"No podía pelear para evitar que me comiera, porque ya me había comido": el increíble caso del joven venezolano al que se lo tragó una ballena
Adrián Simancas navegaba en kayak en el sur de Chile cuando fue atrapado por una ballena. Este es su extraordinario relato.
14 de febrero 2025 - 7:25hs
Adrián Simancas celebraba su cumpleaños navegando en kayak cuando fue atrapado por la ballena. BBC
Adrián Simancas navegaba en su kayak por el estrecho de Magallanes, en el sur de Chile, cuando sintió un golpe en su espalda que lo levantó por el aire. Cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos notó que estaba adentro del cuerpo de una ballena.
"Sentí una textura babosa, que me alcanzó a rozar la cara. En ese momento, cerré los ojos esperando un impacto, pero sentí más bien como que me volteaba, que no que me chocaba y es en ese momento me quedé tumbado", le cuenta a BBC Mundo el venezolano, de 23 años, desde Punta Arenas.
A su lado, Dall Simancas, su padre, de 49 años, no terminaba de entender qué era lo que estaba pasando.
Habían terminado de cruzar la Bahía del Águila, cuando Dell empezó a grabar el recorrido con una cámara que lleva clavada en la popa fija de la canoa para registrar la olas que empezaban a levantarse.
Hasta que, de repente, Dall escuchó una ola que reventó detrás de él.
"Cuando me volteo, no veo a Adrián. Me preocupo por un segundo. Hasta que lo veo saliendo del mar hacia arriba. Después veo algo, un cuerpo, que interpreté enseguida que lo más probable era que fuese una ballena por su tamaño", relata el padre de Adrian.
Fue recién ahí que hicieron las maniobras de rescate, consiguieron que el animal se alejara y empezaron a regresar.
"Me di cuenta de que no me había comido, de que no era un depredador", dice Adrián, quien cree que la ballena puede haber estado jugando o moviéndose entre ellos por curiosidad.
Los Simancas llegaron a Chile hace más de 7 años, directo del estado de Amazonas, en Venezuela, con la idea de mejorar su calidad de vida. Pero nunca se hubiera imaginado que podrían vivir esta experiencia con una ballena.
"Fue un encuentro con la fauna en una región en el fin del mundo", dice Adrián.
La ballena después de escupir a Adrian.
¿Cómo fue ese momento?
Llevábamos como dos horas remando. Yo estaba un poco cansado, pero íbamos bastante bien. Teníamos el clima a favor, todo bajo control, hasta que en ese momento sentí que algo me golpea por detrás, se cierra sobre mí y me hunde.
Todo pasó en un segundo.
¿Qué es lo que viste?
Alcancé a ver un color azul oscuro y un blanco. Sentí una textura babosa, que me alcanzó a rozar la cara. En ese momento, cerré los ojos esperando un impacto, pero sentí más bien como que me volteaba, que no que me chocaba y es en ese momento me quedé tumbado.
Pasé un segundo, dándome cuenta de que estaba dentro de la boca de algo, que quizás me había comido, que podría haber sido una orca o un monstruo marino.
Pero luego, cuando empiezo a sentir que me estoy elevando hacia la superficie, que fue cuando me escupió, subí durante dos segundos y finalmente llegué a la superficie y me di cuenta de que no me había comido, de que no era un depredador.
¿Sentiste que te podía pasar algo?
Al ser una ballena podía igual representar peligro. Por ejemplo, si se ponía a saltar o si intentaba hacer lo mismo con mi papá fuera por curiosidad o por jugar. Pero afortunadamente, la ballena se alejó.
Quizás estaba también como andando por debajo de nosotros, observándonos, y eso también me hizo tener miedo en el momento, me preocupé.
Pero mi papá me tranquilizó y pudimos hacer las maniobras de rescate como correspondía.
¿En algún momento pensaron que se podían encontrar con una ballena?
No, realmente.
El momento en que una ballena se traga a Adrián Simancas.
¿Qué sentiste?
Pensé en la posibilidad de sobrevivir aún dentro de la ballena como Pinocho. Me pregunté qué podía hacer si es que me había tragado, porque ya no podía pelear para evitar que me comiera, porque ya me había comido. Tenía que pensar qué hacer después.
Hasta que te expulsó de su interior...
Sí, todo eso fue en un segundo. Estuve en su boca un segundo. Después, dos segundos más intentando salir de ahí.
Sentí un poco el miedo de si iba a alcanzar a mantener la respiración porque no sabía qué tan profundo estaba, sentí que tardé mucho en subir.
Y claro, luego fue como esta sensación de tener una segunda oportunidad. Porque efectivamente sobreviví a un momento que fue muy rápido, pero pensé que ya no lo contaba.
¿Y cómo fue verte después en el video que grabó tu padre?
Fue sorprendente. Fue como otro shock, el momento de ver el video. Yo no había visto el momento en que asoma el lomo y se ve la aleta. Yo no la vi, la escuché. Eso me puso nervioso. O quizás sí la vi y se me borró de la mente.
Pero después con el video me di cuenta de que efectivamente se mostró ante mí con un tamaño enorme que quizás si hubiese visto me hubiese asustado mucho más.
No te imaginabas que esa experiencia había quedado grabada...
Es increíble. Cuando me iba arrastrando no sabía que eso había quedado grabado, No sabía que estaba grabando y después, casi llegando a la orilla, fue que me contó mi papá y fue también una sorpresa.
Y al momento de ver el video y darme cuenta de que también había otras ballenas cerca de la zona fue también como revivir la experiencia, estar más consciente de los alrededores y no solo de lo que sentía yo en el momento.
Fue muy sorprendente.
¿Te quedó algún aprendizaje de la experiencia?
Me invitó a reflexionar qué pude haber hecho mejor hasta ese momento y de qué formas puedo aprovechar la experiencia y apreciarla también. No solamente ver cómo sacarle positivo a algo negativo, sino verlo en su totalidad como lo que es, que es una experiencia única, un encuentro con la fauna en una región en el fin del mundo.
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