¿Cómo evaluás el censo 2023?
Un éxito
¿En qué sentido?
El censo en Uruguay es un ejemplo dentro de la última ronda censal de América Latina. Fue innovador por la alta respuesta web y por el uso de registros administrativos como complemento al conteo clásico de población.
¿Y si nos comparamos con nosotros mismos también?
En los censos anteriores se divulgaban una población estimada, pero solo habían microdatos de aquellos que se pudieron contabilizar (de casi 200.000 personas no había información disponible).
¿Y ahora no ocurrió lo mismo dado que uno de cada diez no fueron censados?
No. Ahí está la innovación. Se usaron registros administrativos para conocer a esa población no contada.
¿Tiene la misma validez?
Los censos combinados, como este último que se hizo en Uruguay, tienen información de registros administrativos que es tan válida como la otra. Hay que cambiar la forma de pensar el censo.
¿Es una forma de asumir que el viejo instrumento no está dando los mejores resultados y por eso tengo que sí o sí ir a buscar un complemento que me sirva?
Esa es tu forma de decirlo. La otra forma de decirlo es que por primera vez en la historia del país vos tenés tres millones y medio de personas y tenés información sobre tres millones y medio de personas. Tuvimos una presentación con la intendencia de Río Negro. Parte de lo que les preocupaba era cómo cambiaron las poblaciones a nivel de localidades. En 2011 en una localidad puede que haya 100 personas. Pero esa no era la población, era la población contada, entonces no podés saber exactamente cómo cambió la población a ese nivel de localidades.
O sea que las comparaciones o proyecciones a nivel de localidades tiene algo de ficción porque estamos tomando como base (2011) un número que no es real…
A nivel de localidades lo que tenías era la población contada, no tenías idea de cuál era el porcentaje de omisión y por tanto, tampoco la población verdadera de esa localidad.
La Encuesta de Cobertura reveló que en 2011 tuviste un 5% de tasa de omisión, ahora, en 2023, esa tasa de omisión fue de 10,3%.
No, ahora es de cero.
Pero tenés un 10,3% de gente que no te contestó y lo tuviste que completar con registros administrativos
Lo que tenés es un 10,3% sobre los enumerados con cuestionario censal, donde tenés 3,9% de omisión propiamente dicha y 6,4% de no respuesta. En el censo total tenés información sobre absolutamente todos.
Pero los registros administrativos no te dan la información que te da el formulario del censo. Hay mucha información que vos te perdés y en 2023 es más gente que en 2011...
En 2011 tenías imputación de unas pocas variables y además tenías que para parte de otra población, por ejemplo en asentamientos, se arreglaba con cuestionarios súper cortos.
¿Pero no tenés un grupo más grande de gente sobre la que tenés menos información?
No, tenés ahora en todo y antes tenías....
En 2011 era un 5%, en 2023 estamos hablando de un 10%. Ahora hay un 10% de la que tenés información parcial. En los asentamientos a escala país sube al 15%. En la zona más pobre de Montevideo a casi dos de cada diez.
Claro pero del 5% básicamente no tenías información ninguna y además en algunas subpoblaciones cuestionarios súper cortos. Comparar esto con exactamente la misma lógica de antes no tiene sentido.
¿Cómo se explica que en un país como Uruguay, sin grandes accidentes geográficos, donde tenemos las viviendas contadas con UTE y con la mitad de la población autocensada de forma digital haya aumentado la tasa de omisión de un censo al otro?
Te dejo a vos el próximo censo ya que es tan fácil.
No digo que sea fácil, pregunto el porqué
Si te fijas en cómo se compone los elementos que hablábamos: tenés un 6,4% de no respuesta y un 3,9% de omisión propiamente dicha. La no respuesta son básicamente viviendas donde vos sabes que hay gente pero no lograste hacer el contacto. Puede haber algún rechazo pero mayormente son viviendas donde vos no logras contacto. ¿Cómo sabes que hay gente? Porque indagas en las casas de al lado. Pasás hasta cinco veces, dejas avisos cada vez y no logras que te abran. La omisión en los censos surge de dos elementos: una subdeclaración de miembros del hogar, típicamente una de las cosas que ocurre en los censos es que la gente tiende a olvidarse de los niños, y la omisión de viviendas propiamente dicha… las que te salteaste.
¿Qué información tenés de ese grupo que rellenaste con registros administrativos?
Tenés la información más básica que es lo que te permite hacer análisis demográficos: sexo, edad, si nacieron en el exterior o no, si están ocupados o no, si son jubilados o no, tenés alguna información sobre si van a la educación o no, o sea tenés ciertas características que te van a permitir tener un cierto perfil y además es una proporción relativamente pequeña de toda la información que tenés a nivel de zonas censales y de localidades.
¿Tiene sentido seguir invirtiendo tanto en el método de cuestionario censal y no ir solo por los registros administrativos sabiendo que así vas a contar la población?
El futuro un poquito más lejano es ir todo a registros administrativos. Los países nórdicos hace 40 años que lo hacen. Yo creo que todavía probablemente tengamos una ronda más donde utilizaremos el cuestionario.
¿Cuál es la calidad de los registros administrativos en Uruguay?
Los registros en Uruguay son muy buenos, aunque nada es perfecto. El certificado del nacido vivo, por ejemplo, es de extremada buena calidad.
En algunos países está pasando que las sociedades se cierran desde los extremos: barrios privados por un lado y asentamientos por otros. ¿En Uruguay también?
Todavía no tenemos ese chequeo. Pero donde hay más dificultad (para que se responda el cuestionario censal) es en las zonas más peligrosas.
¿Cuántas veces fueron a esas zonas peligrosas?
En algunas zonas fuimos entre dos y tres veces, que es un montón. Fuimos cinco veces a las zonas normales que ya, de por sí, es un montón. En las zonas de alta peligrosidad es complejo trabajar. Se hacen operativos de saturación. No va un censista solo, sino una cuadrilla de 80. Acompaña la Guardia Republicana con un vehículo blindado. Hay motos circulando constantemente. En algún caso hubo que evacuar porque se escucharon disparos.
Las sociedades, incluyendo la uruguaya, van mejorando su confort. Pero, ¿se está agrandando la brecha entre ricos y pobres?
Estamos en una fase muy incipiente del estudio de los datos. Pero es bastante obvio que persisten desigualdades fuertes en el país. Es muy obvio que la costa sur de Montevideo es bien distinta al resto de Montevideo. También el censo va a mostrar las desigualdades entre el sur y el norte del país. Y eso que, en algunos servicios, la brecha se ha ido cerrando. En Rivera, hace 40 años, solo la mitad de los hogares tenían acceso al agua de cañería o electricidad. Ahora es casi universal.
Los datos del censo muestran un estancamiento poblacional. ¿Cómo hay que interpretar estas cifras?
Se conversa sobre si es necesario incidir sobre los nacimientos, si tener planes de atracción de inmigrantes o cómo captar talentos, pero se habla poco sobre qué hacer con las consecuencias del cambio demográfico. El país no creció en 12 años y llevamos tres años consecutivos con menos nacimientos que defunciones. Eso genera impactos fuertes. Hay que sumarle el envejecimiento poblacional, la gente vive más. Hace un siglo era 16 niños por adulto mayor, y ahora es uno a uno. El promedio de miembros en el hogar cayó de seis a dos y medio. Un tercio de los hogares son unipersonales. Es decir: tenemos cada vez población más envejecida que vive más sola y eso significa una revisión de los cuidados.
¿Urge hacer nuevas reformas del sistema de salud, de cuidados y seguridad social?
Creo que ya. Porque entre que lo conversamos y hacemos algo va a llevar demasiado tiempo. El nuevo Uruguay deja de tener las redes de asistencia que antes se tenían, no tenemos quién nos cuide de viejos (o de muy niños), gastamos más en salud porque somos más viejos, las jubilaciones y pensiones se van a tener que subvencionar de cada vez menos trabajadores activos. En ocho años perdimos más de 18.000 niños. En unos pocos años lo vamos a sentir ese impacto en el mercado laboral.
¿Qué se puede hacer?
Lo primero es no perder a ninguno de los niños. En la primera infancia vamos a necesitar invertir más y mejor. Cada uno de los 31.000 niños hay que cuidarlo como un ser precioso. Les tenemos que dar la mejor educación posible y el acceso a los mejores trabajos posibles, con alto valor y alta calidad, porque, de lo contrario, van a producir muy poco o se van a ir a otro país.
¿Se les está cargando la mochila a los que vienen?
No. Pero es un hecho que necesitamos gente con niveles de productividad mucho mayores a los que tenemos en Uruguay hoy día. Hay ejemplos que vienen funcionando bien. Cuando se instalan grandes compañías, como UPM o las papeleras, traccionan la eficiencia y la productividad en el país. Ya no cortan árboles con motosierras, sino que cada vez se introduce más tecnología y al humano se lo capacita para manejar y supervisar la tecnología. Y eso te va modificando toda la cadena. El transporte pasa a ser más eficiente. Mejoran los tiempos. Por poner otro ejemplo, en el último tiempo hubo crecimiento de las empresas de tecnología de la información y comunicación. Salen al mercado internacional. A eso hay que apuntar.
¿Esa apuesta “a los grandes” o “malla oro” no genera que los de abajo tengan que esperar el derrame?
Tenés que ir haciendo las cosas a la vez. Por ejemplo, ir formando como hizo UPM a través del Inefop para dar soporte a los proveedores e ir reconvirtiendo a la gente, a esas pequeñas empresas satélite a las empresas grandes. Eso significa más productividad y más riqueza para el país.
Entonces, la discusión no tiene que estar tan centrada en las políticas pronatalistas
Podemos dar esa discusión, pero cuando vemos la evidencia mundial nos damos cuenta que esas políticas no mueven la aguja. En cambio, si vamos por las consecuencias y la mejora de la productividad, nos metemos con cosas que podemos controlar mejor.
¿Pasa lo mismo con las políticas migratorias?
Todo indica que la inmigración en Uruguay sirvió para compensar a la gente que se fue. Todos los cálculos apuntan a eso, a un saldo migratorio cercano a cero. Y además atrajimos a gente que más bien fue expulsada de sus países y no tanto que hayan elegido a Uruguay porque somos lindos y simpáticos. Las tres principales nacionalidades inmigratorias recientes son Venezuela, Argentina y Cuba cada una de ellas proveniente de países con sus problemas. Y lo otro a tener en cuenta: Uruguay no es muy distinto a muchos países en este estancamiento y en breve declive poblacional. Está previsto que antes de que acabe el ciclo caerá toda la población mundial. La diferencia es que ahora la población cae por una decisión humana.
¿En qué sentido?
Antes las poblaciones se reducían o crecían según la disponibilidad de alimentos, o la extensión de una peste, o un avance médico. Ahora es la población que decide no querer tener más hijos en estas condiciones. Ese poder de decisión es una buena noticia, como también lo es la mejora en las condiciones de vida que demostró el censo.
¿En qué se ve esa mejora?
En menos de 40 años, que en términos históricos es la nada, es impresionante la universalización del saneamiento y la electricidad, el confort de los hogares, el número de automóviles por hogar, la cantidad de calefones y hasta de aires acondicionados.
¿Esos son los indicadores de progreso que se deberían tener en cuenta hoy?
Existe una literatura que refiere a la economía de la felicidad. Es cierto que hay que complementar el confort con otros factores. Pero en términos de progreso material, el cambio que se vive es dramático. Lo que pasa que uno se acostumbra fácil al confort y pide aquello que todavía no tiene. Nadie se acuerda del agua salvo que haya sequía. De la electricidad, salvo que haya un apagón y se quede sin velas. Uruguay tiene cada vez un porcentaje mayor de la población más educada…
Pero ese salto ha sido muy moderado, incluso muy por debajo del crecimiento educativo observado en otros países de la región…
La población universitaria está subiendo de a tres puntos porcentuales en cada censo, cada diez años. Y estoy de acuerdo que se quiere más y es moderado, pero a la vez es un progreso. Vivimos en un país mucho mejor.