El 11 de mayo al mediodía sonó el teléfono en la redacción. “¿Ahí es el diario El Observador? Acá habla Amodio Pérez, vi las preguntas que me hicieron en la web y las quiero responder”. Del otro lado Sebastián Amaya, periodista de la web, atinó a agarrar un grabador para conectarlo al teléfono. Pero el hombre le dijo que quería hablar con Gabriel Pereyra, el editor jefe.
Héctor Amodio Pérez, uno de los fundadores del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T) y también el principal culpable de su desarticulación, según el relato oficial que imperó en Uruguay, que había sido tildado de “traidor”, acusado de desertar del movimiento, de indicarles a los militares dónde estaba la clandestina Cárcel del Pueblo o de pasearse por Montevideo vestido de militar señalando a sus compañeros para que fueran detenidos, reaparecía 40 años después.
El exguerrillero había logrado salir del país, y radicarse en España y no se supo nada de él hasta que en abril de 2013, varios medios (El País, La República, La Diaria y Brecha) recibieron cartas de quien decía ser Héctor Amodio Pérez. Esos medios decidieron no publicarlas al no estar seguros de su autenticidad. El semanario Brecha informó en una página el porqué de su decisión. El País también explicó sus razones –pero develó algunos tramos– mientras que La Diaria y La República se limitaron a decir que la tenían pero no la publicaban por cuestiones profesionales.
Héctor Amodio Pérez
El Observador, sin tener las cartas, pero habiendo confirmado que efectivamente habían llegado a otros medios, decidió publicar esa información por considerarla de interés público.
“Sí, es el Negro”, dijo el veterano dirigente tupamaro Julio Marenales cuando le mostraron algunas de las cartas, fechadas en España. El exguerrillero Marcelo Estefanell recibió una carta personal el 29 de abril, cuando trabajaba como editor gráfico en Búsqueda. También se le permitió acceder a las dos misivas que Amodio había enviado a los medios y dijo que no quedaban dudas de que era él, lo que aumentó el grado de certeza que tenía el diario sobre si se trataba de Amodio.
Pereyra recordó que el periodista Diego Franco tuvo la idea de enviarle un cuestionario a Amodio a través de la web.
“Les planteé a Gabriel y Gonzalo (Ferreira, editor de Actualidad), de atrevido, que, si supuestamente era Amodio, por qué no le hacíamos preguntas para ver si realmente quería contestarlas. Yo lo que notaba es que él estaba queriendo hablar, entonces por qué no hacerle preguntas”, contó Franco.
“Mandarle un cuestionario a Amodio por nuestra web implicaba que un montón de supuestos Amodios iban a responder. La idea de Diego estaba buena, entonces, la modificamos un poco y pusimos un cuestionario que nosotros le haríamos a Amodio si tuviéramos posibilidad de acceder a él”, agregó Pereyra.
“Ahí apareció esa voz gastada, con un tono medio español, de un hombre que decía ser Amodio”, recordó en relación con la llamada que atendió Amaya.
Según Pereyra, era muy difícil, a pesar de la llamada que Amaya había logrado grabar sobre el final –cuando pedía hablar con el jefe de redacción–, confirmar que era él, por lo que quedaron en que se volvería a comunicar al otro día. “Busqué dos datos aleatorios de la historia del MLN en los que él estuviera involucrado y cuando volvió a llamar se los pregunté y contestó correctamente”, explicó Pereyra.
Sin embargo, las dudas persistían. Según contó, le preguntó a Amodio si estaba dispuesto a recibir al diario en Europa y mostrar la cara, a lo que respondió que sí, que si el diario publicaba que era él, le daba una nota en España. Pereyra fue a más y le preguntó por qué no mostraba su cara en ese momento y el exguerrillero accedió y envió una foto. “Me envió la famosa foto con el gorro negro, que al otro día publicamos en la tapa con el texto Amodio”, contó. Las reacciones en la redacción fueron de sorpresa e ilusión, Pereyra recordó que un colega decía: “No lo puedo creer, estoy siendo parte de la historia”.
La foto que envió Héctor Amodio Pérez a la redacción de El Observador en abril de 2013
“Ese fue un día muy especial, de una efervescencia muy grande, un punto alto en la redacción. No lo podíamos creer porque era una noticia que movía el piso. La mañana estuvo movida y los días posteriores también”, recordó Franco. Además, la prensa internacional se hizo eco y por ejemplo, la BBC Brasil, publicó “Ex guerrillero reapareció luego de 40 años y generó polémica en Uruguay”.
El viaje a España
Pereyra logró arreglar con Amodio para encontrarse en Madrid y entrevistarlo. A partir de entonces, se llevó adelante una peripecia digna de una película debido a que, entre otras cosas, el viaje y el posterior encuentro debían mantenerse en secreto, según recuerda Myriam Baldriz, quien en ese momento era la secretaria del director del diario, Ricardo Peirano, y se encargaba de coordinar los viajes al exterior.
El exeditor jefe de El Observador viajó junto con su esposa y el camarógrafo de VTV Adrián Landi a Madrid. Amodio los esperaría en el aeropuerto pero Pereyra debía realizar una serie de movimientos a su llegada a Barajas para confirmarle que efectivamente era él, algo que los nervios le impidieron hacer.
“Cuando llegué al aeropuerto me olvidé de todo, salí para la puerta y me quedé. En un momento lo vi entre la gente y me quedé esperándolo ahí, entonces vino y me echó la bronca. Me dijo: ‘No hizo nada de lo que le pedí’”.
Luego, se dirigieron al hotel donde el periodista iba a alojarse y quedaron en encontrarse al otro día en una estación de subte a las afueras de Madrid, desde donde irían a un hotel que Amodio había alquilado y donde se realizaría la entrevista.
“Nosotros teníamos que jugar sin cartas y jugamos mejor que el resto. Me parece que estuvimos oportunos con el uso de la herramienta que era la web y tuvimos la suerte de que Amodio respondió. Fue una mezcla de astucia en el uso de la herramienta y de suerte. No fue que hubo una investigación ni trabajo de meses, esa es la pura verdad”, finalizó Pereyra.
*Este artículo forma parte de la edición especial 30 años de El Observador.