goyén, Bareño, Mario Liusi, en defensa estaba Menchaca. Se disfrutaba jugando al fútbol. Tuve de técnico a Ondino Viera, a Vladas Douskas. Ondino era una enciclopedia".
Afuera del Mundialito tuvo la revancha en Nacional
El último año en River, fue dirigido por Roque Gastón Máspoli. "Ese 1979 anduve muy bien. Entonces un empresario me quiere llevar al Toluca de México. Estaba todo hecho. A Roque lo nombran para la selección uruguaya y él sabía antes de irse de River. Por eso empezó a armar la selección de 1980 que ganó el Mundialito y me dijo que si le doy el visto bueno me citaba. En aquel momento, estaba la dictadura, y la orden era que se tenía que arreglar con jugadores de acá. No permitían jugadores que estuvieran afuera del país para la Copa de Oro. Cuando me preguntó fui sincero y le dije que estaba en tratativas para irme a México, inclusive viajé. 'Yo te tengo en cuenta, pero me decís eso y no puedo ayudarte', me dijo Roque, muy buena persona".
Viajó a México para firmar con el Toluca, pero al llegar se encontró con una sorpresa. El dinero ofrecido no era lo que le habían prometido. "El pase no salió y me quedé afuera de la selección. Pero claro, después cuando me enteré que estaba en Nacional, pasó. El fútbol tiene eso, es tan dinámico, estás un día acá y al otro día no sabes dónde".
jose cabrera nacional.jpg
Plantel de Nacional; Cabrera posa delante del cuerpo técnico
Juan Martín Mujica, al que había enfrentando cuando jugaba en Defensor, lo llevó a Nacional en 1980. El equipo tricolor debutó ese año en la Copa Libertadores con un triunfo por 1-0 ante los violetas y el gol lo hizo José Rosauro Cabrera a los 73 minutos. Se inició así la campaña que llevaría a los tricolores a ganar su segundo título continental.
"El plantel era de 18 jugadores conmigo. Cuando se precisaba se traía alguno de la Tercera; Murmullo Perdomo, Campaña, Wilmar Cabrera. Al año siguiente lo ascendieron. Me adapté enseguida, no tuve problemas. En aquel momento sorprendió la táctica de Mujica. Era el mano a mano, quedaba libre Cacho Blanco y los demás todos marcaban, un estilo de juego europeo que sorprendió. Aparte estaba Gesto en la preparación física, era el dios del entrenamiento en ese momento", recordó.
"En el medio estaban Luzardo, Denis Milar, Espárrago, De La Peña y yo. Eramos esos cinco. Muchas veces me tocó entrar de titular, los partidos más importantes lamentablemente no jugué de titular, pero siempre participé en casi todos los partidos", expresó.
Tenía 29 años cuando llegó a los tricolores. "Un poquito; me faltó la participación continua en divisiones inferiores. Me las saltee porque iba para acá y para allá con mis padres. Aún así pude mostrar y jugar al fútbol profesionalmente".
Luego de dos temporadas en Nacional, la primera ganando la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental, y la segunda "sin pena ni gloria", salió por primera vez al fútbol del exterior.
jose cabrera nacionalll.jpg
En esa época los futbolistas en general tenían un buen pasar económico, pero no ganaban fortunas: "No recuerdo bien, pero creo que por salir campeón del mundo nos dieron US$ 15.000. No existe hoy, es un vuelto. Las fortunas las agarraban los grandes. Cuando aparecieron los contratistas serios, eso cambió. La gente empezó a ganar dinero, hacían contratos de 5 años en Europa y volvían con el futuro asegurado. Jugábamos en un fútbol muy pobre porque se la llevaban los que estaban alrededor del fútbol".
Óscar Tabárez lo dirigió en Danubio y Wanderers
Se fue a jugar al Emelec de Ecuador, dirigido por Juan Eduardo Hohberg. "Fue el que me recomendó. Era la primera vez que salía del país a jugar. No hicimos buena campaña pero no defraudamos. Después el técnico tuvo problemas. Me sentía bien, por haber sido campeón de América y del Mundo las luces estaban todas para mi, y se ganaba un pesito".
Cuando regresó a Montevideo, tras concluir el año en Ecuador, lo estaban esperando en el aeropuerto de Carrasco. "Al primero que veo cuando salgo es al profesor Jorge Trigo, un gran amigo de River. Me estaba esperando. 'Vine para que no te roben', me dijo, y me contó que con Luis Garisto me querían en Danubio. Él sabía que cuando se enteraran que yo estaba en Montevideo, algún equiop me iba a venir a buscar. Atacó el problema enseguida".
En aquel plantel danubiano estaban Ruben Sosa con apenas 16 años, Dardo Pérez, el Huevo Franco, Nelson Alagüich. "Empezamos medio torcidos, no enganchaba el equipo. Perdimos un partido contra Nacional, donde jugaba Brindisi. El ingeniero (Héctor) Del Campo un día me llamó y me preguntó cómo veía el equipo, si le veía salida. Le dije que lo veía bien, que no estaban saliendo las cosas, pero que yo pensaba que íbamos a andar. Cuando empezó el Campeonato Uruguayo empezamos a ganar. Salimos segundos atrás de Nacional".
WhatsApp Image 2024-11-27 at 9.46.13 AM (1).jpeg
Junto a Pocho Brunell y Jorge Seré
Después, Danubio ganó la Liguilla "al galope" y Cabrera se quedó en 1984 a jugar la Copa Libertadores, ya con Óscar Washington Tabárez como entrenador. "Yo le había dicho a Tabárez que había arreglado en Libertad de Asunción, donde estaba Sergio Markarian. 'Una lástima porque yo te precisaba acá', me dijo".
Por segunda vez salió del país, ahora rumbo a Asunción del Paraguay. "Era el equipo del presidente Stroessner, que estaba en el poder. Todo manejado de forma rara. Tuve un año y volví. Estaba en casa y Tabárez me llamó para llevarme a Wanderers. Yo ya tenía 33 años. No tuvimos grandes logros. Yo me había empezado a armar porque estaba pensando en el final de la carrera, ¿qué hago después? La cabecita no estaba para el fútbol y cometí un error gravísimo, pensaba otra cosa y no estaba 100% metido".
Se jubiló en el Náutico y vive en el Sauce
Tenía la idea de invertir en un negocio, pero no sabía qué realmente, hasta que decidió poner una casa de prendas de cuero en la calle Mercedes.
Se fue de Wanderers pensando en que era el último equipo, pero Pierino Lattuada lo llevó a Liverpool, que entonces estaba en la B. Y luego volvió a Rampla, con Carlos Linaris.
En 1985 se recibió de entrenador y junto a Linaris dirigieron a Huracán del Paso de la Arena, logrando el ascenso a la B. También estuvo en Rampla Juniors, en Segunda división y con Cacho Blanco en Rentistas.
iocco cabrera.jpg
Alberto Bica, Daniel Enriquez, José Cabrera y Dante Iocco, en 1980
"Yo sentía que dirigir no era lo mio, porque precisás un capital que yo no tenía como arriesgar. Porque si te va bien sos un fenómeno, pero si te va mal te echan y no cobrás. Si tenés un respaldo es distinto", analizó.
Lo que hizo en ese momento fue hablar con su amigo Héctor Resola y pedirle un trabajo. Así fue que en 1993 ingresó al Náutico, en la parte de fútbol. Durante 25 años trabajó ahí y se jubiló. "Eso me dio estabilidad. Me vinieron a buscar para ser técnico de la tercera de Danubio, pero no podía perder ese trabajo".
El mismo año que comenzó en el Náutico, se mudó al Sauce, Canelones, donde sigue viviendo junto a su pareja. Aquel "porteño" como le decía Víctor Hugo Morales cuando relataba los partidos de Nacional, es hoy más conocido por Rosauro.