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15 de febrero 2025 - 5:00hs

"A ver si se pone al día conmigo, me están cayendo todos porque usted anda flojito", escuchó Luis Noé al otro lado de la línea telefónica. Era la voz de Miguel Rodríguez Orejuela, líder del Cartel de Cali y dueño en ese momento del América de Cali, el equipo que lo había contratado desde Wanderers.

Unos días después era el clásico contra Deportivo Cali y el llamado ponía los pelos de punta a cualquiera. Fue uno de los tantos episodios que vivió Noé durante su pasaje por el fútbol colombiano, donde logró tener una gran relación con el narco y su familia, si bien en parte lo perjudicó en su carrera porque estuvo atado durante 10 años al club y varias veces debió esperar el permiso de "don Miguel" para firmar contrato en otro club.

Noé comenzó su carrera profesional en una época gloriosa de Wanderers, donde el Maestro Tabárez le dio estabilidad en Primera división. Jugó tres años en Nacional y su debut fue épico: en la final de la Copa Interamericana de 1989, el último titulo internacional que ganó un equipo uruguayo.

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Luis Noé y Daniel Fonseca en Nacional, año 1989

Luis Noé y Daniel Fonseca en Nacional, año 1989

Actualmente se dedica a la pintura de casas y a recomendar jugadores, especialmente al fútbol colombiano. Su vida tiene capítulos para una serie de televisión.

Todo empezó en el Carabelas

En Guillermo Tell y Carabelas, en el barrio Brazo Oriental, vivió Luis Noé tras su nacimiento el 26 de abril de 1967. Hijo de Luis Alberto Noé y de Estrella Abelenda, tiene dos hermanas: Sandra y Estrella.

Empezó a jugar al fútbol en el club del barrio, el Carabelas. Fue compañero y amigo del periodista deportivo Juan Carlos Laurenzo, quien falleció en 2017, y de Enrique Saravia, un rudo zaguero que fue campeón de la Copa Libertadores y de la Copa Intercontinental de 1988 con Nacional.

Ya en ese tiempo, Quique Saravia era el terror de las canchas, recuerda Noé: "Él fue a la Sexta de Nacional y yo a Wanderers. Cuando nos enfrentábamos no me conocía en la cancha y me mataba, me asesinaba, pumba y pumba. Terminaba el partido y me decía, 'Negro, ¿cómo andas?'. Era un personaje, me preguntaba como andaba y me mataba a patadas. Ya en baby fútbol era un hombre, le tenían terror".

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Noé en Carabelas, junto a Enrique Saravia

Noé en Carabelas, junto a Enrique Saravia

Durante su etapa de baby, Noé también jugó en Stockolmo, Liverpool, 25 de Agosto y Maeso. "En aquella época podíamos defender a otros equipos en los campeonatos nocturnos".

Su padre era chapista, luego pintor de casas, y Noé lo acompañaba desde los 5 años. "Aprendí bastante con él, pero en aquel momento era muy tóxico, la pintura era volátil, ahora es todo cerrado, hay máscaras. Lo que aprendí me sirvió para la vida, porque lo único que sabía hacer era jugar al fútbol".

En tercero de liceo dejó los estudios.

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Luis Noé, cuando jugaba en Stockolmo

Luis Noé, cuando jugaba en Stockolmo

Llegó a Wanderers porque don Ramón, un técnico del Carabelas, era fanático del bohemio y lo incentivó, a él y a varios más que terminaban el baby, para que fueran a probarse.

"La vida de cada uno es distinta; entonces los pibes que tenían para veranear, se iban con los padres y en invierno, si hacía mucho frío tampoco iban a entrenar. En cambio yo iba todos los días, tenía una constancia bárbara, con lluvia, calor, si no me ponían. Había pibes que tenían más condiciones que yo, pero faltaban. A veces la gente mira más la constancia que las condiciones", recordó.

No le importaba caminar desde Quesada y Termópilas, donde vivía a los 12 años, cruzar el Parque Posadas y llegar a la cancha del Mauá para entrenar.

Los goles "de culo" de Luis Noé

En ese tiempo, tuvo un pasaje por Nacional. Un vecino, amigo de Eugenio "Pato" Galvalizzi (reconocido entrenador tricolor), le consiguió una prueba. Noé era un niño, pero medía casi 1,70 de altura. Hizo goles en la Sexta, en la Quinta y también en la Cuarta tricolor, donde el 9 era el Quique Olivera. Pero la "suerte" que tenía para hacer goles, le faltó durante una práctica. Se le desprendió un tendón del hueso y el pronóstico primario fue tétrico: nunca más iba a jugar al fútbol.

"Pero mi viejo me enseñó que nunca hay que bajar los brazos y siendo un gurí no aflojé. Volví a Wanderers, en ese momento estaba empezando el doctor Alberto Pan y junto a Alberto Bermúdez, me recuperaron", contó.

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Con la camiseta de Wanderers, en 1985

Con la camiseta de Wanderers, en 1985

Cuando empezaba la década de 1980 y en Primera se destacaba un tal Enzo Francescoli, Noé comenzó las divisiones juveniles de Wanderers. Un compañero de la Sexta siempre le decía: "Dice el Cotorra que tenés un culo bárbaro", por la cantidad de goles que hacía. Hasta que un día, en la cancha de Salus, se lo presentó. El Cotorra era Oscar Omar Miguez, campeón del Mundo en 1950.

"Me dio la mano y me dijo 'soy Omar Miguez. Te voy a decir una cosa, nene; haces lindos goles, pero tenés un culo bárbaro'. Para mi era Maradona en ese momento. Me fue a ver todo el campeonato y salí goleador en la Quinta con 33 goles, un disparate para esa época".

Siguió haciendo goles en Cuarta y en Tercera, hasta que debutó en Primera división en 1984. Al poco tiempo, Óscar Tabárez se hizo cargo del plantel principal. Hubo un recambio de generación y aparecieron con mayor frecuencia él, la China Báez, Pablo Bengoecha, Mario Rebollo, el Pollo Madrid, al tiempo que continuaron Enrique Peña, Celso Otero y Alvaro Pérez.

Wanderers hizo una gran campaña en 1985. "Aunque Raúl Bentancur y Gustavo De Simone me habían subido antes a entrenar con la Primera, fue el Maestro Tabárez el que me hizo jugar de titular. Me dijo: 'Te puedo hablar todo el día, pero la experiencia la tenés que hacer jugando'. Y eso se lo agradezco", señaló Noé.

Recordó que Tabárez tenía una manera especial para tratar a los juveniles, a los que no solo les enseñaba de fútbol, sino también aspectos de la vida diaria: el respeto, el saludo, los modales.

Durmió en una camioneta y firmó contrato en una servilleta

Luis Noé trabajó con su padre en el taller de chapa y pintura hasta que debutó en Primera división. Se había ido a vivir con él cuando se separó de la madre.

Don Luis montó el taller en un garage que le prestó un amigo, donde apenas quedaba lugar para el baño. Ni siquiera había sitio para dormir, por lo que padre e hijo pasaban la noche adentro de una camioneta Willys que le habían llevado para arreglar.

"Dormíamos adentro de la camioneta con mi viejo. Le demoramos el arreglo y se armó un lío bárbaro. Pero después el hombre entendió. Estuvimos así como un año y medio", contó.

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Cuando firmó su primer contrato profesional, la cosa cambió. Wanderers le dio un apartamento. Ganó en tranquilidad y comodidad.

Durante las temporadas 1985, 1986 y 1987 defendió a Wanderers, que realizó muy buenas campañas. Participó en la Copa Libertadores, donde enfrentó entre otros a Peñarol, Boca Juniors y River Plate de Argentina. Jugaban de memoria porque el recambio no era tan drástico como en la actualidad.

El 31 de octubre de 1987, América de Cali perdió la final de la Copa Libertadores con Peñarol. En enero de 1988, en Uruguay se jugaba la Liguilla, y un emisario del equipo colombiano viajó a Montevideo para buscar un sustituto del paraguayo Roberto Cabañas, transferido al Stade Brestois de Francia.

Noé jugó ese torneo de 10, alternando con el 9, que era Enrique "China" Báez. Wanderers fue campeón de la Liguilla y Noé una de las figuras del equipo.

El enviado del América de Cali se reunió con dirigentes bohemios y con el jugador en la Hostería del Lago. "Nos dijo que había que hablar con otro señor para arreglar todo. Por teléfono no se podía, había que viajar a Cali". Entonces Noé firmó un contrato escrito a mano en una servilleta: "Me aseguró que lo que decía ese papel, era lo que yo iba a cobrar. Guardalo, es tu contrato, me dijo".

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Cuando Noé viajó a Colombia, envolvió la servilleta en un nylon para que no se rompiera y la guardó como si fue una reliquia. Aterrizó en Cali y después de una semana de revisión médica y buscar apartamento, lo llevaron para hablar con el misterioso señor: era Miguel Rodríguez Orejuela, narcotraficante, fundador del Cartel de Cali junto a su hermano Gilberto.

"Saqué el papelito y me dijo, eso es lo que usted va a ganar. Y fue lo que cobré", repasó.

En ese tiempo Noé no tenía representante y era cercano a Marcos Lubelsky, que era un intermediario: conseguía un equipo y cobraba una comisión. Pero nunca lo representó y por eso Noé, con 19 años, se sentó solito ha hablar con Rodríguez Orejuela.

Luis Noé, "el jugador de Miguel"

"No tenía noción de muchas cosas. Me comentaban quien era y me decían 'estás salvado', pero en ese momento no me daba cuenta, no tenía noción cómo era Colombia, cómo era el ambiente. Pasando los meses te das cuenta quien es el hombre, el poder que tiene, pero el trato conmigo siempre fue espectacular, un fenómeno. Al principio era secote, pero después espectacular, me llamaba, me consultaba. Me invitó a su casa, comía con él, conversábamos. Preguntaba por mi familia, un caballero", recordó Noé.

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Le llamaban "el jugador de Miguel". Era uno de los jugadores más caros del momento de Colombia. Todo el mundo hablaba de él. Pero si bien había convertido ocho goles en el inicio del campeonato, no todos estaban conformes con su rendimiento. Hasta que dos o tres días antes del clásico contra Deportivo Cali recibió la llamada de Rodríguez Orejuela y le dijo: "A ver si se pone al día conmigo, me van a matar acá, me están cayendo todos porque usted anda flojito".

América de Cali ganó 2-1 el clásico, con un gol de cabeza de Noé. La felicidad era total. Enseguida lo llamó Rodríguez Orejuela y lo invitó a su casa, que tenía un regalo para él.

Le dijo que eligiera uno de los autos que tenía en la cochera. Había de todo tipo y color. "Yo no sé manejar", le dijo el futbolista. "Aprenda", le respondió el narco. De manera que eligió un BMW rojo descapotable y se lo tenía que llevar al día siguiente, a más tardar.

Noé había ido acompañado del futbolista colombiano Pedro Sarmiento. "Era vecino mío y no me olvido más porque me dijo, 'Huevón, lleveselo, no lo deje acá, yo lo manejo'. Vivíamos en un edificio que se llamaba 'El Mundo de los niños'. Me dijo que hubiera sido un desprecio dejarlo".

El auto quedó ahí, parado. A veces lo usaba Sarmiento. Lo cierto es que tampoco se podía vender, por la procedencia. Años después, un empresario colombiano llegó a Uruguay para mirar jugadores, se reunió con Noé y le comentó que tenía su auto.

América de Cali, un cuadrazo y un error fatal

América de Cali era una selección a fines de 1980. Estaban Santín, Uribe, Gareca, Willington Ortiz, De Ávila. El argentino Julio Falcioni era titular indiscutido en el arco y su suplente era el colombiano Pedro Zape, golero de titular.

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Bocha Sergio Santín, Noé, el peruano Julio César Uribe, el Tigre Ricardo Gareca, Julio Falcioni; Willinton Ortiz, el Pitufo Antony De Avila y el paraguayo Juan Manuel Bataglia

Bocha Sergio Santín, Noé, el peruano Julio César Uribe, el Tigre Ricardo Gareca, Julio Falcioni; Willinton Ortiz, el Pitufo Antony De Avila y el paraguayo Juan Manuel Bataglia

Sin embargo, en 1987 perdió la final de la Copa Libertadores con Peñarol y en 1988 quedó afuera frente a Nacional en semifinales. Noé jugó los dos partidos contra los tricolores y recuerda el error que cometió el equipo y que le costó la eliminación en el segundo partido, jugado el 12 de octubre en el Pascual Guerrero. En la ida ganó Nacional 1-0 y en la vuelta empataron 1-1.

"Con la desesperación de ganar la Copa, se cometió un grave error. Julio (Falcioni) se lesionó la clavícula 10 días antes del partido y se operó. No dijeron nada y jugó igual. Y en el gol que le hizo (Juan Carlos) De Lima, Julio se tiró a los pies, trancó con el brazo y soltó la pelota. En ese momento nadie se acordó que estaba lesionado, pero al otro día dijeron que no tenía que haber jugado así", recordó.

Embed - Nacional 1-1 América de Cali, Libertadores 1988, gol Juan Carlos De Lima

Después de jugar un año en el América, Rodríguez Orejuela comenzó a tener problemas con la justicia y eso repercutió en el club y en los jugadores. Ceferino Rodríguez, dirigente y luego presidente tricolor, le habló a Noé para que fuera a jugar a Nacional y cuando asumió Roberto Recalt como presidente, en 1989, lo contrataron. Llegó al último campeón de América.

Quedó en la historia de Nacional

"Cuando llegué a Nacional pedí para ganar igual al que ganaba más. En aquel momento se daba una prima cuando firmabas el contrato, ahora te dan el sueldo con todo. El que ganaba más era Hugo De León, que tenía un sueldo de US$ 3.500, la diferencia la hacía con la prima que le daban. Ese era el sueldo máximo en Nacional. Vivías bien, pero tampoco cobrabas todos los meses seguro", recordó.

Se reencontró con muchos conocidos. Algunos de la selección, como el Vasco Ostolaza, Jorge Seré, el Chango Pintos Saldanha, y otros de cuando jugaba en Wanderers y entrenaba contra Bella Vista en el Prado, como Yubert Lemos, Felipe Revelez, el Pato Castro.

Nacional realizó una gira en la que disputó partidos en México, inclusive un amistoso frente a América de Cali, y la ida de la final Interamericana contra Olimpia de Honduras. En ese encuentro que se jugó en Tegucigalpa y terminó empatado 1-1, debutó oficialmente Luis Noé con la camiseta tricolor.

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Nacional, 1990. Jorge Seré, Enrique Saravia, Daniel Revelez, Sergio Maristán, Enrique Peña y Jose Luis Pintos Saldaña (de pie); Julio Dely Valdez, Luis Noé, Héctor Morán, Wilson Nuñez y José García (agachados)

Nacional, 1990. Jorge Seré, Enrique Saravia, Daniel Revelez, Sergio Maristán, Enrique Peña y Jose Luis Pintos Saldaña (de pie); Julio Dely Valdez, Luis Noé, Héctor Morán, Wilson Nuñez y José García (agachados)

En la revancha, jugada en Montevideo, Nacional goleó 4-0 y fue campeón. Noé se estrenó con los tricolores levantando una copa internacional. La última de un equipo uruguayo. Un mes antes ya estaba en el plantel que ganó la Recopa Sudamericana frente a Racing de Avellaneda, pero no jugó.

Recuerda Noé la presencia que tenía el plantel tricolor en esa época. "Era bestias. Era un equipo que jugara donde jugara, tal vez no era brillante, pero tenía presencia, eran ganadores. En la copa por los 70 años de El Gráfico, contra River argentino, nos echaron a Revelez y al Hugo (también a Ostolaza), le empatamos 3-3 y salimos campeones porque le habíamos ganado a Independiente. Eran tipos ganadores, hablaban poco, el Vasco, el Zorro, el Hugo hablaba lo justo, el Bocha Cardaccio, pero metiendo eran unos monstruos, con el tiempo te das cuenta".

Un día, jugando un clásico contra Peñarol, Noé que jugaba de 10 mirá hacia atrás y estaban el Vasco Ostolaza, el Bocha Cardaccio y el Pelado Peña, que le cuidaban la espalda. "Una pared; era tanto lo que metían que de volantes de marca también llegaban al gol".

Además de la Interamericana, durante su pasaje ganó un torneo Competencia y una Liguilla.

"Dos años parado" y los cheques sin fondo

En enero de 1992 empezó jugando la Liguilla y se fue porque lo buscó Bucaramanga. "Como el pase era de los colombianos (América de Cali) aproveché, porque si no tenía que esperar seis meses más para buscar equipo. Con Bucaramanga, que es un cuadro chico, hicimos una buena campaña".

Al final de cada temporada, los líos de siempre, que se fueron agravando con el paso del tiempo. Había que encontrar a Rodríguez Orejuela para que firmara el pase. "La gente de Tuluá, que tenía afinidad para llamar a Miguel, me consiguió para jugar ahí. Es cerquita de Cali, como si fuera Montevideo-Pando".

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Con la camiseta de Bucaramanga

Con la camiseta de Bucaramanga

Noé seguía siendo jugador del América, de manera que el pase siempre lo tenía que avalar Rodríguez Orejuela y cada vez era más difícil encontrarlo. No solo los jugadores estaban detrás de él, también la policía. "Miguel tenía que dar el permiso, por más que hubiera un gerente deportivo en el club. A veces aparecía en un mes, a veces en dos meses". Esto generaba que en ocasiones los futbolistas estuvieran hasta seis meses parados.

"Si sumo todos los meses, capaz que estuve dos años parado por ese tema", contó Noé.

En Chaco For Ever de Argentina jugó con el Pelado Peña. La camiseta del club tenía la propaganda de Carlos Menem. Se armó un buen cuadro, pero los dirigentes nos pagaron con cheques sin fondo. "A los dos meses nos tuvimos que ir todos. Había muchachos que compraron autos con los cheques y cuando rebotaron, los tuvieron que devolver. Un lío bárbaro".

Luego jugó en Tuluá y volvió a Argentina para defender a Unión de Santa Fe: "Una de las mejores experiencias, el fútbol argentino es un milagro. El ambiente, cómo lo vive la gente. Es una ciudad chiquita, pero como lo viven, todo el día los hinchas de Colón y Unión con la camiseta en la calle".

El último contacto con Rodríguez Orejuela

Retornó unos meses a Wanderers, que no pasaba por un buen momento, y luego jugó en Fénix por una razón. "Yo no conseguía el pase de América y Jorge Chijane me dijo que me lo conseguía, pero mientras tanto jugara en Fénix, para no quedar parado. Jugué como 5 meses y ahí recién conseguí el pase, en el año 1997. Casi 10 años pasaron, con todos líos, siempre esperando la autorización".

América de Cali se hizo cargo del salario de Noé el año que estuvo en el club y cuando fue a Bucaramanga. Después no, aunque era el dueño de la ficha.

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El último club que defendió de manera profesional fue Osorno de Chile, en el año 2000.

Luego hizo solo un año del curso de entrenador y junto a Enrique Peña dirigieron a Huracán Buceo en 2008. Después, Noé trabajó 10 años en un complejo deportivo, y fue propietario de camiones que le hacían viajes a una barraca.

Luego de vivir en la zona de Portones, hace 10 años que se mudó a El Pinar. Es soltero y se dedica a la pintura de casas y a recomendar jugadores. "Con lo que me mantengo bien es con las pinturas en las casas, tengo una empresa chica, cubro casi toda la costa, desde Punta Carretas. Después recomiendo jugadores. La mayoría de los compañeros que tuve ahora son técnicos, dirigentes, y están en varios equipos", comentó.

"La última vez que hablé con Miguel fue en 1995, cuando estaba en Unión. Yo tenía que renovar, me llamó y me dijo que me quedara tranquilo. Ese año lo agarraron. A mi, tanto él como sus hijos, me trataron siempre de novela. Yo no puedo decir nada", expresó. Rodríguez Orejuela está preso en Estados Unidos desde entonces.

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