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11 de diciembre 2024 - 5:00hs

El Uruguay de la penillanura levemente ondulada, ese en que la población casi no crece, acaba en el puente de La Barra. Porque esa obra de infraestructura sinuosa sobre el arroyo Maldonado da paso a una seguidilla de balnearios en lo que, de un censo al otro, se triplicaron los habitantes.

El balneario Buenos Aires, uno de los rincones predilectos de los argentinos que pasaron a residir en Uruguay tras la pandemia del covid-19, pasó de 1.551 pobladores a 4.612 en poco más de una década. Es un incremento parecido a lo observado en El Chorro, Santa Mónica y Manantiales.

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Maldonado es el departamento de Uruguay con mayor crecimiento poblacional (24% de incremento intercensal). ¿Cómo es posible? Casi la mitad de los habitantes no nacieron en la zona: 40,5% viene de otro departamento y 5,8% son inmigrantes internacionales.

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Esa particularidad, sumado a que es uno de los pocos rincones del territorio uruguayo en que los nacidos vivos siguen superando a los fallecidos, hace que el boom poblacional se vea más allá del puente de La Barra. La capital departamental —en especial la zona norte de la misma— da cuenta de ese crecimiento.

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Punta del Este duplicó su población, aunque el crecimiento es mayor si se tiene en cuenta los balnearios previos: Punta Ballena, Chihuahua, Ocean Park y Sauce de Portezuelo.

La rareza de Maldonado es tal que casi no hay localidades con pérdidas poblacionales (salvo el Faro de José Ignacio, Garzón, Parque Medina). Ni siquiera existe una merma en el área rural.

El éxodo rural y el auge de los balnearios

“Uruguay está en el top 10 de países con menor cantidad de población rural en el mundo… es un fenómeno global, pero Uruguay está en un extremo”. El director del Instituto Nacional de Estadística resumió así el vacío que se observa en el interior del país.

Según el último censo, menos de 140.000 personas están desperdigadas en la zona rural uruguaya. Representan apenas el 4% de la población del país, cuando hace seis décadas eran el 19%.

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El éxodo rural no es nuevo. Es un fenómeno que empieza con el surgimiento de las ciudades y que en la Revolución Industrial tiene un auge. Al menos eso señalan los historiadores. El campo uruguayo, en particular, “está despoblado” desde hace más de medio siglo. En los últimos años sumó el declive de las pequeñas familias productoras.

Muchas de esas personas “de campo” fueron a parar a los costados de las ciudades o capitales departamentales. Rocha es un buen ejemplo de esta dinámica poblacional.

Sucede que Rocha perdió 7% de población rural de un censo al otro. Pero, a la vez, fue uno de los departamentos con mayor crecimiento urbano poblacional intercensal.

Los balnearios que siguen la línea costera entre La Pedrera y la frontera con Brasil han, en promedio, más que duplicado su población en una década. Punta Rubia, La Esmeralda, Punta del Diablo y Barra del Chuy son ejemplos de este fenómeno. Eso sí: no siempre se trata del resultado de un éxodo rural. Hay un efecto cascada: del campo a ciudades y de ciudades a balnearios (incluyendo montevideanos e inmigrantes internacionales).

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Canelones, el segundo departamento más poblado de Uruguay y el segundo de mayor crecimiento entre los dos últimos censos, da cuenta de este "efecto cascada". La costa canaria es una extensión de la mancha urbana montevideana que se fue vaciando en el epicentro.

Porque así como las localidades del eje de la Ruta 5 que habían crecido previo al censo 2011 (Las Piedras, La Paz o Progreso) empiezan a perder población o estancarse, aumentan los habitantes en toda la franja costera (desde Barra de Carrasco hasta balnearios como Costa Azul, Las Toscas y Parque del Plata).

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Pero sobre todo crecen las zonas de barrios privados como La Tahona, Cumbres de Carrasco, Colinas de Carrasco y Quintas de Los Horneros. Muchos de ellos a fuerza de la fuga de montevideanos.

El efecto menos niños de la capital

Montevideo, como contó El Observador, fue el departamento que perdió más población. La fuga no afectó a todas las zonas de la capital por igual. Los municipios con mejor satisfacción de necesidades básicas (como CH o B que incluyen los barrios del sur), han aumentado la cantidad de habitantes. Los de peor contexto, como el Municipio A o D, han decrecido.

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Uruguay atraviesa desde el año 2016 una “notable baja” de los nacimientos. Esa “gran caída”, como la han llamado los demógrafos, se explica, sobre todo, por la reducción de los embarazos en adolescentes. Y esas muy jóvenes que quedaban embarazadas eran, en su mayoría, de los sectores más desfavorecidos. Es decir: el vacío de niños se nota más en los municipios y barrios con más necesidades básicas insatisfechas (Municipio D y Casavalle a la cabeza).

El Observador había contado la historia de Jazmín, quien lleva el cambio demográfico debajo de su piel. En su brazo izquierdo y por fuera de la vista, más fino y chico que un escarbadientes, yace el motivo por el que esta adolescente del oeste de la capital puso fin a una herencia que agobiaba a su familia. Su madre la había parido cuando tenía solo 16 años. También su abuela había estrenado la maternidad cerca de los 15, y su bisabuela, y su tátara abuela. Pero el anticonceptivo de larga duración, ese implante subdérmico que le colocaron sin costo a la adolescente uruguaya, cambió el destino. Y da cuenta del fenómeno poblacional más significativo en las últimas décadas.

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