En 2017, un joven uruguayo de 27 años llamado Santiago Frogoni decidió mudarse a España. Estuvo cuatro años en Madrid y luego se mudó a Alicante, una ciudad que está a una hora y media en auto de la localidad donde el desastre natural de la Dana ha provocado la muerte de más de 215 personas hasta el momento.
Las importantes lluvias también lo afectaron, hubo inundaciones en donde vivía, pero nada ni parecido a lo que se vivió en varios pueblo de la comunidad de Valencia.
Tras las primeras horas, y sobre todo el primer fin de semana donde se sintió lo más fuerte del temporal, Santiago empezó a sentir la "realidad que estaba viviendo la gente de ahí".
"Era imposible que no te erice la piel ver todo lo que estaba sucediendo y más cuando a medida que ibas prendiendo la tele y pasaban las horas, cada vez nombraban más gente desaparecida o muerta", contó en diálogo con El Observador. Lo que pasó fue, según calificó, una "situación espantosa".
Viendo el complejo panorama que estaban atravesando los pueblos de Valencia, y gracias a la cercanía de Alicante con dicha comunidad, Santiago se reunió con varios compañeros de trabajo para empezar a brindar ayuda.
"En el momento en el que pasó nos pusimos en campaña con los compañeros de la oficina y junto con mi jefa decidimos poner el lugar como punto de recolección de alimentos y productos de limpieza, como también de higiene personal", relató. Fueron varios los vecinos que se aceraron y llenaron el lugar con artículo de los más variados.
Tras esto alquilaron una furgoneta, cargaron todo y con el visto bueno de su jefa, que les dio el día libre, se dirigieron el martes, sobre las 7:00 horas, rumbo al pueblo de Algemesí, donde estuvieron durante toda la jornada.
Cuando llegaron al lugar, las imágenes que se encontraron fueron "impactantes". "La altura del barro estaba al nivel del cordón, no se veía la calle", reveló. Lo que encontró allí "rompía el alma y el corazón", dijo.
Situación de la DANA.2
Cedida a El Observador
"Lo primero que te impacta es ver la marca del agua en las casas. Soy una persona que mide 1,82 m y las marcas de agua me superaban", dijo asombrado, y mencionó que incluso llegó a ver varios autos apilados "uno arriba de otro". "Llegue a ver alturas de tres autos uno arriba del otro", contó.
"Las casas estaban totalmente 'peladas', había una enorme cantidad de muebles que no servían para nada, lavarropas, neveras, todo en la miseria... Y los poquitos muebles que tenía, eran de vecinos del mismo edificio que les donaban unas mesitas, unas sillas o un colchón para poder dormir", continuó diciendo.
Pero para Santiago eso no fue lo más difícil, sino ver a la gente "totalmente destrozada" por el imponente fenómeno climático.
"Hay gente que te rompe el corazón porque, más allá de lo material, muchos de ellos han perdido familiares, amigos o a sus mascotas", dijo.
Al caminar por las calles de la ciudad sintió "la energía, la esencia y la tristeza" del lugar.
Durante la jornada se dedicaron a repartir comida, botellas de agua y sobre todo a brindarle una mano a los vecinos sacando fango, barro, ramas, partes de vehículos, agua y otras cosas de los edificios y las casas.
Para Santiago, tras el pasaje de la DANA, el lugar parecía una "zona de guerra" con una situación "apocalíptica".
"Ves los negocios de familias totalmente destruidos y te rompe el corazón, porque la gente ya no tienen un sustento para vivir", lamentó.
Situación de la DANA.3
Cedida a El Observador
Dentro de la multitud de gente agradecida por el apoyo, recordó a una mujer que pese a perderlo todo tras la DANA, se dedicó a cocinar en una paellera comida para todos los que estaban dando una mano y ayudando.
"Imagínate el agradecimiento de las personas que con lo mínimo que tenían ya te daban las gracias", cerró.