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12 de enero 2025 - 5:00hs

Los sitios están escritos en inglés y algunos ni siquiera ofrecen versión en español. Apuntan a un público específico. A gente de alto poder adquisitivo que además de despuntar el vicio disfruta de alojarse en lugares exclusivos, tomar buen vino y comer bien.

Son los usuarios del turismo cinegético, un adjetivo poco nombrado pero fácil de entender una vez que se comprende que es sinónimo de caza. O del arte de la cacería, como dice una de las definiciones de la RAE.

Sus promotores dicen que este “uso legítimo” de los recursos naturales deja más de US$ 20 millones anuales mientras sus detractores hablan de “irregularidades constantes” y un “vale todo” sin controles.

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La caza, como nunca, ha sido un asunto de discusión estos años. El tema ha estado en la televisión, en las radios y en los diarios. La última fue cuando trascendió que Kelsey Clay – novia del excandidato y secretario general del Partido Colorado, Andrés Ojeda– era aficionada al deporte.

Meses antes había sido porque el gobierno de Luis Lacalle Pou había emitido un decreto en el que especificaba que lo que se podía cazar de noche eran jabalíes y ciervos axis. La resolución buscaba aclarar una confusión que llevaba dos años cuando otro decreto había flexibilizado varias condiciones de la caza tal como reclamaban –desde hacía años– los cazadores.

“Han mejorado algunas condiciones. Las nuevas normas corrigieron algunos aspectos de la cacería”, dice Bernardo Barrán, presidente de la Asociación Profauna Cinegética del Uruguay.

El empresario, que gestiona tres establecimientos, destaca que se mejoraron los “permisos a los predios” –porque ahora alcanza con tener permiso verbal del dueño–, se achicaron las distancias (ahora pueden cazar a un kilómetro de los centros poblados) y se incluyó Canelones dentro de los departamentos donde se puede practicar la actividad con lo que solo Montevideo permanece excluido.

Caza mayor y de plumas

Su mirada es compartida por Pablo Borrazas, que preside la Asociación Nacional de Cazadores del Uruguay. Es uno de los que se jacta de haber escrito el decreto con los cambios y plantea la importancia de la caza para detener la reproducción de especies invasoras.

Aunque sus asociaciones suenen parecido, Borrazas y Barrán practican actividades bastante diferentes.

El primero se dedica a lo que se conoce como “caza mayor”: jabalíes, ciervos axis y otros animales. Es la práctica más popular, realizada en su enorme mayoría por uruguayos, y que alcanza a decenas de miles de personas.

El pico se da en la Semana de Turismo. La caza de ciervos necesita permiso ya que hay restricciones. Se pueden apresar 10 ejemplares (5 machos y 5 hembras) por persona por año, mientras que el jabalí es de “caza libre” sin “límite”.

Borrazas reconoce que la autorización para cazar de noche fue a partir de una solicitud de su asociación y señala que era una necesidad que no trajo “complicaciones”.

El segundo se concentra en la “caza menor” o “de plumas”: patos, perdices y palomas. Abarca a unas dos mil personas, todos extranjeros –estadounidenses principalmente– que vienen por aproximadamente una semana y pagan servicios VIP.

“Apuntamos a un público de alto poder adquisitivo y ofrecemos experiencias VIP, de alto nivel con hotelería 5 estrellas”, explica Barrán.

Hay casi treinta establecimientos en Uruguay y los operadores son una veintena. El San Juan, uno de los que gestiona Barrán, está ubicado en Flores y cuesta US$ 1.795 por noche por persona, según detalla su sitio web.

En el caso de los patos, son tres las especies habilitadas: el maicero, el picazo y el cara blanca. Los permisos cuestan $5.233 (3 UR) y tienen vigencia por 10 días. La temporada va desde el 1º de mayo al 15 de setiembre. Se pueden cazar 15 ejemplares –en total– por día aunque del picazo son máximo 2. La caza suele ser al amanecer.

También son tres las especies de palomas habilitadas: la grande de monte (20 ejemplares por día), la alas manchadas (15 por día) y la torcaza (sin límite). El horario es en la tarde cuando “vuelven de las chacras al dormidero”. El permiso vale $3.489 (2 UR) y la temporada va desde el 1º de enero al 31 de agosto.

Por último, ofrecen la caza de perdices, en las cuales se utilizan perros –denominados “de muestra”– que cumplen un rol fundamental. Se puede un máximo de diez por día y el permiso también cuesta $3.489 (2 UR) aunque la temporada es la más corta: va desde el 1º de mayo al 31 de julio.

Retrocesos y marcha atrás

Así como los cazadores celebraron los cambios y destacaron que se los escuchó, las organizaciones vinculadas a la conservación de especies se han transformado en las principales críticas de las modificaciones.

Dicen que no hubo asesoramiento técnico, que el Ministerio de Ambiente –donde está el área de Fauna– fue desoído y que el período representa “retrocesos”.

“Hubo un retroceso fácilmente comprobable. La normativa tuvo una marcha atrás y se quitaron exigencias”, dice Mauricio Álvarez de la ONG Coendu.

Asegura que los decretos fueron “unipersonales” de Lacalle Pou y que el presidente les reconoció –en una reunión– que los había emitido para beneficiar a sus “amigos” cazadores y gestores de turismo cinegético.

“Ahora no tienen ni obligación de decir dónde van a cazar y el Estado no puede hacer controles sorpresa”, dice respecto a una de las modificaciones. “A los cazadores se les permitió cosas que antes no se les permitía. El Uruguay Natural dio una pérdida más”, agrega.

Álvarez reclama que se haya bajado el costo de los permisos de caza y dice que se quitó la obligatoriedad de mostrar los permisos de porte de arma y las armas utilizadas.

Qué dice el presidente

Aunque aún no transmitió si promoverá cambios, en 2022 el presidente electo Yamandú Orsi se mostró en desacuerdo con la flexibilización de la caza.

Criticó que Canelones haya dejado de ser un área de excepción y se preocupó por la posibilidad que tienen los cazadores de atacar hasta a un kilómetro de los centros poblados y escuelas. "Es raro que tú te muevas un par de kilómetros por Canelones y no veas tres o cuatro casas o algún centro poblado", remarcó en una columna de opinión de la radio Cw 41 de San José.

"Para mi fue un error”, sentenció.

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