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30 de julio 2024 - 7:41hs

Las vías del ferrocarril, las redes telefónicas, la alimentación eléctrica o el suministro de agua están bajo amenaza constante. Francia enfrenta un desafío enorme para detener una ola de sabotajes contra infraestructuras críticas. Al caminar por las calles de París, la vigilancia es palpable y a veces agobiante. La presencia policial es permanente: en cada esquina, en las estaciones de metro, en los parques y alrededor de las instalaciones olímpicas. Aunque la seguridad es bienvenida, la tensión es evidente. Este riguroso enfoque es necesario para proteger a los millones de visitantes y a las competencias frente a distintos ataques “híbridos”.

Todo comenzó el jueves pasado, cuando los trenes que llegan a París fueron saboteados, interrumpiendo un servicio crítico. Los ataques iniciales afectaron a las líneas de TGV, los trenes de larga distancia, y posteriormente, a las redes de fibra óptica de varios operadores como Free y SFR. El viernes 26, el vandalismo sobre la infraestructura ferroviaria hizo temer lo peor, mostrando la vulnerabilidad ante la multiplicidad de riesgos.

El sabotaje a las redes de fibra óptica pudo haber tenido consecuencias imprevisibles si se hubieran cortado las comunicaciones telefónicas y de datos masivamente. Un escenario sin acceso a la telefonía móvil e internet afectaría gravemente la coordinación de las fuerzas de seguridad, dificultando la respuesta rápida ante emergencias. Los servicios de emergencia, hospitales y otras infraestructuras sensibles dependerían de medios alternativos, lo que ralentizaría su capacidad de respuesta. Los visitantes internacionales, dependientes de sus teléfonos móviles para navegación y traducción, se encontrarían en una situación complicada. La falta de comunicación generaría caos y confusión, aumentando el riesgo de incidentes de seguridad y dificultando la gestión de multitudes.

Por ello, la Fiscalía de París ha abierto una investigación, delegando el caso a la Jurisdicción Nacional de Lucha contra el Crimen Organizado (JUNALCO), sobre los recientes actos de sabotaje en las redes de comunicaciones, con daños ‘significativos’ en nueve departamentos, incluyendo Ardèche, Drôme, Marne y Oise. Aunque no hay arrestos en esta etapa de la investigación, la justicia no ha establecido ningún vínculo entre este sabotaje y la detención de un activista de extrema izquierda en un local de la SNCF en Oissel, Sena Marítimo.

Estos ataques vandálicos interrumpieron la red de telecomunicaciones en seis regiones de Francia en las primeras horas del lunes, afectando principalmente a la red de fibra óptica de larga distancia y reduciendo la velocidad de Internet para unas 11.000 personas. Afortunadamente, Orange, el proveedor oficial de París 2024, no se vio comprometido.

Marina Ferrari, ministra de Asuntos Digitales, condenó enérgicamente estos actos, clasificándolos de "cobardes e irresponsables", y agradeció a los equipos que trabajaron rápidamente para reparar los daños y restablecer el servicio. Nicolas Chatin, portavoz de SFR, describió el ataque como un claro acto de vandalismo, señalando que "se cortaron grandes secciones de cables, lo que requiere el uso de herramientas pesadas".

Otra amenaza significativa es el riesgo de hackeo de los datos olímpicos. Si los sistemas informáticos que gestionan la información de los eventos, acreditaciones y seguridad fueran comprometidos, las consecuencias serían alarmantes. Por ejemplo, la compañía Atos, socio informático mundial de los Juegos Olímpicos, ha montado un centro de operaciones tecnológicas (TOC), una base de control que supervisa las 63 sedes olímpicas, apoyando el desarrollo de las competiciones, revisión de estadísticas y entrega de resultados. Los piratas informáticos podrían manipular información para crear falsas alarmas de seguridad, alterar resultados deportivos o robar información personal de atletas y visitantes. Además, la divulgación de planes de seguridad podría facilitar ataques coordinados, poniendo en peligro a miles de personas.

El contexto internacional añade complejidad a la situación. Los conflictos en Ucrania y Gaza, así como las amenazas de ciberataques provenientes de actores estatales como Rusia, han llevado a las autoridades a extremar las precauciones. Días antes del inicio de los Juegos, se detuvo a un ciudadano ruso sospechoso de planear actos de “desestabilización” a “gran escala” durante el evento deportivo. La amenaza de ataques terroristas sigue siendo una preocupación constante.

La vigilancia se ha intensificado en puntos estratégicos y se han desplegado tecnologías avanzadas de detección y prevención. Según el ministro del Interior, Gérald Darmanin, "la amenaza terrorista es significativa", y se han implementado controles rigurosos y restricciones de acceso para minimizar los riesgos. En París, se utiliza un nuevo tipo de inteligencia artificial (IA) que permite a algoritmos rastrear grabaciones de las cámaras de seguridad en busca de amenazas.

El clima extremo también ha planteado desafíos adicionales. Con temperaturas que pueden superar los 35°C, la infraestructura de transporte de la ciudad está bajo presión. La RATP - red de autobuses de Gran Paris y Ile de France - ha implementado controles diarios de temperatura en las vías del tren y ha reforzado el mantenimiento de los sistemas de aire acondicionado en trenes y autobuses para evitar averías. Las altas temperaturas no solo afectan el confort de los pasajeros, sino que también pueden causar fallos en los sistemas eléctricos y electrónicos de los trenes, aumentando el riesgo de interrupciones en el servicio.

Con este panorama, para mitigar riesgos, Francia también ha solicitado la colaboración de policías de 43 países. Este contingente internacional, que incluye agentes de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Canadá, patrulla las calles de París junto a sus homólogos franceses. La diversidad cultural y lingüística de los policías extranjeros no solo mejora la capacidad de respuesta ante diferentes tipos de incidentes, sino que también ayuda a entender y gestionar mejor las contingencias internacionales. Esta ‘familiaridad’ puede facilitar la resolución de conflictos menores y mejorar la cooperación en situaciones de emergencia. Además, la colaboración internacional permite el intercambio de tácticas y estrategias de seguridad, enriqueciendo las prácticas locales.

París enfrenta múltiples desafíos mientras acoge los Juegos Olímpicos de 2024. La combinación de sabotajes, altas temperaturas y una masiva afluencia de visitantes ha llevado a medidas de seguridad excepcionales. ¿Podrían los sabotajes dejar a los Juegos sin luz, agua, comunicaciones y transporte? Esta preocupación es real y no es una especulación. También el despliegue y eficacia del plan de contingencia son altamente destacables. En un ambiente tan volátil, cualquier ataque podría alterar drásticamente el curso de un evento a escala global, enfrentando desafíos monumentales.

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