En las elecciones de 2024 en Uruguay, varios políticos llegaron al Senado sin contar con el número de votos habitualmente requerido para una banca (del entorno del 3%, unos 70 mil). Felipe Carballo del Frente Amplio fue uno de los casos que más llamó la atención por esta estrategia. Este juego de números, al menos en el caso de los senadores, se apoya en el sistema de "colectoras electorales".
¿Cómo funciona una colectora electoral?
Este mecanismo permite a listas con pocos votos en la Cámara de Diputados acumular en una plancha única al Senado, permitiéndoles alcanzar bancas en esta última cámara.
La utilización de "colectoras electorales" y otras estrategias de acumulación demuestran cómo los partidos y sectores en Uruguay se adaptan al sistema electoral para maximizar su presencia, en este caso en el Senado. Este fenómeno permite que sectores con bajos votos logren representación parlamentaria a través de alianzas y sublemas.
Aunque algunos partidos optan por maximizar votos en la Cámara de Diputados evitando el sistema de colectoras, la acumulación de votos en sublemas ha permitido que listas con pocos votos alcancen lugares en el Senado.
¿En la Cámara de Diputados pasa lo mismo?
No, es distinto. En Uruguay, aunque existen dos cámaras legislativas –Senadores y Diputados–, la reforma electoral de 1996 introdujo una diferencia clave entre ambas: la acumulación por sublemas solo está permitida en el Senado, no en Diputados.
¿Qué implica esta diferencia? En el Senado, al asignarse las bancas, se otorgan primero al partido político, luego al sublema que acumula votos y finalmente a la lista con mayor cantidad de votos dentro del sublema. En Diputados, sin embargo, esta acumulación por sublemas no es posible, eliminando un paso en el proceso.
¿Y cómo juegan este "juego" los diputados?
Para lograr representación en Diputados, los políticos suelen emplear "cooperativas" de listas. Esto significa que se presenta una única lista para maximizar los votos y luego negocian. Por ejemplo, dividen el período legislativo entre los integrantes. En la reciente legislatura, en Durazno, el diputado del Partido Nacional formó una "cooperativa" con otros candidatos y dividieron la legislatura según la cantidad de votos: el primer titular estuvo en funciones dos años, el segundo otros dos años y el tercero un año.
Este sistema permite que los dirigentes adapten sus estrategias según la cámara a la que aspiran. Felipe Carballo, por ejemplo, priorizó llegar al Senado y armó listas "colectoras" que sumaran votos para Senado dentro de un sublema (integrado por el MPP, entre otros), mientras que Pedro Bordaberry centró su estrategia en obtener bancas en Diputados.
En Canelones, Bordaberry reunió listas que en un principio iban a presentarse separadas, uniéndolas bajo la 10 de Vamos Uruguay. Esta decisión fue clave para que esa lista obtuviera dos diputados –Walter Cervini y Paula De Armas–, quienes representaban a sectores distintos (Cervini apoyó a Robert Silva en la interna, y De Armas a Tabaré Viera). De no haberse agrupado bajo la Lista 10, es probable que ambos quedaran sin representación.
¿Es muy común que esto pase en Uruguay?
No tanto, pero hay varios casos conocidos. No todos son iguales, porque algunos priorizan llegar al Senado, mientras que otros priorizan llegar a Diputados a nivel legislativo.
El caso de Felipe Carballo
La lista 711 de Carballo obtuvo 9.731 votos, una cifra insuficiente para una banca en el Senado. Sin embargo, al encabezar 115 listas en distintas regiones del país que acumulaban votos en su favor, su candidatura al Senado sumó más de 51.000 votos. Al unirse al sublema "Por un Uruguay para la gente" y apoyado por el Movimiento de Participación Popular, Carballo optimizó su posición. El resultado fue su elección como senador, demostrando cómo el uso de colectoras permite a figuras políticas competir en condiciones ventajosas pese a sus bajos votos directos. Este éxito se debe a que, en el Senado, el sistema de cocientes decrecientes permite que los votos sumados en sublemas favorezcan a candidatos con menos votación.
Vamos Uruguay y la estrategia de la concentración
Si bien algunos partidos apostaron a las colectoras, otros decidieron minimizar el número de listas. Vamos Uruguay, sector liderado por Pedro Bordaberry, presentó pocas listas a diputados en comparación con sus colegas colorados, sacrificando votos en el Senado en favor de maximizar su presencia en la Cámara Baja. Gracias a esta estrategia, Vamos Uruguay obtuvo aproximadamente 11 de las 17 bancas coloradas en Diputados, a pesar de contar con solo dos senadores. Este enfoque contrasta con la elección de Carballo y refleja cómo el sistema permite distintas estrategias para ganar representación en cada cámara. El caso más claro es el de Walter Cervini y Paula De Armas en Canelones.
Verónica Alonso y el poder de la colectora en 2014
Otro ejemplo clásico de colectoras, pero en elecciones internas, fue el de Verónica Alonso, quien en 2014 utilizó 132 listas en apoyo a la precandidatura de Jorge Larrañaga. Aunque las listas individuales lograron escasos votos, la suma le permitió a Alonso posicionarse tercera en la lista al Senado de Alianza Nacional. Esa lista se armó en función de los votos obtenidos por los dirigentes en la interna, donde el apoyo de esas "listas chicas" terminaron siendo claves para Alonso, que superó a otros dirigentes con más popularidad.
Baluarte Progresista en 2019 y su multiplicación de listas
El caso de Baluarte Progresista en las elecciones de 2019 también ejemplifica esta estrategia. El grupo liderado por Humberto Castro presentó 76 listas a diputados, cada una acumulando votos hacia la plancha senatorial del grupo Vertiente Artiguista. Aunque ninguna de estas listas logró una banca en Diputados, el grupo consiguió dos escaños en el Senado.
En 2024, Castro repitió la estrategia, esta vez sumando casi 400 listas al sector La Amplia de Carolina Cosse, quien ganó su banca al Senado gracias al respaldo acumulado, aunque Castro –que iba segundo en la lista– no logró asegurarse un lugar.