Los debates presidenciales son los clásicos electorales. Las hinchadas alientan a sus candidatos sin importar su desempeño, las bromas al adversario quedan resonando incluso tras el fin del partido y hasta los empates se celebran como triunfos propios. Por eso no es extraño que Yamandú Orsi haya sido el ganador para el 88% de quienes dicen que votarán por él en el balotaje, o que Álvaro Delgado haya sido el triunfador para el 86% de quienes sostienen que lo apoyarán en las urnas.
El Observador, la Unidad de Métodos y Acceso a Datos de Ciencias Sociales (Udelar) y el docente de Estadística Juan Pablo Ferreira realizaron una encuesta —representativa de la población adulta del país— ni bien acabó el debate presidencial de este domingo. Y las respuestas de los más de 4.600 encuestados dice mucho sobre los “sesgos” detrás de cómo se percibe una puja dialéctica televisada.
¿Por qué? Entre quienes dicen haber visto el debate, casi nueve de cada diez eligieron un ganador. Esto dista de la mirada de los diez expertos consultados por El Observador para otra nota, quienes, en su mayoría, sostuvieron que no hubo un vencedor claro (sino más bien un empate).
Para los hinchas de Peñarol, es probable que Peñarol se merezca ganar aunque no haya hecho mérito para ello. Para los de Nacional, se lo merecía su equipo. Cada uno buscará la mínima evidencia que confirme sus ideas preexistentes. Los psicólogos le llaman “sesgo de confirmación”.
Aunque parezca un tanto descabellado, es el mismo principio cognitivo que opera en creer que es verdadera una noticia falsa. El chiste lo explica muy bien. Un señor mira la pantalla de su computadora, y su hija, a un costado, le advierte: “No, papá. Esa es una noticia falsa”. A lo que el padre le responde: “¿Cómo va a ser falsa si dice justo lo que yo pienso?”.
La gráfica a continuación muestra ese sesgo a la hora de juzgar el debate presidencial:
¿El debate movió la aguja?
“No creo que (el debate) incida mucho en la intención de voto. Difícil que la gente más alejada de la política haya mirado más de cinco minutos. Era un listado aburrido de buenas intenciones, enumeradas muy rápido e inentendibles para la mayoría”. Adriana Raga, la directora de la consultora Cifra, resumió de esta manera el resultado de la contienda televisada del domingo.
Y ahí sí parece haber un punto de coincidencia entre la mirada más calificada y la opinión pública: tres cuartas partes entienden que el debate cambiará “poco” y “nada” la marcha electoral en este sprint final hacia el balotaje del próximo domingo.
Ni siquiera se avizoran movimientos sensibles entre quienes dicen haber visto el debate y respondieron la pregunta de la encuesta sobre si su voto (a nivel individual) cambió. Menos del 7% dice que, en su caso, modificó la postura, pero luego se reduce a una mínima expresión cuando se cruza esa respuesta con otras preguntas sobre preferencias.
Pese a ello —y a la crítica de que el debate no fue en esencia un debate—, el filósofo Javier Mazza considera que el objetivo del intercambio fijado por ley es que “los ciudadanos tengan la oportunidad de contrastar ideas”. Y “en ese sentido, la organización (o estructura del debate) ayuda a quitar el foco de la eventual victoria o derrota del orador” para dar paso a los mensajes. Es decir: no necesariamente el debate presidencial debe ser planteado como un momento para convencer a los indecisos o para cambiar el voto de los ya definidos.
Orsi mejor para las mujeres y Delgado para los varones
El ciclo electoral uruguayo viene demostrando, medición tras medición, patrones que se consolidan. Las mujeres se han corrido un poco más hacia el Frente Amplio y los varones hacia la coalición de gobierno. Montevideo es el bastión de la izquierda, al tiempo que el interior lo es de la centroderecha. Y bajo esas divisiones también fue evaluado el debate del domingo.
En el único departamento de Uruguay en que el Frente Amplio superó la mitad de los votos válidos de octubre, Orsi fue, a juzgar por los encuestados, el vencedor del debate. Hace menos de un mes, la izquierda había sido el lema más votado en 59 de 62 barrios de Montevideo.
¿Cómo se hizo la encuesta?
El Observador, juntos con académicos de la Universidad de la República, lanzan la quinta encuesta de opinión pública –que se puede completar aquí– para saber el estado de la opinión pública a menos de una semana del balotaje.
Por primera vez, se aplica a nivel masivo en Uruguay un monitoreo de la opinión pública con encuestas no probabilísticas que permiten inferencias a través de modelos alternativos.
En esta primera ola de la quinta encuesta, fueron encuestadas 4.628 personas luego del debate del domingo y antes del mediodía de este lunes 18 de noviembre.
Ficha_metodologica_observador_quinta edicion.pdf