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12 de marzo 2024 - 5:03hs

Hace poco más de 20 años un ambicioso proyecto de productores ganaderos, el de manejar su propio frigorífico, sucumbía a los duros años de la fiebre aftosa y el Productores Unidos Limitada (PUL) era vendido en abril de 2003 a un visionario empresario brasileño, Ernesto Correa.

Empezaba, de ese modo, una nueva era para la ganadería uruguaya. Ya no eran, como durante el siglo XX, los capitales ingleses los que apostaban a Uruguay, sino los del vecino del norte.

Pocos  meses después Uruguay lograba una inédita autorización para exportar carne a Canadá y Estados Unidos, algo que ningún otro país del Mercosur podía hacer mientras vacunara contra aftosa.

La vacunación estricta y la trazabilidad abrían puertas exclusivas a la carne uruguaya, y eso fue como un imán para las inversiones.

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Carlos Pazos Frigorífico Florida.

El desembarco de Marfrig

A mediados de 2006 Uruguay sumaba tres años de una espectacular recuperación ganadera tras superar la aftosa. Llevaba tres años exportando carne vacuna a la Unión Europea y era el único país del mundo habilitado a colocar carne en Estados Unidos y Canadá vacunando contra la aftosa. Esa exclusividad generó mucho interés en Brasil y otro empresario visionario, Marcos Molina, que había dado nombre a su propio frigorífico que estaba creciendo en Brasil –Marfrig– empezó una serie de compras. Primero adquirió el frigorífico Tacuarembó de la familia Secco y siguió por otras plantas frigoríficas: Elbio Pérez en San José a fines de ese año, La Caballada en Salto en 2007 y Colonia poco tiempo después.

Ya en aquel momento el desembarco brasileño genero suspicacias. ¿Qué pasaría si seguían comprando frigoríficos locales? Para un gobierno de izquierda, filosóficamente receloso de la extranjerización, el tema era objeto de debate, pero la luz verde a las compras se mantuvo.

El desembarco de Minerva

Luego de unos años de gestión, Ernesto Correa decidió vender el frigorífico PUL en 2011 a otra empresa brasileña en meteórico ascenso. Minerva desembarcaba en Uruguay con la adquisición de un frigorífico muy cercano a la frontera con Brasil, en las afueras de Melo.

Desde ese entonces Minerva fue acumulando plantas frigoríficas: Canelones, Carrasco, y el año pasado, la joya del centro del país, el más moderno frigorífico construido desde cero por el británico Terry Johnson, BPU en el que la japonesa NH Foods no logró competir ni lograr márgenes positivos.

Blasina y Asociados

Por eso cuando pocos días después de concretada esa compra Minerva anunció la intención de seguir comprando tres de las cuatro plantas de Marfrig, la alarma que había sonado levemente en 2006 se hizo muy fuerte.

La brillante estrategia de valorización que inició Uruguay en el peor momento de la aftosa y que impulsó al sector, ¿será mantenida por un oligopsonio extranjero?

Los perfiles de ambas empresas son bien distintos. Minerva apunta a generar escala y bajar costos, mientras que Marfrig busca explotar nichos y agregar valor.

Juan Samuelle Frigorífico BPU en Durazno.

Se estira la definición

Por el tamaño del negocio y su impacto en el sector es necesario que se pronuncie la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia (CPDC), un órgano desconcentrado del Ministerio de Economía y Finanzas. Esta comisión resolvió el 19 de febrero que el proceso de análisis de la solicitud de concentración económica pase a Fase II.

Esto implica que ambas empresas aporten información más detallada, así como habilitar a cualquier “tercero interesado” a “formular las alegaciones que consideren del caso, sobre los posibles cambios o impactos en las condiciones de competencia en los mercados que entiendan puedan estar afectados”.

Hasta el 14 de marzo se puede presentar consideraciones por escrito en forma presencial en las oficinas de la comisión, que tiene 60 días (prorrogables) para estudiarlas.

Varias organizaciones que se pronunciaron en contra del negocio ya presentaron documentos a la comisión en ocasión de haber sido convocados a expresar sus posturas ante sus miembros.

A nivel político hay expectativa de que la resolución sea tomada lo antes posible para que no se convierta en un tema de debate preelectoral, aunque la mayoría de los precandidatos se ha expresado en contra de la operación.

No solo Uruguay tomó el camino largo en el análisis de este negocio, sino también Brasil, donde el Consejo Administrativo de Defensa Económica (CADE) tiene un plazo de 240 días contados desde el 22 de enero para tomar una resolución y 15 días para eventuales cuestionamientos.

Esto podría llevar la decisión hasta fines de setiembre, cuando la expectativa de Minerva era tener completada la adquisición de 16 plantas de Marfrig en Brasil, Uruguay, Argentina y Chile para el segundo trimestre de 2024.

De aprobarse la compra Minerva pasaría de cuatro a siete frigoríficos en Uruguay y de faenar 3.700 cabezas por día saltaría a 5.750, el 13,2% del total de su capacidad mundial en vacunos.

La empresa de capitales brasileños y saudíes pasaría a tener el equivalente a 43% de la faena, que en 2023 hubiera sido un millón de cabezas.

Pero la capacidad es mayor: en 2021, año récord para la industria frigorífica, esas mismas siete plantas faenaron 1.186.524 vacunos.

En cualquier caso pasaría a manejar –y ponerle precio– al equivalente a la producción ganadera de siete millones de hectáreas, según expuso Joaquín Martinicorena, delegado de la Federación Rural en la junta directiva del Instituto Nacional de Carnes (INAC).

La Federación Rural presentó un informe técnico ante la CPDC que concluye que si se concreta la venta “va a ser muy difícil sostener las condiciones de libre competencia del mercado”.

Este es el principal riesgo que advierten los productores.

La Asociación Rural del Uruguay (ARU) se opone al negocio.

El presidente de la ARU, Patricio Cortabarría, afirmó que dejaría a Minerva “en una posición dominante del mercado que puede repercutir en una bajada de precios del ganado y una menor rentabilidad económica para las empresas agropecuarias y los productores rurales del Uruguay”.

Corrales de engorde de la empresa Marfrig en Uruguay.

Una situación incómoda

El presidente de INAC, Conrado Ferber, se opuso a la concentración frigorífica desde el principio. “Es una situación muy incómoda, a pesar de que el grupo Minerva está gerenciado de forma ordenada. Entendemos que las leyes que están vigentes deberían limitar esta fusión”, fueron sus primeras declaraciones tras el anuncio en agosto de 2023. “No hay un abuso de posición dominante, pero estamos generando las condiciones para que eso pueda ocurrir”, advirtió el titular del INAC.

El presidente de la Cámara de la Industria Frigorífica (CIF), Daniel Belerati, dijo que la institución a la que representa debe “permanecer callada” y permitir que los sectores técnicos actúen “con la mayor objetividad y determinen si es una operación razonable y justificada”.

“La Cámara no tiene la función de decir si está bien o está mal”, dijo Belerati en Tiempo de Cambio de Radio Rural.

Martinicorena sostiene que un riesgo de dominar cerca del 45% de las compras de ganado es la posibilidad de un descalce financiero –como sucedió con los frigoríficos Rondatel y Lorsinal el año pasado- que comprometa los pagos por la hacienda. Con esa dimensión, indicó el delegado de la FR en INAC, “en 45% tendría US$ 150 millones de capital de trabajo de los productores, que es un riesgo”.

Además, la estrategia de comoditización regional de los productos que Minerva lleva adelante “va en contra del camino al que ha apostado el Uruguay de priorizar la marca país, la calidad y el origen natural de nuestras carnes”.

Blasina y Asociados

La Asociación de Consignatarios de Ganado (ACG) también presentó un informe técnico ante la CPDC. Además del riesgo que advierten en la posibilidad de que una empresa maneje los precios de la hacienda, la estrategia de compras de Minerva choca con los intereses de los consignatarios.

A fines de año ejecutivos brasileños de Minerva Foods fueron explícitos en que el objetivo es ampliar las “compras directas” de ganado en Uruguay con una “reducción de la participación” de los intermediarios en las adquisiciones de hacienda. O sea, saltearse a los consignatarios y las comisiones de 2,5% que estos cobran. Algo que ya generó encontronazos, como un “apagón de precios” de ACG en octubre como forma de demostrar el peso de la gremial.

Tanto ACG como la ARU han hecho campañas publicitarias en medios con mensajes contra la operación entre las firmas brasileñas.

También la Unión de Vendedores de Carne (UVC) se expresó en contra, en forma conjunta con Un Solo Uruguay y la Liga de Defensa del Consumidor. Los carniceros sostienen que la “la concentración” reduce la oferta, la competencia y la cristalinidad en la cadena. Como ejemplo, Hebert Falero, presidente de la UVC, afirmó que el frigorífico BPU ofrecía entre 25 y 30 cortes distintos a las carnicerías y desde que lo gestiona Minerva esa oferta se redujo a “cinco o seis”.

Por su parte, los trabajadores de la industria frigorífica nucleados en FOICA plantearon a la CPDC que las garantías laborales no están contempladas en el análisis de la compra de los frigoríficos de Marfrig por parte de Minerva, que pasaría a tener un total de 4.000 trabajadores.

Al sindicato le preocupan los manejos de los recursos humanos como herramienta de presión y regulan la operativa con seguros rotativos que son un perjuicio para los trabajadores y para el Estado, afirman desde el gremio.

En la interna sindical hay distintas posturas respecto a la operación, por lo que FOICA no se ha pronunciado a favor ni en contra.

La mirada política

A nivel político los principales candidatos presidenciales del oficialismo y la oposición se han pronunciado en contra de la concentración de frigoríficos: Álvaro Delgado, del Partido Nacional; Carolina Cosse y Yamandú Orsi, precandidatos del Frente Amplio.

Con este panorama, parece que la operación Minerva-Marfrig no tuviera opiniones favorables en Uruguay. Entre los pocos defensores está el productor y fundador de Conexión Ganadera y carnes Stradivarius, Pablo Carrasco.

Entre sus argumentos a favor de la adquisición señala la libertad del mercado para intercambiar la propiedad privada, la certeza de que no es necesario transferir la titularidad de las acciones para que Marfrig y Minerva “hicieran lo que quisieran con el precio del ganado si hubiera sido posible” y la imagen que dejaría Uruguay como destino de inversiones por sus certezas jurídicas en caso de prohibir una adquisición “por las dudas”.

El debate continuará por unos dos a tres meses más cuando se conozca el fallo de la comisión de Defensa de la competencia. Y probablemente siga bastante después de ese momento decisivo para el futuro de la industria frigorífica.

Carlos Pazos Frigorífico Florida.

Extranjeros: más de la mitad de la faena

En los últimos años la faena en Uruguay ha estado concentrada en un 55% a 60% en frigoríficos de capitales extranjeros y entre 40% y 45% en plantas propiedad de capitales nacionales.

El año pasado, entre los siete frigoríficos de bandera brasileña, propiedad de Marfrig y Minerva, sumaron 46,5% del total de vacunados industrializados.

A eso se le suma el 6,5% del frigorífico BPU, propiedad de la japonesa NH Foods hasta que en setiembre pasó a ser gestionado por Minerva; un 4% de San Jacinto, operado por el grupo argentino Pérez Companc hasta diciembre, cuando fue vendido a los mismos dueños de Frigorífico Pando; y un 1% entre las plantas del grupo chino Sundiro –que operó parcialmente en 2023– y del reabierto frigorífico Florida por el grupo argentino Lequio.

En total, durante 2023 un 58% de la faena vacuna se realizó en frigoríficos de capitales extranjeros.

Novillada pronta para remitir a faena.

Temas:

Agroindustria cárnica frigoríficos ganadería Marfrig Uruguay Grupo Minerva Foods Marfrig Global Foods Member

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