La instalación de la segunda planta de la empresa UPM en Uruguay –ocurrida durante la última administración de Tabaré Vázquez– en Pueblo Centenario estuvo signada por los cuestionamientos ambientales nucleados, principalmente, en los efectos sobre la calidad de las aguas del río Negro.
La construcción fue seguida de cerca por la sociedad y su autorización de operación, ya bajo el gobierno de Luis Lacalle Pou, obligó a la conformación de una comisión de seguimiento que debe reunirse periódicamente y elaborar informes acerca de la evolución del río y otros efectos potencialmente negativos.
Tras cumplir en abril de 2024 su primer año de operación, un equipo técnico del Ministerio de Ambiente evaluó si existieron “cambios significativos” en el comportamiento de la clorofila-a –cuya presencia en niveles elevados indica problemas ecológicos y suele asociarse al desarrollo de floraciones algales como cianobacterias– en el río Negro por el funcionamiento de la planta.
Los resultados de ese trabajo –así como otros sobre la calidad del agua– fueron presentados durante la última reunión de la comisión de seguimiento realizada a mediados de noviembre.
Las mediciones –a partir de imágenes satelitales– fueron tomadas entre enero y abril de 2024 y comparadas con los datos obtenidos en los mismos meses de los seis años anteriores (2017-2023) los cuales se utilizaron para elaborar la “línea de base” de la planta.
Inicialmente, el equipo técnico dividió el río en tres grandes tramos y observó que no hubo “diferencias significativas” en las concentraciones de clorofila-a.
“En comparación con el período estival 2017-2023, los niveles de concentración de clorofila-a durante la temporada estival del año 2024 no variaron significativamente en ninguna de las 3 zonas y para ninguno de los tres percentiles considerados”, señalaron.
Sin embargo, al separarlo en 19 tramos –menores– encontraron “diferencias significativas” en 7 lugares.
Dado que las diferencias ocurren “aguas abajo” y “aguas arriba” de la planta, los investigadores consideraron que no estaban “directamente asociadas” a la descarga industrial.
“Teniendo en cuenta que se registran diferencias significativas tanto en los sectores ubicados aguas arriba como aguas abajo de UPM II, el origen de las mismas no parece estar directamente asociado a la existencia de esa descarga industrial, que comenzó a operar a mediados de 2023, sino más bien como reflejo de cambios en la condición hidrológica y de calidad del agua del tramo que recibe los caudales erogados por la represa de Bonete”, escribieron.
Efectos de las descargas
Durante la comisión de seguimiento, los técnicos de Ambiente también presentaron otro estudio que tuvo como objetivo analizar si la descarga de efluentes de la planta había tenido efectos sobre el río.
La intención era determinar si la afectación había sido “más allá de lo admisible” en los criterios establecidos en la autorización, si la calidad del agua cambiaba arriba y abajo de la planta y si existían “variaciones de relevancia” respecto a la caracterización que se había hecho en la línea de base para otros parámetros (como sedimentos y biota, en particular fitoplancton).
“Es posible concluir que los requerimientos legales en cuanto a la calidad del agua han sido generalmente cumplidos, no existiendo una afectación significativa a las condiciones del medio receptor en los parámetros regulados”, concluyeron aunque dieron cuenta de algunas variaciones.
Los técnicos dijeron que hubo “eventos aislados” y que en la mayoría de los casos las diferencias entre río arriba y río abajo fueron “leves”. Por ejemplo, mencionaron que se registraron diferencias “estadísticamente significativas” en mediciones de fósforo total y fosfato. “En cuanto al nitrógeno total y el nitrato, se observaron incrementos puntuales, especialmente en las campañas que se correspondieron con bajos caudales erogados por la represa Rincón de Bonete”, agregaron.
Fuera de los parámetros regulados, los técnicos advirtieron un incremento en la conductividad del agua. “El aumento de conductividad se debe a la presencia de iones que incluyen sodio, sulfato, clorato y calcio, los que mostraron un comportamiento similar al de la conductividad, con incrementos principalmente en fondo y concentraciones altas hasta Baygorria”, expresaron.