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Treinta años esperando a mamá: la desaparición de Silvia Fregueiro Yacobazzo en Maldonado en 1994 y el misterio para el que su hijo sigue buscando respuesta

Desapareció en Maldonado el 21 de diciembre de 1994. Una investigación repleta de irregularidades, las pistas y testimonios recabados en tres décadas no han dado resultados. Su hijo, que vio a su madre por última vez cuando tenía 12 años, la sigue buscando

21 de diciembre 2024 - 5:00hs

A Santiago Canet no le gustaba Montevideo, pero la primera vez que se mudó a la capital no le costó tanto. Tenía 9 años, y había llegado con su mamá desde Treinta y Tres. En el norte, la casa la compartía con sus abuelos y sus cuatro tíos. Eran muchos. Acá, en la capital, era la primera vez que tenía a su madre casi todo el tiempo para él.

Había noches en que ella lo llevaba caminando hasta las prácticas de baby fútbol, en el club Terremoto, y se sentaba en un poste tirado sobre el pedregullo. Era delgada y algo bajita —medía 1,51 cm— y una timidez contundente: nunca sacaba una conversación salvo que alguien se le acercara a hablarle. Algunas noches, incluso lloviendo, Silvia Fregueiro Yacobazzo (entonces 25) se quedaba ahí, esperando a su hijo.

Así pasaron dos años.

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Una de esas noches en Montevideo, tirados los dos en la cama de su mamá, Santiago Canet le dijo:

—Yo me voy a morir antes que vos.

—¡Ah, no! ¡Me vas a hacer sufrir!

—Bueno, entonces juntos, pero yo después no.

La foto que quedó fue la del 12 de diciembre de 1994, ya de vuelta en Treinta y Tres. Fin de año, entrega de carpetas, Santiago Canet pasaba al liceo. La mamá, orgullosa.

Dos días después, Fregueiro se fue a Punta del Este a buscar trabajo para la temporada, como había hecho el año anterior. El 21 de diciembre salió a dar una vuelta y hasta ahí llega su historia conocida.

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La entrega de carpeta del último año escolar de Santiago, con su mamá. A los días, Silvia Yacobazzo desapareció.

La entrega de carpeta del último año escolar de Santiago, con su mamá. A los días, Silvia Yacobazzo desapareció.

Vuelvo en un rato

Fregueiro llegó a Punta del Este el 14 de diciembre de 1994 en busca de trabajo. A los tres días consiguió que la contrataran como empleada doméstica con cama. Sabía que no era lo suyo —ya había trabajado en una panadería en el este, en una fábrica de bolsas en Montevideo, como auxiliar contable, como secretaria, en un estudio jurídico— pero le servía para cumplir su propósito: quería juntar plata para comprarse algo donde vivir con su hijo en Montevideo.

Aunque hacía una semana que se había ido, en Treinta y Tres todos la esperaban para la Nochebuena. La idea era que pasaran en familia.

El 21 de diciembre, dejó su cartera con sus documentos y sus cigarrillos, y avisó a sus patrones que iba a dar una vuelta y que volvía enseguida. Pasó por la panadería Santander a visitar a su amiga, Susana Tourne, con la que había trabajado en la temporada anterior. Le dijo que tenía algo para contarle. Su amiga estaba ocupada y le pidió si podían verse más tarde.

A partir de acá, su historia se enreda. Todo puede parecer cierto. Todo pudo haber pasado (o no).

Los primeros en hacer la denuncia de su desaparición fueron sus patrones, 48 horas después de la desaparición. Fueron los que se preocuparon porque vieron que no había vuelto.

Esa denuncia, sin embargo, desapareció de la comisaría. Recién en febrero que su desaparición empezó a tratarse de manera formal, cuando la mamá de Silvia, Ana Yacobasso, fue directo a la Justicia de Maldonado para que se abriera el expediente de la investigación. La alerta internacional se realizó siete meses después, el 6 de julio de 1995.

Santiago, que entonces tenía 12 años, estuvo varios días sin saber que a su madre no la encontraban. En la Navidad, cuando vieron que no volvía, su padre se lo contó. En el momento no dimensionó qué era eso de desaparecer: si se había dejado la cartera, los documentos y los cigarros, era, en su cabeza de preadolescente, imposible que pudiera estar en otro lugar. No cabía en su razonamiento que estuviera en otro país. Ya iba a volver.

Ese año hizo lo que su madre quería que hiciera: se volvió a Montevideo para empezar el liceo.

Fue en ese verano que Montevideo le gustó menos que nunca. La búsqueda de su mamá, para él y para su abuela, nunca más terminó.

20241220 Entrevista a Santiago Canet, hijo de Silvia Fregueiro, mujer que desaparecio hace 30 años el 21 de diciembre de 1994.

El hombre que murió jurando su inocencia y dos mujeres desaparecidas antes

Hubo varias piezas que aparecieron los primeros meses y que los investigadores intentaban hacer encajar. La primera: un hombre conocido por Silvia.

Edilio Castillo, El Puro, era un hombre que Silvia Fregueiro conocía de Treinta y Tres. Tenía antecedentes penales y en su barrio de origen se decía que era proxeneta. Según declaró él, el día de la desaparición en la tarde, se la encontró caminando cuando ella pasó delante del bar donde él trabajaba, y la acompañó caminando unas cuadras, dijo que le pasó su teléfono que ella misma anotó. Lo extraño fue que la agenda de Silvia se había quedado en la casa donde trabajaba, y el teléfono del Puro ya estaba anotado. Esta versión nunca cerró del todo.

Ocho años después, una persona anónima llamó a la Fiscalía y dijo que Silvia, por intermedio de Edilio Castillo, se había contactado con un tal Darío Méndez, que él se la había llevado a Brasil como trabajadora sexual, y que Darío da Silva, vinculado con Méndez, la había matado en el año 2000 en playa Cedreira, ubicada a unos 120 kilómetros de San Pablo. Cuando Interpol se comunicó con las autoridades de Brasil, le respondieron que solo había un homicidio sin aclarar, que era de 2005, pero que los restos habían sido alojados en una fosa común.

En 2012, un testigo declaró que Silvia, días antes de desaparecer había contactado al Puro para que la ayudara a encontrar trabajo, y que él la había derivado con Carmen, que trabajaba en el cabaret de Naná.

El Puro Castillo terminó denunciando a la Policía, alegando que lo apretaron para que se declarara culpable. Murió unos años después.

Cinco meses antes que Silvia, había desaparecido en Maldonado María Concepción Franco Quiroga. Tenía 25 años. Un año antes había desaparecido María Margot Umpiérrez Burgueño, de San Carlos. Tenía 28 años. Las tres siguen desaparecidas.

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Apariciones en Brasil, un aviso en Miami

En 1996 llegaron otras posibles pistas. Dos testigos dijeron haber visto a Silvia en un canal de TV brasileño, donde supuestamente daba su testimonio y decía que había sido víctima de una red de trata y explotación sexual. Funcionarios de la policía de Uruguay viajaron a Brasil, pero no llegaron a nada: los archivos de los programas televisivos que revisaron fueron los de setiembre y octubre de 1995. No llegaron a enero de 1996 que era la fecha en que ubicaban el testimonio. Este dato no llevó a ninguna parte.

En 2004, cuando ya habían pasado diez años, Interpol recibió información de que Silvia Fregueiro había sido vista en una publicidad en Miami. La mujer era muy parecida, reconoce hoy su hijo, que vive en Francia y viajó especialmente a Montevideo para estar este sábado, cuando se cumplen los 30 años de la desaparición de su madre. Y no: la de la publicidad tampoco era.

Un día, en 2007, Santiago estaba con un oficial del Ministerio del Interior buscando novedades del caso cuando llegó una llamada que los paralizó: habían encontrado un cuerpo que podía ser el de su madre. Por lo que medían los huesos, la mujer había tenido una estatura de 1,60, con algunos centímetros de margen de error.

Su hijo enseguida lo descartó: Silvia medía 1,51. Igual, fue la primera vez que les tomaron muestras de ADN. Tampoco llevaron a nada.

El expediente tuvo sus momentos. Con Ana Yacobazzo poniendo el tema en agenda, cada tanto, la carpeta se movía. Aparecía un testimonio, se incluía. Aparecía una denuncia anónima, se incluía. Cada tanto, pasaban años enteros sin novedades.

Hubo audiencias en 1996, en 1997, en 1999. Se excavó un padrón en busca de restos humanos que, estimaban, podían ser de ella. Más audiencias en 2003. En 2004 se realizó un informe psicológico con el perfil de Silvia, que concluía que había una "alta probabilidad" de que la ausencia fuera involuntaria, que haya sido por "manipulación o seducción", y que "probablemente se habría sentido presionada por sus metas económicas personales y la necesidad de independizarse". Y que su desaparición pudo ser en "circunstancias propicias para situaciones no libremente elegidas, pero de las que podría resultar difícil evadirse". La inclinación era que la habían desaparecido con fines de explotación sexual. En 2005 también hubo audiencia.

La carpeta de investigación esta en Maldonado, a cargo de la jueza Sylvana García. En 2011 los familiares habían pedido fuera enviada a Crimen Organizado. No pasó.

En 2013, el caso llegó al departamento de Personas Ausentes del Ministerio del Interior.

Ese año, la familia presentó una petición ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para que su caso no quede impune. El trámite sigue su curso. Hasta hace unos días, en la Justicia quedaban personas por ser citadas.

20241220 Entrevista a Santiago Canet, hijo de Silvia Fregueiro, mujer que desaparecio hace 30 años el 21 de diciembre de 1994.

La siguen buscando

Silvia Yacobazzo tuvo, sin saberlo, tres nietos: los dos más chicos saben el nombre de su abuela, la conocen por fotos, pero no conocen la historia. La grande, ya adulta, ha vivido parte de la búsqueda junto con su padre. Cuando nació, hacía 10 años que su abuela había desaparecido.

En julio de 2021, Santiago Canet viajó con su pareja a Italia. Un poco de vacaciones, otro poco con la posibilidad de dar con algún dato sobre su madre. Se fue a Génova, recorrió balnearios aledaños, fue a la policía, dijo el nombre de su madre, el de origen, aunque no sabía si a esta altura podía estar usando otro. Tenía su foto a mano, pero apenas la mostró. Preguntó por prostíbulos, whiskerías, comercios. Algo. Le decían que no. Lo miraban como si estuviera loco. Como si no entendieran de qué estaba hablando.

Ya había estado en Italia con su abuela Ana. Habían recorrido varias ciudades. Iban de turistas pero miraban con atención cada cara que se cruzaban. Cualquiera que les pudiera revelar algo, cualquier señal de existencia. Cualquier mirada podía ser sospechosa y cualquier caminante podía ser Silvia. Ninguno se dijo nada. Los dos la estaban buscando.

Ana Yacobazzo murió en 2015.

¿En algún momento dejaste de buscar a tu madre viva?

—No. Mientras nadie me pruebe que murió, aunque la posibilidad de que esté viva sea ínfima, para mí, sigue existiendo.

Temas:

Desaparecidos Silvia Fregueiro Yacobazzo Maldonado explotación sexual

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