La derrota de Álvaro Delgado contra Yamandú Orsi en el balotaje impidió al Partido Nacional romper una racha que tiene más de sesenta años: la de que un presidente de ese partido le coloque la banda presidencial a otro de los suyos.
El blanco dijo durante toda la campaña que soñaba con ese 1º de marzo porque quien se la colocaría era nada menos que su amigo y líder político Luis Lacalle Pou. Pero la derrota motivó que eso no sea posible y que el maleficio continúe para los nacionalistas.
La última vez que hubo dos períodos consecutivos de gobiernos del Partido Nacional se produjo entre 1959 y 1967 antes de la dictadura. En ese entonces, Daniel Fernández Crespo fue quien recibió la banda de otros blancos dado que los gobiernos eran colegiados.
Además de ser la última, esa fue la única vez en el siglo XX que los blancos lograron retener el gobierno. Los nacionalistas construyeron y moldearon su identidad desde el llano en contraposición a un gobernante Partido Colorado.
La excepción de ese periplo fueron las elecciones de 1958 en las que la alianza electoral entre Luis Alberto de Herrera y Benito Nardone, líder ruralista de origen colorado, les permitió ganar la mayoría en el entonces Consejo Nacional de Gobierno. Esa victoria significó, además, llegar al poder luego de 93 años. Cuatro años después, con Fernández Crespo como referente, volvieron a imponerse en las elecciones y tener mayoría en el gobierno colegiado.
Los nacionalistas perdieron el gobierno en las siguientes elecciones de 1971 en las que triunfó Juan María Bordaberry (Partido Colorado) y recién volvieron al poder en la década del 90 cuando Luis Alberto Lacalle asumió en el Ejecutivo. Pero el padre del actual presidente no pudo pasarle la banda presidencial a un correligionario. Alberto Volonté –uno de los mentores de Delgado– quedó muy cerca de lograrlo, pero terminó segundo a poco más de un punto porcentual de Julio María Sanguinetti (Partido Colorado).