En la timba electoral, Yamandú Orsi paga menos que Álvaro Delgado. Porque según la opinión de la mayoría de los “apostadores” (encuestados), el frenteamplista será el futuro presidente de Uruguay. La democracia no es un juego de azar. Pero, como sucede en las casas de apuestas, la “sabiduría de las masas” pesa.
La última encuesta de El Observador y académicos de la Universidad de la República preguntó a más de 7.300 encuestados sobre quién consideran que será el futuro presidente. Y los resultados, sin importar qué votan o cuáles son las preferencias de quienes respondieron, dan una ventaja a Orsi (54,2% frente a 45% de Delgado, y el resto 0,8% no responde).
Previo a las elecciones nacionales del último domingo de octubre, según la anterior encuesta de El Observador y los académicos, el 56,2% pensaba que Orsi sería el futuro presidente (dos puntos porcentuales más que lo arrojado en la nueva medición). Y esas “leves” modificaciones hablan del humor de la sociedad.
Cuenta la leyenda que el estadístico Francis Galton quedó en shock luego de haber visitado una feria de ganado al sur de Inglaterra una mañana de 1906. Regalaban un buey a quien acertase, con mayor precisión, el peso de ese animal. La mayoría de los apostadores eran inexpertos, de esos que, según los cánones de la época, nadie les hubiese encomendado la toma de decisiones. Uno a uno fueron anotando los kilos y gramos estimados. El científico Galton reunió los papeles con las anotaciones, hizo un promedio, y quedó sorprendido.
Él, como buen intelectual de la bisagra entre el siglo XIX y XX, estaba convencido que las grandes decisiones las debían tomar los más sabios y nunca las masas. Bajo esa lógica —su lógica— esa media del peso del buey estaría muy alejada de la realidad: la inteligencia colectiva no era otra cosa que la suma de torpezas individuales. Pero, contra todos sus prejuicios, el promedio fue un acierto casi milimétrico del peso real del animal. ¿Cómo es posible? El grupo fue más inteligente que el más inteligente de sus miembros. A eso se le llamó “la sabiduría de las multitudes”.
Por eso previo a las recientes elecciones de Estados Unidos, donde el voto no era obligatorio y las encuestas clásicas daban un empate entre Donald Trump y Kamala Harris, algunos analistas se volcaron a le lectura de los mercados de apuestas. Según estos sitios, en los que no importa la intención de voto sino quién considera que será el ganador, el republicano sacaba ventaja y lideraba en la mayoría de Estados clave. Eso sucedió.
Pero las masas también se equivocan. En Reino Unido y en España, por ejemplo, las encuestas basadas en quién considera que será el ganador fueron un buen predictor del resultado efectivo, incluso superando a las encuestas clásicas. Pero en los referéndums de Gales, en 2011, fueron un “fracaso”.
Las encuestas no son la verdad revelada. No son infalibles. Pero, así como el exprimer ministro de Reino Unido Winston Churchill dijo que “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás”, bien podría decirse que “la encuesta es el peor instrumento para saber qué opinan millones, con excepción de todo el resto”.
En ese sentido, el estadístico Ferreira, uno de los responsables de la encuesta de El Observador y la academia, es un convencido de que es relevante probar distintos métodos e instrumentos de encuesta para acercarse a eso que se llama realidad. “En un balotaje tan ajustado, como el que se presenta ahora en Uruguay, es crucial poder representar adecuadamente a todas las subpoblaciones, especialmente a indecisos o votantes que podrían cambiar de opinión a último momento. Por ejemplo, si la probabilidad de responder de los votantes de un bloque es mayor que la de los votantes del otro bloque, el sesgo podría no ser corregible. Esto dificultaría la estimación precisa de las intenciones de voto reales. Por eso conviene entender las limitaciones, hacer distintos ejercicios y no pedirles a las encuestas más de lo que pueden decir".
¿Por qué más importa saber quién considera la masa que será el ganador (o índice Winner, como le dio en llamar la consultora Factum)? Más allá del nivel de asertividad que pueda tener “la sabiduría de multitudes”, los estados que genera una sociedad “influyen sobre el conjunto de la sociedad. Es decir, se van creando estados de opinión en la sociedad que impactan sobre los que votan y tienen que decidir, y los que no votan contribuyen a conformar ese clima", había explicado Óscar Bottinelli, fundador de la empresa de medición de opinión pública.
Ese “humor” de la sociedad, por ejemplo, explica por qué desde la previa de las elecciones de octubre hasta ahora, siempre siguiendo la encuesta de El Observador, la Unidad de Métodos y Acceso a Datos de Ciencias Sociales y el docente del Instituto de Estadística Juna Pablo Ferreira, Orsi bajó dos puntos porcentuales en la creencia de que él será el futuro presidente. Dicho de otra manera: el candidato del Frente Amplio sigue teniendo la ventaja, pero con menos amplitud.
¿Qué pasó en el medio? Previo a los comicios del 27 de octubre, las encuestas de opinión pública mostraban una mayor ventaja del Frente Amplio frente al bloque de la coalición multicolor. Las urnas revelaron un escenario más parejo. Álvaro Delgado salió enseguida a festejar como si hubiese ganado. Y el humor instalado fue el de una supuesta victoria coalicionista que no fue tal (porque, salvo Cabildo Abierto que se desbarrancó, todos los partidos salieron ganadores y perdedores a la vez).
Ese humor —con mezcla de información— se ve reflejado en la opinión de los uruguayos sobre quién será el futuro presidente. Entre quienes votaron al Frente Amplio en octubre, casi la totalidad imagina a su candidato (Orsi) como ganador. En la coalición multicolor existe una mayoría que considera que el vencedor será Delgado, pero la distancia varía según el partido (más de un tercio de los votantes de Cabildo o el Partido Independiente, por ejemplo, ve al frentista como ganador).
Sexo, región y sabiduría colectiva
El politólogo Andreas Murr estudió cientos de encuestas de Estados Unidos y Reino Unido. Luego concluyó: “Pasar de las predicciones individuales a las predicciones grupales aumenta las probabilidades de una predicción correcta entre 6 y 39 puntos porcentuales".
Una de las ventajas que tenía esa suerte de “sabiduría colectiva”, describió Murr, era que los sesgos individuales se diluían entre la muchedumbre.
Por eso siempre es conveniente mirar (primero) la respuesta del conjunto y recién luego de los subgrupos que componen la sociedad. Pero, ¿quién será el presidente si solo opinan las mujeres? ¿Y si solo lo hacen los hombres? ¿Los de Montevideo? ¿En el interior?
Los resultados electorales de octubre demostraron que Montevideo sigue siendo un bastión frenteamplista. Fue el departamento en que la izquierda votó mejor. Fue donde primero llegó al gobierno. Y es allí donde más porcentaje de gente considera que el candidato Orsi será el vencedor del balotaje.
Según los pobladores del interior, en cambio, ganará Delgado (pero su ventaja frente a Orsi es mínima).
El ciclo electoral en Uruguay, a su vez, parece estar indicando un quiebre de tendencia: las mujeres ahora prefieren más al Frente Amplio y en mayor medida piensan que el presidenciable de ese partido será el ganador en la segunda vuelta.
Y a nivel etario, Orsi sería el futuro presidente según todos los tramos a excepción de los encuestados entre 68 y 77 años.
Ficha metodológica de esta encuesta
Esta cuarta ronda de encuestas de El Observador, UMAD y Ferreira recopiló las respuestas, mediante un formulario de internet autoadministrado, de 7.371 encuestados. Fue enviada mediante correo electrónico a una base de registrados, fue distribuida por Whatsapp, el sitio web de El Observador y las cuentas de redes sociales del medio. El trabajo de campo se realizó entre el 6 y 11 de noviembre.
A continuación puede leer los detalles metodológicos:
Ficha_metodologica_observador_quinta edicion.pdf