Desde el inicio del ciclo escolar 2025, los estudiantes de Brasil dejaron de usar sus celulares en las aulas y recreos, tras la implementación de una ley firmada en enero por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. La medida, que ya había sido probada en Río de Janeiro con resultados positivos, busca combatir la adicción a las pantallas y mejorar la convivencia en las escuelas.
Un cambio de hábito: "Al principio fue difícil, pero ahora interactuamos más"
Para muchos alumnos, la transición no fue sencilla. "Fue difícil porque nos volvemos adictos, y cuando no lo tenemos, provoca una cierta abstinencia (...) pero después de que el hábito pasa, interactuamos más", comentó Kamilly Marques, estudiante de 14 años de la escuela pública Reverendo Martin Luther King en Río.
La joven incluso ha dejado de llevar su teléfono a la escuela y afirma que su vida social y su rendimiento académico han mejorado. "Había un compañero de clase que sufría cyberbullying y ni siquiera lo sabíamos, porque estábamos más concentrados en nuestros teléfonos que en nuestros amigos", confesó.
Impacto en el aprendizaje y la socialización
Un estudio realizado por la alcaldía de Río reveló mejoras en la concentración, la participación en clase y el rendimiento de los alumnos desde la implementación de la medida.
"Los profesores notaron que, tras la pandemia de covid, los chicos habían regresado a las aulas más agitados, más impacientes, más adictos a los celulares y mucho más ansiosos", explicó Renan Ferreirinha, secretario municipal de Educación de Río y relator de la ley que extendió la prohibición a todo el país.
Según datos de 2024 de la consultora Opinion Box y Mobile Time, los niños brasileños reciben su primer celular en promedio a los 10 años, y los adolescentes de 13 a 16 años llegan a pasar hasta cuatro horas diarias frente a la pantalla.
"Las clases se habían vuelto insostenibles"
Para Fernanda Heitor, subdirectora de la escuela Reverendo Martin Luther King, la prohibición ha transformado el ambiente escolar. "Antes, los recreos eran islas de niños pegados a sus teléfonos. No interactuaban, no jugaban mucho, no hablaban. Ahora juegan (...) La escuela se ha vuelto mucho más alegre y animada", señaló.
Sin embargo, algunos estudiantes aún resisten el cambio. Pedro Henrique, de 11 años, admite que extraña su celular en los recreos, aunque se consuela con la idea de usarlo al final del día.
¿Un paso atrás en la educación digital?
La ley permite el uso de celulares con fines educativos, de emergencia y salud, pero algunos expertos advierten sobre el riesgo de restringir demasiado el acceso a la tecnología.
"Brasil es un país de desigualdades. Muchos alumnos solo tienen acceso a la tecnología en la escuela. Así que, si esto significa que las escuelas se volverán menos tecnológicas, es un fracaso", opinó Fabio Campos, especialista en educación y tecnología.
Para Ferreirinha, el desafío ahora es que los padres también establezcan límites en casa. "Si moderar el uso del teléfono es difícil para un adulto, imagínese para un chico. No tiene sentido que un profesor trate de dar clase mientras el niño está viendo un video en redes sociales o jugando", sostuvo.
Un debate en crecimiento
Brasil se suma a un número creciente de países que han prohibido los celulares en las escuelas. Según la UNESCO, en 2024 el 40% de los sistemas educativos a nivel mundial ya aplicaban restricciones, un aumento del 10% en comparación con el año anterior.
El éxito de la medida dependerá de su implementación y de cómo las escuelas logren equilibrar la educación digital con el bienestar de los estudiantes.