Sofía, en tanto, decidió invertir el dinero que le habían regalado y con el que había generado sus primeros ahorros a sus casi 18 años, junto a su familia. Se acordó del buen trato que tuvo con muchos de los empleados de Conexión, que luego, uno a uno, dejaron de responder a sus reclamos.
Los cuatro inversores (cuyos nombres son ficticios para preservar su identidad) que conversaron con El Observador ahora esperan ver cómo seguirá el caso, en medio de un concurso judicial y con la incertidumbre de qué pasará con el ganado, y cuánto ganado realmente hay.
La llegada a Conexión Ganadera de los inversores, y la confianza que luego se perdió
Claudio obtuvo un dinero de una herencia, y no lo quería tener quieto en un banco, por lo que comenzó a buscar posibilidades de inversión. Un conocido, contador, le recomendó Conexión Ganadera: "Andan bien y tienen buena trayectoria", le dijo.
Es de Florida, y había visto muchas veces a Basso saliendo de su auto Maseratti o de su Tesla. Se trata, explicó, de una familia conocida en la ciudad. Todo eso le "inspiró confianza", y se reunió con Basso en 2023 para concretar su inversión de US$ 22.000 en un contrato de inversión ganadera.
Alex, en tanto, tenía un dinero ahorrado con su esposa con el que quería comprar una casa, y buscaba una inversión para agrandar el monto inicial de pago, antes de solicitar un préstamo. Su padre tenía hace ocho años dinero invertido en Conexión, por lo que tenía buenas referencias. Puso cerca de US$ 80.000 en un bono ganadero, por el que le correspondían 60 vacas.
Juan no tenía referencias cercanas y al igual que Alex es de Montevideo, bien "de ciudad" y alejado de los temas ganaderos. Tenía un dinero para invertir con su suegro, y tras hablar con varias personas del rubro llegó a Basso y Carrasco en 2020. Conversó por teléfono con el primero, y se reunió con el segundo, y allí comenzó su vínculo.
En todos los casos, el relacionamiento entre los inversores y la empresa fue bueno, con pagos al día, hasta los últimos meses. Todos habían decidido reinvertir, al menos una vez, el dinero que habían colocado inicialmente.
Sofía destacó el buen trato que tenía la familia con varios de los trabajadores de la compañía luego de que decidieran invertir entre todos en dos contratos. "El lugar era amigable, todos lo eran", dijo la afectada, que recuerda que jerarcas como Bartol Viana, a quien conoció como uno de los directores, la convenció de invertir, y como distintos empleados que le hablaban sobre la seguridad del negocio luego no le volvieron a responder.
Las dudas de ellas, y las de todos, llegaron a mediados de 2024. No fue tanto con el cierre del Grupo Larrarte, sino con el de República Ganadera. La muerte de Basso en un accidente de tránsito en noviembre no hizo más que empeorar las preocupaciones.
Alex se tranquilizó cuando supo que su padre había cobrado los intereses de su reinversión en diciembre. La familia de Sofía ya había tenido problemas para retirar la inversión de uno de los contratos en octubre, por lo que comenzó a preocuparse por el dinero que había reinvertido en el otro acuerdo meses atrás.
Mientras tanto, Carrasco decía que la situación estaba bien. En un correo enviado a un inversionista el 25 de noviembre, al que accedió El Observador, dijo que luego de la situación de Larrarte habían "crecido mucho". "Quien hace las cosas bien no puede tener una 'corrida' porque los contratos se cumplen, se venden las vacas y se paga", agregó.
Tiempo después el propio Carrasco aseguró en una carta a los inversores, y también en la reunión virtual con todos ellos, que desconocía y le sorprendió la situación económica de la empresa, parte que controlaba Basso. Para Juan eso es "imposible".
La resignación tras el cierre de las oficinas y las críticas por el registro de ganado
Las dudas se terminaron de convertir en certezas para todos los inversores cuando Conexión Ganadera cerró sus oficinas. Ese día comenzó la pelea de los miles de inversionistas en perder el dinero, pero los cuatro afectados lo saben perdido, o al menos así lo piensan para poder continuar con su vida y volver a levantarse.
"De mi contabilidad saqué todo, hice el duelo. Yo soy una persona activa, soy economista, tengo otra forma de salir adelante. Mi suegro tenía sus pocos ahorros ahí. A mucha gente le arruinó la vida", dijo Juan, que había invertido el dinero que ahorraba para la educación de sus hijos.
"No tengo más nada que hacer, marché", fue la postura de Alex, que comparó esta situación con la que sensación que tuvieron muchos de sus conocidos en la crisis de 2002: "Dejás de pelear porque no hay nada más que hacer".
Claudio, en tanto, ve su plata "perdida completamente", y valoró que "por suerte" intentó convencer hace menos de un año en invertir a algunos familiares y conocidos, pero no compraron. También lamentó que ahora sabe que Basso hizo su "vida de multimillonario" prestando dinero y "sacando plata al exterior".
"Evidentemente perdí todo, ya que la fantasía de algunos abogados en que podría recuperar gran parte solo es eso, una fantasía", lamentó por su parte Sofía, que fue crítica con el rol de algunos defensores que "se infiltran" en los distintos grupos de WhatsApp de afectados y "cruzan la línea de la honestidad cobrando tarifas sumamente elevadas y no escuchan las necesidades de cada uno".
Tras el cierre de las oficinas muchas personas tuvieron que certificar que las vacas que habían comprado estuviesen a su nombre. En el contrato de los bonos Conexión Ganadera se compremetía a comprar ganado, registrarlo en el División de Contralor de Semovientes (Dicose) a nombre del inversor, y criarlo para luego venderlo.
Alex y Sofía tenían su ganado en regla, pero Juan se llevó una sorpresa desagradable: cuando revisó en el Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG) en enero se encontró con que no tenía a su nombre ninguna de las 45 cabezas de ganado que le correspondían. "Llamé a la empresa y les dije que si no ponían el ganado a mi nombre se complicaba. Días después apareció".
Son varias las personas que han reportado en los grupos tener menos ganado del que deberían, y otros (entre ellos también Juan) denuncian que cuentan con un ganado de menor "calidad". Él tiene ganado de 13 años, cuando se le prometieron animales de entre 2 y 3 años. Otros han ido a los campos donde aparece su ganado y no está.
Las soluciones
Pablo Carrasco
Pablo Carrasco, director de Conexión Ganadera, en la reunión virtual con los inversores
Foto: captura de video
Los cuatro dudan sobre una posible salida de la situación tras el concurso en el que entrará Conexión. El pasado martes, en una reunión virtual en la que todos estuvieron presentes, el contador Ricardo Giovio les habló de la posibilidad de que el ganado fuera de todos los inversores, para poder armar una nueva empresa solo con el activo de la compañía que les permitiera recuperar, en varios años, una mayor parte del dinero invertido.
La otra opción era que aquellos que fueran propietarios del ganado se llevaran su parte, y que con la liquidación de activos restantes todos recuperaran un menor porcentaje.
Según Alex, en los distintos grupos aquellos que invirtieron en "terneros", es decir que realizaron el contrato de inversión, quieren llegar al acuerdo propuesto por Giovio, mientras que los que compraron bonos y cuentan con ganado registrado están "en duda".
Él, por ejemplo, sabe que cuenta con ganado, a pesar de que el contador dijera que los contratos no eran del todo claros al respecto. Sabe que la situación "es difícil", porque "para darle continuidad al negocio necesitan el activo, y si todo el mundo lo saca se terminó el negocio", pero por otra parte es su dinero.
Con su expertise como economista, Juan aseguró que "es imposible recuperar el capital nominal a 10 años". "Necesitás una ganancia del 10% cuando las tasas a reventar son del 6%. No me dan los números".
Está luchando en varios grupos para proponer una solución "intermedia": para él "los de terneros tienen que entender que los de los bonos están en otra situación, y los de los bonos que es necesario una salida conjunta", por lo que sugiere que los primeros den un 10% a los segundos para comprar "una parte de su ganado" y que todos puedan obtener algo.
El estigma
Hoy los cuatro inversores están en distintos grupos de WhatsApp de afectados. Muchos inversores utilizan ese medio para hacer "catarsis", contar sus historias y criticar a los responsables.
Uno de ellos, empleado y en sus ratos libres herrero, reenvió una carta que le envió a uno de los responsables de la compañía, en la que le marcó que había invertido "el trabajo de toda la vida" de su madre, una "costurera de Las Piedras", y sus dos hermanas empleadas de un supermercado.
"En unos días vence 'mi contrato' y la verdad la tristeza es casi insostenible, nadie nos dio una versión oficial, nadie se digno a atender el teléfono y parece ser que todos salieron evacuando las oficinas para huir del desastre que venían armando", criticó el trabajador, que lamentó que sus dos hijas pequeñas lo hayan visto "llorando infinidad de veces" por la situación.
Otra mujer indicó en un mensaje a un grupo que su familia comenzó a invertir cerca del 2000, cuando Conexión recién había comenzado a operar. Su padre fue el primero, quien luego convenció a su mamá y su hermano. Ellos dos fueron los que la convencieron a ella, asistente social hace 34 años, de invertir años después, cuando se separó de su esposo.
Fue colocando todos sus ahorros porque quería comprarse un apartamento para dejárselo a sus hijos, a los que años después también convenció de poner sus primeros pesos ahorrados. "Somos tres generaciones que caímos ahí", lamentó la damnificada, que se quedó "sin nada" más que su jubilación.
Los inversores criticaron el "estigma" con el que la gente ha marcado a los inversores de Conexión Ganadera. "No somos Rockefeller", afirmó Alex, quien indicó que puede "bancar" siete años para recuperar parte de su inversión, pero "una persona de 75" o alguien "que perdió el trabajo" no.
Claudio, que se considera un trabajador de clase media y de izquierda, lee las redes y se "calienta". "Más o menos dicen que somos todos millonarios. Los de contrato de inversión la mayoría somos trabajadores, a lo sumo muchos profesionales", aclaró.
Sofía, la más chica de su grupo de WhatsApp de afectados, agradece que tiene una vida por delante para volver a ahorrar, pero sabe de muchas personas que "tuvieron que vender sus autos" o "cambiar su estilo de vida completamente para lograr adaptarse a su nueva situación económica".
"La mayoría del grupo es gente mayor la cual ahorro toda una vida para estar cómodos en su jubilación y ahora tienen que pensar sobre cada gasto mínimo que van a realizar", agregó.