Cada vez hay más uruguayos que dicen estar “flipando” cuando algo les sorprende. Cada vez hay más uruguayos que se “lían” cuando están muy ocupados. Cada vez hay más uruguayos que sustituyeron el “dale” por el “venga”. Cada vez hay más uruguayos viviendo en España y —dentro de poco— habrá más compatriotas allí que en cualquier otro país (exceptuando Uruguay, claro).
La diáspora uruguaya está cambiando. Argentina —ese país que fue refugio de uruguayos durante parte de la dictadura y desde donde nació el “decisivo” voto Buquebus— poco a poco va perdiendo a sus integrantes: unos 20.000 en un poco más de una década (pasó de 116.000 en 2010 a 95.000 en 2022).
Las crisis e inestabilidades de Argentina lo fueron convirtiendo en un país expulsor de población. Y la comunidad de uruguayos, cada vez más envejecida, se fue achicando.
España, en cambio, “es desde hace dos décadas el principal destino de la emigración uruguaya”, explica el demógrafo Martín Koolhaas. Como resultado de ese proceso —que tuvo un primer auge tras la crisis financiera de 2002 y un segundo repunte tras la baja de los commodities en 2014— la diáspora de uruguayos en el país ibérico creció de 26.000 a 90.000.
No inmigra quien quiere, sino quien puede. La frase —un poco alterada— corresponde a quien fue la madre de los estudios poblacionales en Uruguay: Adela Pellegrino. La investigadora, quien había documentado el proceso expulsor de Uruguay más allá de las crisis políticas y económicas, explicaba que el irse a vivir a otro país requiere levantar cabeza, planificar, buscar redes de contención, tener cierto capital e indagar sobre las condiciones de vida en el nuevo destino (por lo general de renta más alta). La excepción son las crisis masivas (como pasa en Venezuela o Siria) donde el desplazamiento es forzado.
España tiene, en ese sentido, un “paquete de atractivos” para los uruguayos, explica Koolhaas. En un reciente viaje que realizó en busca de historias de uruguayos que re-emigraron, constató que las redes ya establecidas (incluyendo grupos de Facebook, bares de uruguayos, grupos de candombes y conocidos) son uno de los puntos más valorados. Pero también la posibilidad de conseguir el pasaporte de la comunidad europea, la mejor paga salarial para un mismo trabajo, la facilidad de transporte para irse a vivir allí, el idioma y hasta la chance de una rápida regulación de los documentos (lo que diferencia a la emigración a Estados Unidos).
El crecimiento de la diáspora de uruguayos en España es tan notable que, según el censo español, en el último año batió récord histórico y superó a los años posteriores a la crisis de 2002.
¿Por qué? Koolhaas explica que se juntan dos fenómenos: por un lado, el uruguayo sigue emigrando y prefiriendo el destino español. Por otro, “cada vez se encuentran más casos de reemigraciones: uruguayos que se fueron a vivir a España, retornaron a Uruguay y se volvieron a ir a España”.
Esa reemigración y el hecho de que la comunidad vaya asentándose hace que, poco a poco, la comunidad uruguaya en Espala empiece a envejecer. Tras la crisis de 2002, uno de cada seis uruguayos en España era menor de 20 años (se habían ido familias enteras). Ahora es menor de 20 años solo uno de cada 17.
Quienes reemigran, por lo general, ya han pasado un tiempo en cada lado y suelen estar más cerca de los 45 años que de los 20 con los que se fueron por primera vez. “Hablando con esa gente uno puede entender que ese proceso de volver a irse les es relativamente sencillo, porque ya se va a lo conocido”, dice Koolhaas.
Todo apunta que, de continuar la tendencia, España superará a Argentina como principal colonia. Entonces viene la pregunta: ¿empieza el voto Iberia?
Hay al menos dos razones para pensar que no. La primera es de costos: mientras la mayoría de la diáspora en Argentina vive en Buenos Aires, España queda más lejos y la distribución es más dispersa.
La segunda es político-histórica. La antropóloga Silvina Merenson estudió cómo la izquierda uruguaya fue construyendo lazos con su diáspora en Argentina porque, buena parte de su “vieja guardia”, se habían exiliado en el país vecino. En Argentina no solo la dictadura fue más corta, sino que su cercanía con Uruguay les sirvió a mucho perseguidos como trampolín para irse a un tercer país.
En la dictadura, en cambio, en España todavía estaba el franquismo. Y si bien hubo exilio, parte de esa diáspora implicó una secuencia de países. Por ejemplo: Uruguay-Chile-Suecia-España.
El Frente Amplio intentó desde su fundación capitalizar esa emigración. El propio Líber Seregni dijo en el acto del 26 de marzo de 1971: “Los uruguayos emigran (...) Esa sangría emigratoria es responsabilidad directa de la oligarquía y del gobierno. Es una violencia sobre el país, una violencia tan terrible como las muertes en la calle, que también hemos soportado (...) La emigración es el peor juicio sobre un régimen económico y social, es el peor juicio sobre un gobierno”.
En Argentina, dice Merenson, eso estuvo muy presente en las elecciones de 1984, en el crecimiento de la militancia frenteamplista de los 90 y en el aporte de votos de uruguayos residentes en Argentina para que Tabaré Vázquez ganase en primera vuelta en 2004. Fue entonces que el periódico Página 12 tituló: “El voto Buquebus”.
Pero ya en 2019 ese efecto fue mermando (por el cambio de perfil demográfico y porque los partidos fundacionales también salieron a disputarle terreno a la izquierda).
En España, dice Koolhaas, la organización política de los uruguayos no es tan fuerte como lo fue en Argentina. “Mantienen actividades que los unen, pero sobre todo se da una participación a través de redes sociales”.
Como publicó el diario El País, hay más mujeres uruguayas viviendo en España que hombres. Eso no siempre fue así. Koolhaas le encuentra una posible explicación: el flujo migratorio no distingue demasiado entre ellos y ellas, pero en una sociedad envejecida suele haber más mujeres porque viven más años.