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30 de enero 2025 - 5:00hs

Hay varias cosas que pueden decirse de Uruguay y cómo se relaciona con la alimentación. Por ejemplo, que comer saludable es caro, y más del 36% directamente no puede hacerlo debido al costo que implica. También puede decirse que hay más de 15% de personas que sufren inseguridad alimentaria, y el problema se profundiza más cuando se divide por género: las mujeres están más expuestas que los hombres. En sobrepeso y obesidad, desde hace al menos 12 años que se registra un aumento de estos indicadores, pero hasta ahora, las políticas implementadas no han logrado revertir o mitigar el impacto de esta tendencia.

Todos estos datos están presentados en el último informe de Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición, presentado el lunes por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, su sigla en inglés). La mayoría se basan en un estudio El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, presentado en julio de 2024, pero en esta ocasión el foco está puesto en América Latina y El Caribe, y su relación con los fenómenos climáticos: cómo las adversidades meteorológicas están impactando en la disponibilidad y acceso a los alimentos.

En entrevista con El Observador, el oficial a cargo de la representación de FAO en Uruguay, Gonzalo Kmaid, habló sobre los resultados del informe para Uruguay y los desafíos que presenta para adelante.

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Baja la cantidad de personas que están en una situación de vulnerabilidad en América Latina con respecto a la alimentación, pero crece la desigualdad dentro del continente. ¿Cómo se explica eso?

Se confirma que por segundo año consecutivo, a nivel global, el mundo sigue teniendo problemas de producción de alimentos y alimentación y seguimos estando lejos de cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible, que habían postulado llegar al nivel de hambre cero para el 2030. Esa meta a nivel global probablemente no se cumpla. Sin embargo, América Latina y el Caribe es la única región en el mundo que ha logrado en los dos últimos años sacar gente de la situación de dificultades alimentarias. En los dos últimos años tuvo una disminución leve, pero una disminución, que se empieza a conformar como una tendencia de mejoras vinculadas al sistema de protección social, a la capacidad y resiliencia que han tenido los países en implementar políticas para mejorar su desempeño en términos de producción de alimentos y disponibilidad de alimentos para la población. Lo que sigue habiendo son disparidades regionales fuertes. No es lo mismo lo que sucede en el Caribe que lo que sucede en Sudamérica. En el Caribe los problemas han sido persistentes y de difícil solución con un problema central muy complicado que es Haití, con otras economías que con sus idas y venidas han logrado en la pospandemia mejorar, encausarse, exportar, digamos que son fundamentalmente las de cono sur, no las de Mesoamérica, sino más bien las de América del Sur al sur.

Cuando uno mira el total de Sudamérica, Uruguay tiene buenos indicadores comparativamente. Sin embargo, tiene un alto porcentaje de personas que no acceden a una alimentación saludable por su precio, porque la comida es cara. ¿A qué responde?

Más allá del costo de la dieta saludable, Uruguay tiene indicadores regionales, comparativamente hablando, buenos en términos de que se destaca en la región, porque, digamos, Uruguay no registra niveles significativos del indicador de hambre. Eso sucede desde, diré que del 2004, 2005. Eso quiere decir que homólogamente pasa algo parecido con la indigencia o la pobreza extrema cuando medís pobreza por línea de pobreza monetariamente. Nuestra indigencia o pobreza extrema hace mucho tiempo que es menos del 1%. El otro indicador es de inseguridad alimentaria, que es un indicador que tiene que ver con el acceso a los alimentos. Y en ese sentido Uruguay tiene buenos indicadores comparativos con la región. Están el 15%... pero están el 15%. La inseguridad alimentaria es baja comparativamente, igual que la pobreza en Uruguay, que es en el entorno del 10%. Pero existen. Entonces ahí son las respuestas nacionales a que tienen que atender ese fenómeno. Lo preocupante de la inseguridad alimentaria es que tiene la misma estructura que la pobreza, quiere decir que afecta más a hogares liderados por mujeres, y se vincula más a hogares de bajos ingresos. La diferencia entre hombres y mujeres es muy marcada. También afecta más a los hogares con hijos, o sea que hay un problema que para la política social del Uruguay es importante y relevante para trabajar, que es esa concentración.

Una niña observa frutas en una feria de Belvedere (lunes 28)
Una niña observa frutas en una feria de Belvedere (lunes 28)
Una niña observa frutas en una feria de Belvedere (lunes 28)

No es un dato nuevo. ¿El gobierno no ha hecho los esfuerzos suficientes para mitigarlo? ¿No le ha prestado atención al dato?

La seguridad alimentaria depende de cuatro cosas diferentes. Tiene que ver con la disponibilidad de los alimentos, con la accesibilidad de los alimentos, con la utilización que se hace de esos alimentos y con la estabilidad que tienen estos tres factores conjuntamente. En Uruguay no hay, en principio, problemas de disponibilidad. Alimentos hay, producimos, somos exportadores de carne, de frutas, somos productores de alimentos, de hecho Uruguay podría alimentar, podemos discutir las cifras, si 20 millones o 30 millones, pero tiene capacidad de alimentar muchísima más gente que la población que tenemos. La accesibilidad es otro problema, porque eso depende de la capacidad que tengan los hogares para comprar y acceder a esos alimentos que sabemos que están disponibles. Y eso está vinculado a los ingresos, al mercado de empleo, al disponible que tienen las familias para acceder a los alimentos.

El problema de Uruguay, de esas cuatro variables que mencionaste, es básicamente la accesibilidad.

Sí, tiene que ver fundamentalmente con la capacidad de los hogares de comprar. Y además, un dato que complejiza más es qué alimentos se compran. Eso también sabemos que tiene que ver con la calidad de los alimentos y con las consecuencias que tiene la mala alimentación, los problemas de nutrición. Es muy preocupante el 15% de la inseguridad o eventualmente los casos que haya de privación absoluta de la alimentación. La otra punta es el tema de obesidad y sobrepeso y las consecuencias que tiene eso sobre las enfermedades no transmisibles y los costos que están asociados al sistema de salud en lidiar con esos problemas. Cuando tomamos por privación de alimentos en datos de inseguridad o de hambre, somos los mejores de la clase. No somos los mejores de la clase cuando se trata de obesidad. Pero eso responde también a un tema de mala alimentación.

Es económico. Porque los alimentos saludables son más caros que los procesados...

No necesariamente son más caros, pero hay estructuras que se forman, culturales, de promoción, los ultraprocesados, que son un elemento que está comprobado que tiene consecuencias utilizados en exceso, tiene consecuencias dañinas y nocivas para la alimentación, de publicidad, de comunicación, todo eso también influyen en lo que consumimos. Es un fenómeno multicausal el cómo nos alimentamos.

Pero no nos enteramos ayer de que Uruguay tiene un problema de sobrepeso. El informe lo dice: desde 2012 estos indicadores vienen en aumento. Pasó más de una década, un tiempo considerable como para haber podido revertir o al menos mitigar el avance de esos números. ¿Qué pasó en el medio? ¿Las políticas no fueron suficientes? ¿No hubo esfuerzos que funcionaran?, ¿cómo lo analizás?

La obesidad y el sobrepeso son fenómenos contemporáneos en todas las sociedades modernas vinculados a los niveles de desarrollo, no es un problema que no haya solucionado Uruguay, no lo ha solucionado el mundo, nadie. A medida que los países se desarrollan tienen que lidiar con esa complejización de que nos alimentamos mal y tenemos patrones no deseables en términos de las consecuencias de una alimentación inadecuada. Obesidad y sobrepeso son un problema generalizado. Creo que ha habido esfuerzos, que han sido esfuerzos importantes y sostenidos, no han alcanzado. Es un fenómeno societal complejo que requiere de esfuerzos del lado de la salud pública, del lado de consumo, del lado de la producción, en muchos sentidos, que se hacen pero aún no han tenido resultados suficientes. Uruguay es pionero en algunas áreas en ese sentido. Tenemos ley de etiquetado de alimentos, tenemos regulación de cómo se hace la alimentación escolar, hay bastante normativa importante, novedosa y actualizada para tratar de incluir en esas situaciones.

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Puestos de frutas y verduras en ferias.
Puestos de frutas y verduras en ferias.

¿Es ejemplo en ese sentido en la región o no necesariamente?

Está dentro de los países que están trabajando el tema, sí. Pero todavía no muestra resultados. Es difícil evaluarlo de manera instantánea, porque no es que vos tengas una ley etiquetada frontal de alimentos y tengas entonces el año que viene (los indicadores) te den bien.

Pero tiene que haber alguna proyección de decir: bueno, si toco estas variables, en algún momento esto tiene que empezar a dar resultados. Siguiendo esa idea, ¿cuándo Uruguay podría alcanzar una mejora en esos indicadores? En los indicadores que tienen que ver con sobrepeso y obesidad, ¿cuánto tiempo puede llevar?

Está lejos de mi área de experticia, pero la respuesta más honesta es que no estoy seguro de cuánto tiempo lleve eso. Creo que igual hay que hacer todos los esfuerzos posibles, en términos de las políticas nacionales y los esfuerzos que hacen los países para tratar de contribuir con eso. Yo creo que hay algunas cosas positivas: hay más conciencia, hay más conocimiento y hay más información. La publicación del panorama es un elemento que también contribuye. Y también la labor de las distintas administraciones nacionales que han tratado de mejorar y de tratar de hacer que nos alimentemos mejor. Y creo que también nosotros, uruguayos, como consumidores, hemos ido teniendo como mejorando, más conciencia, en la toma de decisiones para alimentarse. De hecho hay esfuerzos multi-institucionales del Ministerio de Desarrollo, el INDA, el MGAP, con la lista inteligente, la UAM, Comunidad Agroalimentaria, hay como múltiples esfuerzos que apuntan siempre a tratar de tener alimentos inocuos, saludables y de buena calidad.

Pero acá vuelvo a la pregunta que te hacía inicialmente: en Uruguay es caro alimentarse bien. Eso los uruguayos lo sabemos desde hace tiempo. El informe viene a confirmar algo que ya percibíamos. Sin embargo, parecería que no hubo políticas que tendieran a bajar los precios de los alimentos saludables.

Yo creo que ha habido elementos de política destinados a promover alimentos saludables que quizás no han tenido los resultados de impacto. La lista inteligente es una medida, por ejemplo, que trata de generar un llamado a atención al público sobre los alimentos de estación, los que son frescos, los que son de buen precio, que es un esfuerzo de la UAM, sobre qué cosas están disponibles y cuándo conviene acceder a ellas. Es restringido, pero bueno, es un esfuerzo.

¿No debería haber un esfuerzo mayor, como una política nacional más grande para que realmente haya un impacto en cómo nos alimentamos?

Sí, seguramente puede haber medidas de política, tanto de política económica como de política fiscal, pero son medidas que toman los gobiernos. Y la FAO no prescribe políticas. Sería deseable que muchas de estas iniciativas tuvieran un enfoque que apuntara a la alimentación saludable, pero no siempre es así y bueno, es una discusión donde las autoridades nacionales son las que tienen la palabra.

20250128 Entrevista a Gonzalo Kmaid, Oficial a Cargo de la Representación de la Oficina de la FAO en Uruguay.

¿Cuál sería la llave del éxito para dejar de ser el cuarto país del sur con prevalencia de sobrepeso en menores de 5 años?

Es una buena pregunta para las autoridades nacionales. Me parece que hay un consenso nacional sobre la importancia de la infancia en todo su sentido. Durante la campaña electoral, todos los elencos se pronunciaron sobre la importancia de atender ese fenómeno. Se aprobó una ley que tiene que ver con la coordinación de las instituciones que trabajan en las infancias. Hay como una comprensión muy fuerte de la necesidad de tener herramientas para trabajar con la infancia y hay programas exitosos de trabajo. El programa de alimentación escolar que tiene Uruguay en la ANEP es un ejemplo en la región. Que tiene áreas de mejora, seguro que tiene áreas de mejora. Uruguay es un estudio de caso para otros países que tienen interés en ver cómo un país ha logrado mantener básicamente un comedor diario para 300.000 comensales. Y lo ha hecho con una intención de tratar de estar poniendo siempre alimentos inocuos, saludables, pensando de forma integral en la alimentación de niños y niñas. Que eso a la larga no logra revertir el efecto societal que tiene que ver con cómo consumimos los alimentos en nuestros hogares, en la calle y demás. Es complejo.

No ha alcanzado con esos esfuerzos.

No compensa luego las consecuencias que tiene la mala alimentación, que en algunos casos son por defecto, en el sentido que no alcanzan los ingresos y nos alimentamos mal, o a veces por exceso porque, aun teniendo los recursos, hay familias que se alimentan mal porque consumen excesos de bebidas azucaradas, excesos de ultraprocesados, porque no tienen variedad de grupos de alimentos, porque no consumen verduras en fresco, ni frutas en fresco, no varían los grupos de proteínas que consumen, consumimos poco pescado, hay una cantidad de factores que la política pública no tiene demasiadas… intenta hacer lo mejor que puede.

¿Tiene que ver con el desarrollo? ¿Está estrechamente ligado al desarrollo?

No sé si con el desarrollo, que es un término cargado de connotaciones. Tiene que ver con la evolución que tienen los países, en términos demográficos y en términos de la composición de la sociedad. Uruguay en ese sentido tiene patrones demográficos similares a países desarrollados.

El año pasado tuvimos esta sequía impresionante que nos puso contra las cuerdas. El informe destaca, por ejemplo, cómo eso afectó la producción de maíz. No nos generó un problema de distribución de los alimentos por la sequía, pero sí afectó a los precios. ¿Qué advertencia podrías darle al país en función de otras experiencias de la región? Porque estos fenómenos se van a mantener y van a ser cada vez más frecuentes.

Sí, yo creo que la advertencia o la nota de cautela la pone el informe en sí, y es un dato para toda la región. Lo toma con particular énfasis en un grupo de países que están más expuestos a la vulnerabilidad del clima. Uruguay no es un país de ellos. Aún así tuvimos tres años de seca agropecuaria con disminución de los niveles de producción, con afectación del stock de ganado, con una cantidad de indicadores que sacudieron toda la economía uruguaya. Eso no llega al efecto que tiene en algunos países isleños pequeños del caribe o en algunas economías de centroamérica que afecta la disponibilidad de alimentos, sí afecta en el sentido que complica la accesibilidad. Cuando el tomate cuesta $ 200 deja de ser accesible, o el morrón, que costó $ 250. Ahí sentimos como país, las debilidades que tenemos en términos de cuán vulnerables somos en relación a los fenómenos climáticos adversos. La sequía fue un ejemplo. El tema del riego agrícola yo creo que va a ser un tema de discusión para la nueva administración y para este nuevo periodo, qué se hace con el riego agrícola, es una medida de mitigación y es una discusión profunda de regamos, no regamos, cómo regamos, dónde regamos, con qué agua, si se cobra por el agua, si no se cobra por el agua, de dónde sacamos el agua. Para, ante un fenómeno adverso que afecta a Uruguay y que sabemos que puede ocurrir cada vez con más frecuencia y con más severidad como es una sequía, tener por lo menos la certeza de que ciertas producciones no se vean afectadas.

¿Hay algún modelo de país en América Latina que esté haciendo las cosas bien con respecto a esto?

Hay muchos países que tienen sistemas de alerta temprana y de mitigación. Yo te diría que en Costa Rica seguramente haya cosas para aprender de ellos. Están menos sujetos (a las adversidades del clima) que otros, que además tienen muchos menos recursos. Costa Rica es un país con una dotación de recursos. Costa Rica, Uruguay y Chile son tres países que sobresalen en la región. Pero creo que, y de hecho, los países de Centroamérica, todos tienen, intentan tener sistemas de alerta, sistemas de mitigación para tratar de contrarrestar en particular lo que es el tema de huracanes y sus efectos. No integramos ninguno de los grupos de países que son más susceptibles de ser afectados por efectos adversos. Pero el dato es que los cambios climáticos están sucediendo, que la variabilidad del clima está sucediendo y que las consecuencias meteorológicas, que son las de corto plazo, se ven.

Temas:

Alimentación FAO cambio climático

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