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4 de marzo 2025 - 12:51hs

Previo al comienzo de las clases, el psicólogo y escritor Alejandro de Barbieri, quien ha trabajado en varios centros de educación Primaria y Secundaria, recordó en sus redes sociales sus mantras para los "educadores" y para las "familias".

Ambos textos forman parte de su libro La vida en tus Manos, publicado en 2018. El mantra para los padres formó parte de la primera edición de libro, mientras que el de los educadores fue incluido en una reedición que se publicó en 2024.

Este último, que fue elaborado por De Barbieri con la ayuda de "maestras y maestros", buscó complementar al ya publicado para las familias, aseguró en diálogo con El Observador.

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Según explicó, su intención con el mantra fue brindarles a los educadores "fuerza" durante el inicio de las clases. El tono del texto es de "aceptación" con la realidad, para poder trabajar con "alegría" ante cualquier circunstancia.

Al igual que este, el mantra de las familias va en la "línea de salir de las ansiedades que tienen los papas y también los docentes y poder ayudar a apoyar a los niños en el proceso de adaptación" a los centros educativos.

De Barbieri sostuvo que ambos textos, al igual que sus libros, buscan ser un "apoyo" para las familias y el cuerpo docente en el inicio de las clases.

El comienzo del curso lectivo en la Educación Inicial y Primaria tendrá lugar este miércoles 5 de marzo tras los feriados del lunes y martes por el carnaval 2025 en Uruguay.

Mantra para los Educadores

Acepto que no siempre me va a tocar la compañera que quiero, ni el grado, ni el grupo, ni salón, ni el mobiliario que quiero.

Acepto que siempre voy a tener una compañera/o más nueva/o y otra/o más “sabio” y me propongo aprender de ambos.

Acepto el grupo que me tocó con toda sus diversidades, particularidades y desafíos (buscando siempre el lado positivo).

Acepto a los padres con sus ansiedades y sus miedos (lógicos y comprensibles) sin juzgarlos.

Acepto que el papá/ mamá me llame la atención para que yo identifiqué a ese niño que es su criatura (que se sumerge en el mar de las criaturas de otros).

Acepto al director/a (nueva o no en su cargo) y acepto que no siempre pueda responderme como necesito o quiero.

Acepto al inspector/a que me tocó, en el entendido que, como humano, es falible.

Acepto que no siempre vamos a estar de acuerdo pero que podemos lograr una buena alianza.

Acepto que no siempre el sistema va a funcionar como quiero.

Acepto que las otras instituciones también esperan algo más de mí, sin alterarme (que revise las vacunas, que recuerde la ficha médica, que esté al tanto de los controles con el pediatra….).

Acepto no infantilizarme ante determinadas situaciones ni sacar a relucir la fragilidad de mi adulto en situaciones que no son de mi agrado.

Acepto que necesito paciencia, ayuda y empatía para con el otro sin caer en la pedagogía del "pobrecito".

Acepto que son muchos en mi grupo (y que a pesar de ello, podré desdoblarse para darle a todos los mejor de mí).

Acepto a este niño/a que requirió toda mi energía (colgado de mi túnica durante la clase).

Acepto que curaré lastimaduras del cuerpo y también del alma. Limpiaré narices, ataré cordones, moñas y túnicas. Abrazaré, consolaré y hospedaré todo lo que ellos necesiten.

Acepto la ayuda que me ofrecen y soy capaz de pedirla cuando las situaciones me desbordan ( dejo el síndrome de la chacrita).

Acepto abrir las puertas de mi aula y las puertas de mi interior para trabajar con el otro, y no contra él.

Acepto que no siempre voy a poder cumplir mi horario de salida a rajatabla por acompañar a algún niño que su mamá/papá no retiró, recordando que soy su Maestro y su referente.

Acepto que más allá de mi función docente soy una persona importante en la vida de esos niños y ahí dejaré la mejor de mis huellas (o trataré siempre).

Acepto la visita de mis ex alumnos, acepto su abrazo y sus ganas de volver por un momento a su lugar en la escuela.

Acepto que cuando la motivación no sea mi aliada respiraré y me apoyaré en el otro para lograrlo, tratando de hacer lo mismo con el otro generando una cadena de motivación.

Acepto el enojo, acepto la bronca, la tristeza, la alegría, la empatía y todas las emociones que me depara el día, las hospedo e inmediatamente las libero.

Acepto que debo respirar para volver a mi centro (cuando la dinámica avasalle mis planes). Abrazo mis fragilidades: mis ofensas, mis excusas, mis inseguridades, mis ganas de salir corriendo, de echar la culpa a otros, mis quejas; me amigo con ellas, las abrazo y decido que a partir de ellas haré una construcción más positiva de mi día, me hago cargo.

Acepto que cuando me sienta abrumada/o, evitaré victimizarme para no entrar en el círculo de la queja.

Acepto que elegí la profesión más hermosa de todas, que no me hará rico en dinero, pero que amo lo que hago !

Acepto que en el consenso y en el disenso formo parte de esa comunidad educativa

Aliarnos con padres colegas y sociedad es el mejor camino para recuperar nuestra legitimidad y sostener juntos la tarea maravillosa de educar !…

Mantra para las familias

Acepto la maestra que le tocó.

Acepto que no me quiso saludar (estaba nervioso/a).

Acepto que mi pareja esposo/a no llegó a tiempo para la fotito del primer día de clases.

Acepto que su mejor amiga no está en su clase.

Acepto que la maestra no me miró lo suficiente como para identificar que yo soy la mama/papá de mi hijo/a.

Acepto que el Whatsapp de la escuela esté lleno de fotos y preguntas y no respondo, respiro y no respondo, respiro y...

Acepto que se hizo pichí, que está irritable, que no se quiere bajar del auto, que vino enojado, cansado, que no se quiere dormir en su cama.

Acepto y abrazo y abrazo y abrazo. Y al otro día el milagro de nuevo, la leche, la mochila, la ropa, atarse los cordones, ¡tú podés solito/a! Acepto y suelto.

Acepto, respiro dejo pasar pensamientos tóxicos, celebro cómo crece mi hijo, me subo al bus, al auto, a la bici y me voy diciéndome a mí mismo: "Es la vida que me alcanza", es la vida que se mueve, dejalo ir, dejalo hacer su mundo, dejalo crecer...

Temas:

educadores familias clases Alejandro de Barbieri

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