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18 de noviembre 2024 - 5:00hs

En su extensa carrera mediática y artística, la vedette uruguaya Claudia Fernández guardó varias anécdotas de su paso por los escenarios del Río de la Plata. Buena parte de esos relatos son los que le dan forma al unipersonal que estrenó hace algunos meses en La Trastienda, en Montevideo, y también de su libro de memorias, A rabiar.

En el marco del ciclo b, Alejandro Fantino entrevistó a Fernández y con ella repasó su carrera, la relación que ha tenido con su cuerpo a lo largo de los años y lo que piensa ahora de algunos hechos polémicos que la tuvieron como centro.

Alejandro Fantino: Claudia, ¿cómo andas? Hacía mucho que no te veía. Yo vivo en las afueras de Capital. Y siempre cuando voy, mi vida también cambió, voy en el auto, recuerdo compañeras y compañeros, y te juro, pero por la memoria de mi padre, que varias veces me viniste a mi cabeza. Pero bien, ¿eh? Porque además si bien estamos reconectados con Uruguay, fue una linda época en la que laburamos.

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Claudia Fernández: Una linda época, eso de estar diariamente acompañando lo último que ve la gente antes de dormir. Fue una época maravillosa de locura también. A veces cuento acá, amigas, y les digo que allá era muy fácil hacer un programa diario con invitados. Porque en Argentina todo el tiempo pasan cosas. Acá eso no pasa.

AF: Creo que te entrenaste como boina verde en Vietnam y aplicaste todos tus conocimientos de supervivencia en la selva en Vietnam, en una sociedad que no es Vietnam, que es una sociedad calma como esta, pero que cuando le agregás un poquito más de velocidad al arte, de la exposición, bueno, generás lo que estás generando. Le encontraste la dinámica justa.

CF: Creo que acá en Uruguay he sido una gran atrevida durante toda mi carrera. Porque yo ya irrumpí en los medios en un momento hace 23 años sin ser hija de nadie, siendo una perfecta desconocida y aparecí en un programa de televisión de primera hora, lunes, miércoles y viernes, en vivo, abriéndome un tapadito y mostrando ropa interior durante 10 segundos y eso bastó para que me crucificaran de por vida. Porque era otra sociedad, porque era otra época, porque no había las mujeres sororas que hay hoy, no había el movimiento feminista que hay hoy, entonces se me atacó muchísimo porque fui la primera en hacerlo.

AF: Eso en Argentina estaba. Veníamos de la época de No toca botón, de la época de Rompeportones. Atravesaste esa época.

CF: La padecí. Porque además fui la primera. Como decía mi abuela: “clavo que sobresale, recibe martillazos”.

AF: Eso que te pasó es lo que podríamos determinar un discurso de época. Viste que ahora volvió, hay un discurso, van cambiando los discursos, ahora hay una contra ola a ese discurso que bloqueó eso. Durante mucho tiempo ese discurso pregnó, sexista, machista, cosificador, etcétera. Hubo una contra ola eso que incluso se llevo puesto a mucha gente y ahora hay una contraola para volver. El tema es que haya permanecido en el inconsciente colectivo uruguayo.

CF: Sí, porque en ese momento me acuerdo de un programa de radio conducido todo por varones, que no lo voy a nombrar para no hacerlos famosos porque no los conoce a nadie. Dijeron cosas tremendas. Cosas horribles. Yo iba escuchando en ese momento la radio y decía “qué les pasará a esta cabecitas en este momento”. Me enojé mucho y los fui a buscar a la radio. Hoy no lo haría. Obvio, los fui a buscar para llevármelos puestos y no bajó ninguno. Son todos crack atrás del micrófono.

AF: Qué locura.

CF: Date cuenta todo lo que tuve que pasar. Ni hablar después con Showmatch, el baile del caño, etc. Pero yo no reniego de eso. Cuando me dicen si me sentía cosificada, la respuesta es no. Cuando nos dejábamos cortar la pollera en Showmatch por Tinelli, todas nos preparamos la piel para que se nos vea espectacular. Queríamos que se nos viera linda en el momento que se corta la pollera, que la cola de la piel saliera perfecta. Sería un hipócrita si dijese otra cosa.

AF: Hay una frase que puede explicar esto. Cada época tiene un poder, un poder que determina o detecta lo que hay que decir para que ese poder siga manteniéndose. Cada época es como una pecera, vos podés nadar dentro de la pecera de tu época y la pecera te permite ver lo que la época quiere que veas, digas lo que la época quiere que digas y hagas lo que la época quiere que hagas. ¿Está mal tener esclavos? Sí, horrendo. Bueno, gracias a Dios vivimos en una época donde está mal y donde nos parece horrendo y nos pega en la piel decirlo. Igualmente hay esclavos. El mundial de Qatar se hizo con esclavitud. ¿Qué hubiera pasado si esta pregunta yo te la hubiera hecho en el 150 después de Cristo vos y yo nos hubiésemos conocido en Roma y te digo ¿está mal tener esclavos? ¿Qué me hubieras dicho? Gracias a Dios las épocas evolucionan. El gran drama es que muchas veces se toma lo que pasó en otra época y hoy sobrevive el que vivía en esa época y se lo crucifica. Por ejemplo no voy a ponerme de defensor a Tinelli porque tampoco soy amigo ni es un tipo con el cual yo tengo mucha onda, pero era la época.

CF: No, pero si hoy me tengo que poner en el escenario en tanga, con 48 años, como lo hice en Extravaganza a los 41, me voy a preparar la piel de la misma manera que en Showmatch, porque es mi trabajo y mi cuerpo es mi herramienta. Yo trabajo sobre el escenario y muchas veces el cuerpo se luce. En el unipersonal estoy 1 hora 45 hablando donde el físico no ocupa lugar, sí pongo el cuerpo en escena.

AF: Hay algo del unipersonal, que subyace y que conecta con la gente, porque si bien te quieren y van a verte, hay algo que vos tocas, una fibra íntima, todos tenemos en la vida cosas que dicen de nosotros y nos rompen soberanamente las pelotas y callamos. Y vos vas y exorcizás eso.

CF: Es maravilloso. El espectáculo empieza con las habladurías que se han dicho durante años sobre mí. Lo que hice fue capitalizar esos rumores. Iba por una Trastienda y voy por la octava porque la realidad es que también está eso del morbo y de qué es lo que voy a contar.

AF: ¿Qué explicación le encontrás de por qué te van a ver tanto?

CF: Yo encontré mucha empatía en el público. La Trastienda te da una cercanía con el público maravillosa y no tiene la frialdad de la butaca. Es como que están todos en el living de su casa y se crea una intimidad muy buena. Y donde yo realmente entrego mi corazón en el show. Y cuento dos puntos muy importantes de mi vida que el público los desconoce por completo y se hacen dos silencios muy grades que hasta que yo no los rompo en escena, nadie se atreve ni a respirar. Cuento quién soy, de dónde vengo, cuál es mi origen, cómo me hice, cómo me formé, cuáles son mis valores, la crianza con mis abuelos, el barrio.

AF: Tampoco dejemos de lado lo que sos: una gran capocómica, una mina que tenés un manejo del escenario y una cosa que rompe pantalla y conectás con la gente. Pero hay algo más. Vos fuiste a Argentina y domaste a varios allá. Te viniste con varias domadas. Y volviste.

CF: Creo que tiene que ver con nunca haberme ido. Porque yo nunca dejé de venir a Uruguay a hacer mi programa, nunca dejé de trabajar en Uruguay, siempre iba y venía. Y volví evolucionada, siendo otra artista. Primero se sorprendieron con Extravaganza. Creo que el público también se sorprende porque estuve muchos años haciendo cosas allá como Confesiones de Mujeres de 30 que acá nunca se vio. Entonces hoy también se sienten sorprendidos. Y aparte se sienten identificados porque hablo mucho del barrio.

AF: ¿Vos sos de Punta de Rieles?

CF: De Punta de Rieles. Hablo mucho del código del barrio, de lo que ya hoy se está perdiendo.

AF: Estaba pensando otra característica tuya que recordaba el otro día de Animales Sueltos. Vos venías, te sentabas en Animales Sueltos y eras una mujer que alrededor tenía como una energía de: “ojo boludo no te zarpes, porque te arranco la cabeza”. ¿Eso te protegió del encare desorden, desubicado y desbordado de alguno que podía pensar que porque eras vedette podía invitarte u ofrecerte cosas porque salías semi en bolas en un escenario y creía que tu vida era eso también?

CF: Es verdad, yo tengo esa cosa que impongo porque te bajo los dientes y siempre fui así desde adolescente. Desde que vas al boliche y te tocan la cola yo respondía “tuqui” de puño cerrado: conmigo no. Pero no siempre me sirvió ese escudo. Me pasó haciendo temporada en Buenos Aires, el primer año que hago temporada con Reina Reech y con Miguel Ángel Cherutti, que tuve un problema de acoso sexual con él y la pasé muy mal. Si yo tenía otro carácter era para que me volviera a Uruguay o sea renunciar a todos mis sueños en Argentina y me volviera porque era la primera temporada y estaba pasando eso. Tuve el apoyo de Moria que me aconsejó muy bien, me guió por dónde ir.

AF: ¿Eso terminó en denuncia después?

CF: Terminó, sí. Ahora ya preescribió todo. Sabés que el verano pasado vi que estaba haciendo su show entre las maquinitas de un casino y dije: “mira vos, cómo todo llega”. Estuve a punto de sentarme a verlo. A ver qué hacía. Porque en el fondo esos son todos cagones. Pero después pensé que ya la vida se había encargado. Lo ves en la foto y ya está.

AF: ¡Cuántas cosas pasaste y cómo te manejás! ¿Te psicoanalizás para trabajar estas cosas?

CF: Sí. Tengo momentos con la terapia hay momentos que estoy como más a full otros que no. Ahora sí, ahora estoy en terapia. Este fue un año muy difícil para mí, en febrero falleció mi hermano.

AF: ¿Cuántos eran ustedes?

CF: Cinco. Él era el único varón. 40 años tenía.

AF: ¿Cómo te conectás con esto de que ya no esté en este plano?

CF: No se suelta. Creo que en eso tengo que agradecer todo lo que aprendí en Tailandia a los 17 cuando me fui a trabajar como modelo, que viví cinco meses y medio en Bangkok. Me acerqué a la meditación, a la respiración. Sentí que a mí se me ha amputado una parte del cuerpo, sentí que me estaban cortando las piernas, sentí que nada más doloroso me podía pasar que eso. Hasta que ese dolor se empezó a transformar con los días en encontrarme en esa respiración y en decir, “yo no perdí un hermano”, “yo gané 40 años a un hermano”. Yo no firmo un contrato cuando uno nace que me voy a morir de viejita, porque soy la mayor y después todo se encadena. Eso es eso es del ego.

AF: Eso es muy estoico, Claudia.

CF: Cuesta un montón. Te lo digo, pero cuesta un montón y es una elección diaria poder estar feliz.

AF: Mirá como lo planteas, “gané 40 años de estar con mi hermano”. En vez de quedarte en la pérdida, te quedás en lo que ganaste. ¿Eso lo trabajaste en terapia?

CF: No. Lo encontré en mi respiración. En decir ¿por qué mi ego en este momento no quiere soltarlo? Necesito dejarlo ir. Es del ego pretender ese apego, que cuesta un montón. Una cosa es decirlo y es un trabajo diario. Yo medito todas las mañanas. Y la respuesta siempre está. Yo voy a análisis, pero la respuesta siempre la sabemos nosotros. Vos vas para que alguien te dé la herramienta, para que te reconfirmen cosas, pero vos en el interior siempre sabés.

AF: Hay que escuchar ese interior. A veces ese interior es duro con uno, o a veces calma. A vos te ha calmado.

CF: Siempre que estoy como alborotada lo que hago es parar, respirar, ver lo que hay y agradecer. Soy una agradecida de la vida. En el unipersonal cuento mi sueño a los 7 años. Soñaba que cuando mirando una revista Radiolandia descubría Nélida Lobato que decía: “La vedette Nélida Lobato pisa el teatro Maipo”. Y dije: “esto quiero ser”. Yo no quiero ser arquitecta, ni maestra, ni doctora, quiero ser esto, esto que es esta mujer. Y eso fue lo que llevé a mi trabajo al Colegio de las Monjas, pegada a la doble página en Nélida Lobato: “Yo quiero ser vedette”. Y a esa niña no le fallé. En el 2008 hice el centenario del Maipo con Antonio Gasalla, estuve donde estuvo Nélida Lobato, participé en el Centenario del Maipo. Yo a esa niña no le fallé, le cumplí sus sueños. Entonces eso es éxito para mí.

AF: Es muy lindo esto que estás diciendo. Te pregunto para conversarlo, ¿vos crees que la autoarquitectura de un destino es clave? ¿Si uno sueña y desea vos creés que llega?

CF: Es seguir el instinto, no renunciar al sueño. Porque podés intentarlo una, dos, tres, diez veces y que no te salga, pero no lo vivas como un fracaso, vivilo como un éxito porque lo intentaste y pusiste todo vos para hacerlo. Eso ya es un éxito. Y no renunciar, porque puede ser que no te salga la primera.

AF: ¿De qué familia venís vos?

CF: De una familia de clase media, de un barrio de gente muy trabajadora, de un barrio humilde: de un papá mecánico tornero, de una madre ama de casa.

AF: ¿Tenés a tu papá y tu mamá?

CF: Sí, a los dos.

AF: ¿Mecánico tornero tu papá? ¿Cómo se llama?

CF: Fernando. Hacían los primeros ómnibus, los primeros micros de una compañía de acá de Uruguay los hizo mi abuelo. Y después en el taller de papá se armaban carrocerías de otros ómnibus.

AF: ¿Y vos el recuerdo que tenés de chiquita?

CF: Talleres, fierros, rulemanes, chatas, soldaduras, chisperos. Me fascina el olor de la máquina de soldar, había dos soldaduras autógenas o eléctricas. Todas las cicatrices que yo tengo son de chatas, rulemanes, parrilla de la bicicleta, cuerda y dale. Aquella chata iba a toda velocidad, te iban dando contra todo. Somos sobrevivientes de una época. Viste que vos entrabas con una rodilla chorreando sangre, una fractura expuesta y te decían “ponete agua que ya está”.

AF: ¿En Punta de Rieles hay bajadas y subidas?

CF: Hay aquellas bajadas y hay un convento también en Punta de Rieles. Era un barrio maravilloso para hacer maldades porque a las monjas las teníamos locas.

AF: ¿Vive alguien en Punta de Rieles todavía?

CF: No, el Tata falleció hace tres años. Viven tías abuelas.

AF: Y cuándo caminás por allí ¿sigue siendo Punta de Rieles?

CF: Sabés que sí, que mantiene esa esencia. Hace poco volví a buscar cosas para el unipersonal y para el libro que estaban allá y no quería entrar, tenía como ese miedo de esa cosa de la casa vacía, de no quiero entrar sin el tata. Bueno, tuve que entrar, no me quedó otra opción. Y cuando entré, dije: “¡ay, qué bueno que entré!”. Porque fue como que sentí que no entré sola. Entré y sentí el olor a perfume que usaba mi abuela siempre. Sentí como el olor a perfume en la casa, como impregnado en la casa. Aparte tuve que ir al dormitorio de ellos a buscar mis fotos. Y fue muy lindo.

AF: ¿Y quién vive en esa casa?

CF: Nadie. Ya la vendieron, pero cuando fui estaba vacía. Y las plantas estaban como si las estuvieran regando todo el tiempo.

AF: ¿Qué plantas tenías ahí?

CF: Tengo de todo: jazmines, hay una que se llama esqueleto de caballo que me traje y la tengo en casa.

AF: ¿La trasplantaste?

CF: Sí, la trasplanté para tener algo del tata. Bueno el tata lo tengo acá, con el vaso de whisky, es una foto que le saqué yo. ¿Podés creer que se murió a las 11 de la mañana con el vaso de whisky en la mano?

AF: ¿Tu abuelo? ¿Cómo se llamaba?

CF: Juan Antonio, pero le decíamos Catono.

AF: ¿Y el tatuaje es un vaso de whisky de la mano de Catono?

CF: Sí.

AF: Ah, pero sos una crack.

CF: Así lo despedimos, “acá no llora nadie”. Yo quiero morirme así, lo estaba yendo a ver y me llama la señora que lo cuida. Le digo ¿tengo que llevar suplemento?. Me dijo que no y enseguida supe que ya estaba. Me contó que estaba tomando whisky, le pedí que ayudara a sacarle el sweter que me lo quería quedar y me dijo: “no, los cuerpos no se pueden tocar”. Fue tragicómico. Le dije que me ayudara igual. Me puse el buzo de él, le leí un cuento y así lo despedí, agradeciéndole todos los años que me dio. El día del velatorio dije “acá no llora nadie”. Botella de whisky y vasitos descartables. Dejó todo por escrito además: foto de él espléndido y cajón cerrado.

AF: ¿Te puedo pedir un favor? Cuando puedas comprarte Cartas a Lucilio que son las cartas que le escribió Séneca que era un estoico a Lucilio. Es tu vida. Es un filósofo romano estoico, vas a entender cómo entendía la brevedad de la vida. Una frase estoica es “carpe diem” o sea “cosecha tu tiempo”. Sos muy estoica, tenés una cosa de vivir el hoy. Recién me contaste antes de entrar que en un momento no estabas haciendo nada en el canal y cobrabas un sueldo, y te sentías mal.

CF: Me fui feliz, me hicieron un éxito, pero yo soy una persona que necesita acción. Otra cosa que aprendí también en Tailandia es que uno no puede tener las manos llenas para recibir, entonces no iba a llegar nada a mi vida nuevo si yo no suelto. Si yo vengo con abundancia a tu vida y vos estás que tus manos ya no dan más, pero esa abundancia de repente no te está haciendo feliz, que era lo que me estaba pasando a mí. Yo estaba haciendo la plancha, pero si no soltás algo, no llega lo nuevo. Y fue moverme del canal para que la vida se revolucionara. Empecé a escribir el unipersonal que trajo la curiosidad del público que quería un poquito más. Y como no podía hacer un show de cuatro horas me puse a escribir un libro. Y a la vez dije, bueno, estoy inquieta, me sobra tiempo, voy a hacer un taller de casting para cine. Hice un taller de casting para cine. Fui a un casting para cine, hice una participación de No me rompan con Julieta Díaz y Carla Peterson. Pero todo eso no hubiera ocurrido si yo estaba con las manos sin soltar nada.

AF: Me quedé pensando también me vino a la cabeza ese libro de otra frase que es: “Lucilio, te aconsejo quedarte en la categoría de lo suficiente”. Porque es la primera categoría es lo necesario, luego pasás a la categoría de lo suficiente y hay otros que pasan de la categoría de lo suficiente a la acumulación. ¿Y todo esto que te encontraste con el teatro?

CF: Hago gira por todo el interior. Me encuentro con que hay muchas mujeres que tienen muchas historias para contar. Y el que yo cuente cosas las habilita de alguna manera también a contar sus historias y me lo cuentan a la salida del teatro. Y estoy armando un proyecto para el año que viene que tiene que ver con eso también.

AF: Una característica que asumí como conversador, porque yo no me considero entrevistador. Lo de tu hermano salió de vos, si no ni salía, no te lo iba a preguntar. Me quedé pensando en esos dos momentos, ¿fueron momentos dramáticos en tu vida que viviste en Buenos Aires, en Argentina?

CF: Uno lo viví a los 19 años, acá, siendo muy joven, y el otro sí, el otro en Argentina. En la época del Bailando y el Patinando.

AF: ¡Qué mundo ese! Era un mundo descocante, te descocaba. Era una realidad paralela.

CF: Se te puede ir la vida. Porque vos tenés que saber cuándo entrar y cuándo salir de ese juego. Hay que saber primero que nada con quién estás jugando y qué estás dispuesto a perder en ese juego.

AF: Claro, porque entras a un universo donde es 24x7.

CF: Es una picadora de carne. Entonces aprovechá tu momento para sacar jugo, que fue lo que yo inteligentemente supe hacer. Porque todos tenemos un momento y aparte en Argentina salen minas de abajo de las baldosas.

AF: Pero vos te peleabas conmigo en ese momento y sabías que íbamos a estar siete días 24 horas en todos los canales de televisión.

CF: A mí no me sirve de nada la pelea contigo y estar en los canales de televisión. A mí lo que me sirve es que me contraten, facturar, decirme dónde me paro y qué digo.

AF: Está todo bien, pero mi pregunta era: psíquicamente, vos decís es peligroso.

CF: Es agotador. Porque vos no querés pelearte con nadie. Ese es el tema. Yo no quiero pelearme con nadie. Yo quiero venir a laburar y creo que si logré hacer todo lo que logré hacer en Argentina… Yo me compré mi casa acá con mi trabajo en Argentina. Después de años de trabajar en Uruguay, me lo compré con poco tiempo de trabajo en Argentina, pero porque supe capitalizar y aprovechar ese momento. Y creo que lo que me sirvió fue haber sido inteligente o viva o astuta o pilla, llámale como quieras. Pero cada vez que yo iba a cerrar un contrato dentro de un elenco nunca pedía estar ni en la foto de la marquesina ni peleaba por el lugar, ni por la ropa, ni por el maquillaje, por nada.

AF: Eran épocas que para estar en el verano en Carlos Paz en Mar del Plata tenías que estar en el Bailando o en algún programa de Sofovich. Bueno vos no agarraste a Sofovich.

CF: No, porque Gerardo era el presidente del jurado y yo entré así al Bailando. Entré porque a Nazarena Vélez se le quiebra el dedo en una gira de Rosario y yo lo digo en broma en el unipersonal, digo “gracias a Dios”, fue el dedito que se le quebró, no pasó nada. Pero estaba sentenciada el lunes, tenía que bailar y esto fue el sábado y yo era la que estaba ahí en el elenco, y Gerardo, el presidente, quería seguir promocionando la gira. Ni lo dudó, lo llamó “al Chato” y le dijo: “A Nazarena la reemplaza a la uruguaya Claudia Fernández”. Bailé el duelo y después que estaba ahí adentro sáquenme si pueden. Me atornillé como pude y le hice reemplazo a todas estas que cada vez que venía un ritmo diferente se esguinzaban y ahí estaba yo al pie del cañón.

AF: Pero no solamente era bailar, tenías que tener otra cosa. Tenías que picantearla.

CF: Sí, hasta que me enamoré. Conocí a Leo y dije: “yo me corro de acá”. Porque sabía que iba en serio dije: “yo no lo voy a exponer”. Este no es un boludo que va a ir al piso a hacerle la segunda Tinelli y a que lo bardeé mientras yo estoy bailando. No, este es un tipo de verdad, no lo van a agarrar para esa y yo no voy a exponer porque esto va en serio. Y ahí me corrí.

AF: Claro, encontraste a tu familia.

CF: No era un chongo, era el tipo con el que yo me iba a casar, era mi novio, había formado una familia, iba en serio, entonces no lo iba a exponer en el piso a que vayan tres boludos a bardearlo.

AF: ¡Que época esa. Yo fui un par de veces y decir que como yo era picante también, y sabía que si me boludeaban, me tiraban un fósforo y le iba a devolver un dragón.

CF: Pero vos no ibas en papel de novio de... Vos sos quien sos.

AF: Pero te pasaban por arriba igual. Qué épocas también de verano. Eran dramáticas las temporadas. La presión psíquica, porque había quilombo todo el tiempo.

CF: Mucho estrés. Además después tenías que hacer dos funciones por día y darlo todo porque ponías el lomo ahí. Y después bancar. Era realmente agotador pero yo no me arrepiento de nada y disfruté cada época a full, y mi techo lo hice con mi trabajo en Argentina.

AF: Te pregunto como uruguaya, porque te va a ver mucha gente en esta charla: ¿cómo estás viendo a tu sociedad y al Uruguay? ¿Qué estás viendo de tu país? ¿Cómo lo estás captando? ¿Políticamente, socialmente?

CF: No voy a hablar de política porque no es un tema que me compete, ni tampoco muestro mucho interés, salvo lo justo y necesario para tratar de votar lo que considera correcto.

AF: ¿Votas siempre igual o vas cambiando?

CF: Siempre voto igual. A medida que soy más grande, me conquistan más las personas. Ya no voy por la bandera ni por el partido. Es con la persona, el proyecto y puedo estar con uno y puedo estar con otro. Veo con una sociedad que tiene ganas típicas del uruguayo de remarla y salir para adelante. No le tenemos miedo al laburo y que así somos, ansiosos y esperando todos que mejore.

AF: ¿Y qué te dice la gente, qué captas de la gente?

La gente no llega a fin de mes, la gente la rema, la rema y la rema y si no le alcanza con dos laburos buscan un tercero, es lo que te decía el uruguayo no es de quedarse, la busca, hay de todo por supuesto.

AF: Esto que te voy a decir lo voy a dejar grabado. Vos sabés que yo tengo un par de fichines puestos y la pegué: la pegué con Scaloni que fue campeón del mundo, la pegué con Millei, yo no sé si siendo como sos vos una mina que te pregnan las cosas o sea no es que te la sacudís a las cosas, yo no sé si vos en un tiempo hacés algo en política.

CF: No rotundo. Mía ya cumple 15, Renzo tiene 10, ojalá quieran estudiar en el exterior. Yo quiero vivir un poco y un poco. Me gustaría tener un proyecto en Europa, hacer algo afuera, vivir en un verano eterno. Ese sería mi sueño. Vivir un verano eterno. No me gustan los inviernos y no me gusta el invierno en Montevideo.

AF: Yo no lo había vivido el invierno en Montevideo y vine con el chiquito y me volví loco. Me encantó y una noche me fui a comer a la casa de Diego Aguirre y hacía un frío. Pero a mí me encanta este invierno, es húmedo, es lindo.

CF: A mí a veces me gana Montevideo y su gris. A mi dame sol. Yo quiero estar en tanga, poca ropa. Ese será mi sueño. No quiero tener que pensar en más nada, estoy en una edad que todo empieza a ser disfrute.

AF: ¿Todo va a seguir siendo a rabiar en tu vida?

CF: Siempre. Mi libro se llama así y lo tengo tatuado. Todo a rabiar. Porque así vivo, no conozco otra manera. Yo miraba fotos de niña para el unipersonal y nunca estoy peinada prolija, siempre estoy en un modo de disfrute. Siempre fui a treparme, si comía la naranja la comía con las manos, o sea nunca el cuchillito. Cuando voy a bailar, bailo hasta que no me dan las rodillas pero, hasta que no puedo más.

AF: Lindo verte, te felicito por todo. Nos vemos la próxima.

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