En cinco de los 19 departamentos de Uruguay, la fórmula frenteamplista de Yamandú Orsi y Carolina Cosse fue la más votada. En los restantes 14 ganó la dupla nacionalista de Álvaro Delgado y Valeria Ripoll. Pero el mapa que se pintó tras el escrutinio primario del balotaje 2024 dice mucho más que dos colores.
El Frente Amplio sigue teniendo su bastión de votos en Montevideo y, por fuera de los límites políticos, el área metropolitana. Pero a diferencia del balotaje de 2019 —en que el partido de coalición de izquierda solo había ganado en la capital y en Canelones— esta vez sumó la victoria en San José, Paysandú y Salto.
Es decir: el FA fue la fórmula más votada en algunos de los departamentos más poblados. Y si bien la coalición de gobierno no tuvo una gran caída en Montevideo, le fue imposible desquitarle votos a la oposición en esa zona.
No solo eso: la fórmula Delgado-Ripoll votó peor que la de Lacalle-Argimón en todos los departamentos. En Artigas, donde ocurrió el escándalo de corrupción de los Caram, fue donde más se notó ese desplome (casi nueve puntos porcentuales).
En Colonia, si bien la coalición de gobierno también cayó, fue donde Delgado-Ripoll más se acercaron a la performance de 2019. Y fue en ese departamento el único en el que, en este balotaje 2024, el FA no mejoró su actuación respecto a la observada hace un lustro.
Hay departamentos en que el conteo fue un cabeza a cabeza. En Río Negro el escrutinio primario acabó con unos 600 votos de diferencia y matemáticamente puede revertirse en el conteo definitivo (aunque, a juzgar por la tendencia histórica, es poco probable porque la coalición de gobierno suele capturar el 60% de los votos observados).
De hecho, en Río Negro fue uno de los sitios donde se acortó más la brecha entre los bloques en un solo quinquenio. Pasó algo similar en Artigas, en Durazno, Tacuarembó, Rivera y Treinta y Tres.
El politólogo Ernesto Nieto había señalado: “Parecería que la reforma electoral fue evidenciando una cultura más conservadora (en cuanto a la alternancia del poder) en algunas zonas y, a la vez, fue demostrando una mayor competencia en el litoral”. Y eso se sigue confirmando elección tras elección.
De hecho la “L” próspera, como le dicen los politólogos a la letra en mayúscula que se dibuja haciendo un trazado en los departamentos con costa al Río Uruguay y Río de la Plata, es donde se sigue jugando buena parte de la alternancia del poder.
El Observador había publicado hace un año y tres meses una nota en que explicaba que el derrumbe de los socios minoritarios de la coalición en Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro venía elevando la incertidumbre electoral en una zona clave y que, por entonces, estaba siendo castigada por la diferencia cambiaria con Argentina.