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10 de marzo 2025 - 5:00hs

Para la familia de Santiago Mon, la madrugada del miércoles 22 de marzo de 2023 quedará grabada a fuego. Quizá, para describir qué sintieron ese día, la palabra correcta sea “confusión”. Luego, todo lo que vino fue dolor.

Santiago era un joven de 18 años, que jugaba en Nacional Universitario y la noche en que murió había salido con un grupo de amigos. De los tantos que tenía, estos eran los más allegados con quienes había compartido todo el ciclo educativo en el mismo colegio.

El auto en el que circulaban los tres chocó contra las barandas del puente que está sobre el arroyo Miguelete. El impacto fue tal, que el cuerpo de Santiago se fue hacia adelante y luego voló hacia atrás, rompiendo la luneta trasera y cayendo del puente hacia al agua. Ahí comenzó el calvario.

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Los Mon se enteraron de la situación sobre las 3:00. Se subieron desesperados en la camioneta y salieron rumbo a la Seccional 7ª. Cuando llegaron, el padre de Santiago vio que el auto del amigo de su hijo ya lo habían retirado de la escena y le pareció raro. El conductor del auto, de hecho, ya se había ido a dormir a la casa.

Santiago Mon

Las primeras versiones de la Policía fueron muy confusas. Los funcionarios que actuaron en la escena no se dieron cuenta, según declararon, que había una tercera persona en el vehículo. Mientras tanto, el cuerpo de Santiago yacía sobre las aguas del Miguelete.

La familia Mon no entiende cómo no notaron que su hijo iba en el auto, porque bastaba con ver que en el asiento trasero estaba la billetera de Santiago –con su cédula de identidad– y otras pertenencias personales.

Una pericia privada estableció que las autoridades tuvieron un proceder, por lo menos, inadecuado. Al comienzo, la Policía catalogó el siniestro como leve pero sin rastrillar la escena, como establecen los protocolos policiales.

Los Bomberos aseguraron que bajaron al arroyo, pero al no tener indicios de orientación, decidieron subir luego estar varios minutos buscando sin un norte claro.

Bomberos llegó a las 5:30, un móvil policial arribó sobre las 7:00, el siniestro –se estima– fue sobre las 00:00 y a los padres les avisaron a las 2:00. En ese lapso, la familia Mon se abocó a encontrar a su hijo bajo la certeza de que ya estaba muerto.

El padre de Santiago maneja frecuentemente y, tras estar en la seccional, se fue directamente al lugar de los hechos. La primera hipótesis que formuló fue que su hijo se había caído al agua.

Un cambio de vida

Valentina, la hermana de Santiago, estaba viviendo en España. Planeaba hacer un curso de azafata y, por qué no, quedarse a vivir fuera de Uruguay. Pero todo cambió cuando se enteró de lo que pasaba en la casa de sus padres.

Los hermanos Mon mantenían una unión estrecha. Valentina tiene en uno de sus brazos tatuado “no importa cuándo” y uno de los de Santiago decía “no importa dónde”. La joven dice que su hermano era “un sol”.

Valentina cuenta que la distancia no era excusa para no sentir lo que estaban viviendo sus padres, aunque también reconoce que no se imagina lo que deben de haber sentido aquella noche.

Ella mandaba mensajes a los amigos de su hermano, buscaba respuesta –que no podían dar– en sus padres y también reservaba pasajes para regresar definitivamente a Uruguay.

Santiago Mon

La familia Mon hizo la denuncia a Fiscalía, para buscar Justicia sabiendo que su hijo y hermano no volvería. El Ministerio Público archivó el caso, pero un Tribunal de Apelaciones ordenó que se vuelva a investigar y ahora se están analizando los elementos aportados a la causa.

El último mensaje que Santiago le mandó a Valentina decía que fuera feliz, que buscara la felicidad. “Y bueno, fue eso lo que hice cuando decidí venirme. Porque iba a ser mucho más difícil seguir con mi vida allá sabiendo lo que estaba pasando en mi casa”, resumió su hermana.

Valentina no encuentra explicación a la serie de inconsistencias de las autoridades el día del accidente. “Llega un punto de que eran todos errores. Una hoja, un error. Líneas y párrafos enteros mal escritos. Y eso no es una casualidad, hay una cierta inoperancia del sistema”, considera.

–¿Qué es lo que buscan con que el tema llegue a la Fiscalía?

–Buscamos Justicia. Nosotros no nos merecíamos esto y Santiago tampoco, el cuerpo de Santi estuvo tanto tiempo en el agua que… No considero que nadie tenga que vivir esto y también porque a Santi le hubiera gustado que esto no le suceda a nadie más.

Queda aún la duda de qué hubiera pasado si todo hubiera funcionado esa madrugada del 22 de marzo. Quizá, Santiago estaría vivo, si lo hubieran trasladado a un hospital, según afirma la pericia y también estiman sus padres.

“Santi era… no sé, una persona increíble. Tenía muchos amigos, siempre estaba alegre. Su vida era Nacional y los amigos, se desvivía por ellos. Salía de joda, pero era súper sano. Como cualquier chiquilín de 18 años”, describe Valentina y destaca “la paz alucinante” que tenía su hermano.

El final de aquel día fue muy crudo para los Mon. Uno de los amigos de Santiago iluminaba desde el puente, mientras su padre estaba en el arroyo buscando a su hijo. “Ahí está”, escuchó que le decían desde arriba. Miró al costado y entre dos piedras yacía acostado y sin vida el cuerpo de Santiago. Fue su padre el que lo sacó del agua en andas.

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