Nadie en el entorno de Yamandú Orsi deja de hacer la aclaración antes de sacar a relucir los logros en Canelones: los diez años que el ahora presidente gestionó la Intendencia de Canelones, recalcan, no se entenderían sin los primeros cinco de Marcos Carámbula, que lo llevó a dar sus primeros pasos en el gobierno como secretario general.
Repiten que eran tiempos en los que, la falta de recursos, maquinaria destartalada y los juicios por haberes impagos obligaban a la recién estrenada administración frenteamplista a empezar casi desde cero. Y es entonces cuando explican el porqué de ese mantra que repiten antes de florearse con los resultados: fue ahí cuando empezaron a proyectar el Canelones que querían desde entonces a los próximos 20 años. Ejemplo de aquello fueron los objetivos que se trazaron para la Ciudad de la Costa, una metrópolis que crecía de golpe pero sin ningún tipo de servicio o infraestructura que acompañara. Entonces, primero llegó el Costa Ya durante la primera gestión frenteamplista, con obras urgentes de infraestructura básica, y luego dio paso, con la llegada de Orsi, al Costaplan, una apuesta más ambiciosa de desarrollo y confort.
Primero, las obras. En estos años, Canelones tuvo algunos porotos más para anotarse en su libreta. Logró aprobar tres fideicomisos por US$ 60 millones gracias, en buena medida, a la capacidad de diálogo y negociación de su intendente, que le permitían tener los votos necesarios en la Junta Departamental, con la mano levantada de ediles opositores.
El liderazgo y la confianza que fue construyendo también le trajo como consecuencia el acceso a un préstamo de la CAF por US$ 10 millones sin la intermediación del gobierno nacional. De ese plan, hay 28 obras todavía en ejecución.
Sin embargo, su gestión comenzó a ganar reconocimiento más allá de Canelones cuando un modesto plan piloto de recolección de residuos en contenedores domiciliarios se convirtió en un modelo exitoso. El impacto fue tal que terminó sirviendo de inspiración para Montevideo, una ciudad donde la gestión de la basura ha sido históricamente un desafío sin resolver.
Otro punto fuerte fue la iluminación en los barrios. En una década, el número de focos pasó de 11 mil a 80 mil, con un recambio casi total a tecnología LED. También se iluminó la mayoría de las canchas de baby fútbol, lo que aportó seguridad a los clubes de barrio y fue un incentivo para que las familias no se terminaran desvinculando.
La caminería fue otra apuesta fuerte, con 800 kilómetros pavimentados —unos 400 por quinquenio—, de los cuales más de 200 se destinaron a Ciudad de la Costa.
La renovación de espacios públicos también marcó su administración. Cada intendente frenteamplista tuvo su emblema: Carámbula renovó la plaza de Santa Lucía; Orsi avanzó con la de Pando y cerró su gestión con la de Las Piedras. Todo esto fue posible tras el ordenamiento de las finanzas departamentales, que alcanzaron el equilibrio en 2012, permitiendo capacidad de pago y margen de endeudamiento.
Desde la oposición, le reconocen su perfil dialoguista y su capacidad de construir consensos, tanto dentro de la Junta Departamental —donde logró mayorías para aprobar fideicomisos y adjudicaciones— como en el Congreso de Intendentes, donde el Frente Amplio estaba en minoría pero, aun así, Orsi supo negociar resoluciones favorables para su departamento.
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Vista al Puente de las Américas, Ciudad de la Costa, Canelones
Wiki Commons
Sinsabores y contrapuntos
La gestión de Yamandú Orsi en Canelones no estuvo, sin embargo, exenta de sinsabores. Con vasos a medio llenar que podían interpretarse de cualquier forma dependiendo desde el ángulo con que se miraran. Por ejemplo, el tema del saneamiento. La cobertura casi se duplicó en una década, cuando pasó del 16% al 30% de acceso a la red. Eso, sin embargo, no le saca el récord de ser el departamento con la cobertura más rezagada del país. Desde su entorno admiten que el debe es grande, pero le tiran la pelota al gobierno nacional bajo el argumento de que, sin red de OSE, la intendencia no puede avanzar en pavimentación ni mejoras viales. Sus críticos, en cambio, sostienen que siempre hay margen de acción desde el gobierno departamental para destrabar avances. Que, si no se hizo, fue porque faltó capacidad.
El diputado Walter Cervini, que se candidatea a intendente por la Coalición Republicana, le achaca al ahora presidente un endeudamiento excesivo y un desarrollo desigual en la infraestructura del departamento, sobre todo en la caminería rural.
Por vías distintas aparecen los matices del otro diputado canario, Sebastián Andújar, que irá por la misma batalla electoral en el departamento pero que tiene, además, la experiencia de haber visto, en su juventud, cómo su padre era el que lideraba la administración del departamento. Andújar, ahora, le señala a Orsi dos debilidades: la selección de equipos —con cargos que no siempre priorizaron la idoneidad en áreas sensibles— y la falta de políticas transversales. Mientras Ciudad de la Costa creció exponencialmente y mostró avances visibles, otras zonas del departamento quedaron rezagadas en infraestructura y desarrollo.
Pero no fue ahí, en la oposición, donde Orsi tuvo los mayores dolores de cabeza. Sino que la contienda se instaló, sobre todo, puertas adentro de la administración.
Por un lado, su afán por desarrollar Canelones expandió los límites de los barrios privados, ya no solo en Camino de los Horneros, sino también sobre rutas aledañas, lo que generó incomodidad entre aquellos frenteamplistas que lo perciben como un modelo urbanista segregador y aquellos que lo ven como un mal necesario para impulsar la mejora de servicios en zonas que, de otra manera, no tardarían más en llegar.
De la misma manera, la adhesión al programa de los jornales solidarios durante la pandemia provocó algunas diferencias internas en la intendencia canaria. El dilema que se ponía sobre la mesa era cómo mitigar el impacto económico producto del covid-19 sin generar, en realidad, más precarización.
Los puntos más álgidos de esos sinsabores estuvieron, sin embargo, en otras cuestiones. Orsi, promotor de generar acuerdos con privados para atraer inversiones al departamento, se dio la licencia de llevar al límite las normas departamentales con el fin de llegar a acuerdos que entendía beneficiosos para el departamento en materia de desarrollo. Así, se avanzó con los proyectos a cuenta de concesiones y excepciones a la normativa, lo que trajo como resultado la construcción de edificios a lo largo de avenida de las Américas que empezaban a mostrar una fisionomía diferente de la que acostumbraba esa zona del departamento.
Algo similar pasó con el proyecto inmobiliario planificado sobre El Cangrejal del balneario La Floresta, donde para algunos frenteamplistas canarios se hizo "la vista gorda" en cuestiones vinculadas al ambiente con el fin de que la inversión no se cayera. En este caso, las negociaciones siguen abiertas.
El factor ambiental no solo molestó a la interna canaria, sino también a vecinos, sobre todo apostados en la costa del departamento, que tienen un ojo afinado para los temas vinculados a la naturaleza. Otro caso que se ha convertido en emblema de los vecinos es la oposición a que avance el último proyecto del arquitecto Rafael Viñoly, El Médano, que se empezará a construir contra la playa de El Pinar. Aunque se trata de un predio privado, los movimientos ambientales de la zona perciben que se privatizará también un espacio que entendían público.
En el plano político, una de las controversias internas más ásperas se mostró a la luz pública con la deuda de contribución inmobiliaria que había generado el comunista Óscar Andrade en su casa de San Luis. La cabeza que rodó entonces fue la de Gonzalo Casaravilla, quien le había ofrecido al comunista ayudarlo con el trámite para su regularización, algo que el intendente Orsi había considerado por fuera del protocolo de acción. Sin embargo, lo que había de fondo en esa radical decisión era una vieja pelea de perfilismos entre el intendente y el líder del sector al que Casaravilla pertenecía, Yamandú Costa. Esas heridas, admiten los que conocen los pormenores, están empezando a sanar.
Con la experiencia de las verdes y maduras que ha cosechado en los últimos 10 años al frente de un departamento variopinto, las habilidades de Orsi serán puestas a prueba con la inauguración del nuevo gobierno nacional. a partir de hoy