Franz Kafka nunca terminó una novela. La Metamorfosis es una nouvelle. La mayoría de sus cuentos fueron publicados póstumamente por su amigo Max Brod, aunque el escritor pidiera que sus textos fueran quemados después de fallecido.
Su vida estuvo marcada por la sensación de incompletud. Y, aunque nadie lo sabe, ni él mismo lo dijo así, puede que en todo ello haya un hombre (o un niño) que creció sin la aprobación de su padre.
Sin embargo, su legado es abrumador: Kafka es uno de los escritores del siglo XX que mejor entendió el absurdo de la existencia moderna. No inventó la angustia de una época, pero la convirtió en literatura. No es casualidad el adjetivo “kafkiano ”.
Murió en 1924, consumido por la tuberculosis con la sensación de que su vida no le pertenecía del todo. Fue la técnica (las frases largas y laberínticas, que ante todo tenían una lógica impecable) y fueron los temas (protagonistas atrapados en maquinarias que los superan). Fue la ficción, fueron sus diarios, también fueron sus cartas.
Kafka dejó un extenso epistolario que ha sido objeto de varias publicaciones y estudios. Entre sus cartas más conocidas se encuentran las dirigidas a Felice Bauer, que revelan su lucha interna entre el deseo de casarse y su profundo temor al compromiso; las enviadas a Milena Jesenská, donde se aprecia su sensibilidad y angustia existencial; y las cartas a su padre, en las que expone con crudeza el conflicto con su figura paterna. También existen intercambios con Brod, quien preservó y publicó gran parte de su correspondencia.
En Carta al padreesa maquinaria es una mirada, la de su padre, que lo definió antes de que él pudiera definirse a sí mismo. Kafka escribió esa carta en 1919, con 36 años, en un momento en que su vida estaba marcada por la enfermedad.
Había logrado reconocimiento en círculos literarios reducidos, pero gran parte de su carácter seguía orbitando en torno a la figura de su padre, Hermann Kafka, un comerciante pragmático hasta la brutalidad, que veía en la sensibilidad de su hijo una debilidad.
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Primera página del manuscrito de Carta al padre de Kafka (1919).
Kafka conoció a Julie Wohryzeck durante unas vacaciones Schelesen, Bohemia, en enero de 1919. Se comprometió con ella unos meses más tarde y, según expresan los diarios y otras cartas del escritor, su padre reaccionó con enojo. Se dice que esa reacción puede haber sido la que impulsó a Kafka a escribir la carta.
El casamiento, finalmente, no se realizó. Según Max Brod, en entrevista con el medio Haaretz, la razón fue la búsqueda fallida de un apartamento. La carta original constaba de 103 páginas manuscritas y demoró dos semanas en terminarla. La versión mecanografiada es de 45 páginas.
Carta a un padre parte del miedo y del dolor. Aunque no se trata de una gran queja, ni de un ajuste de cuentas literario. Es, más bien, una confesión escrita desde la desesperación y la resignación. Es el hijo explicándole al padre por qué son como son.
"Porque el miedo y sus secuelas me disminuyen frente a ti, incluso escribiendo”, relata ya en el primer párrafo. Una carta escrita desde la derrota.
Kafka no acusa a su padre de maldad deliberada. Lo que narra es sutil y, por eso, más cruel.
“Yo, padre, nunca he puesto en duda, en general, tu bondad para conmigo, pero esa observación no la considero acertada. Tú no sabes disimular, eso es cierto, pero sólo por ese motivo querer afirmar que los otros padres disimulan es, o bien puras ganas de no dar el brazo a torcer, y entonces no vale la pena seguir discutiendo, o bien (y de eso se trata realmente, en mi opinión) una forma velada de expresar que algo no funciona entre nosotros y que tú has contribuido, aunque sin culpa, a que así sea. Si realmente es esto lo que piensas, estamos de acuerdo”, escribe.
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Última fotografía conocida de Franz Kafka. Probablemente tomada en 1923.
Franz Kafka: Cuadros de una vida de Klaus Wagenbach (1984), pág. 209; procedente del archivo Klaus Wagenbach, Berlín.
Si la obra de Kafka está bien definida por personajes atrapados en sistemas opacos, en la Carta al padre ese sistema es también la familia. Hermann Kafka es el mayor Tribunal de la vida de su hijo.
Es ese el conflicto que recorre toda la carta: el choque entre dos visiones irreconciliables. Sin posibilidad de colisión, también sin posibilidad de encuentro.
Pero lo más inquietante de la Carta al padre es que no es una historia para excepcional. Es, por el contrario, universal. Aunque sí, narrada con muchísima belleza.
Hay versiones que dicen que Kafka nunca envió la carta. Hay otras, como la de Brod, que dicen que Kafka le dio la carta a su madre para que la hiciera llegar a su padre, pero que ella nunca la entregó.