El tono hace la canción. O sea, tan importante es lo que se dice como la manera en la que se dice. Este concepto que manejan en el entorno de Pedro Bordaberry para anunciar que el líder colorado marcará lo bueno y lo malo del gobierno de Yamandú Orsi, tratando de que la fiereza de las palabras no arrase con el fondo de los asuntos, tal vez sirva para medir cómo será la oposición al recién asumido gobierno de la izquierda.
Y, acaso, las diferencias en el grado de oposición de cada partido pase en buena medida por allí, por el tono más que por los contenidos.
Por lo pronto, Orsi le tendió la mano a sus adversarios en el discurso de asunción del 1 de marzo. Entre otras cosas, recordó el rol del colorado Alejandro Atchugarry durante la crisis de 2002, dijo que no llega al gobierno “con la lógica de imponer” y que se rebela “contra el supuesto país de las dos mitades donde la mitad que gana recurre al ordeno y mando y la otra mitad debe estar poco menos que condenada a obedecer bajo protesta” y aseguró que “no comienza un tiempo de refundación sino de nuevas propuestas y de construcción permanente”.
Hay que ver si la oposición le acepta la mano o, si por el contrario, incluso terminan agarrándole el codo. Por más que el presidente quiera, algunos temas que deberá abordar durante su mandato se prestarán para choques más o menos violentos con la oposición. Ya se vio que la paz entre unos y otros soportó poco más de tres días tras el cambio de mando.
Esto ocurrió luego de que el canciller Mario Lubetkin anunció que el nuevo gobierno cambiaría la postura de la administración de Luis Lacalle Pou sobre la situación interna de Venezuela. En lugar de reconocer a Edmundo González como ganador de las pasadas elecciones en el país caribeño por considerar que los comicios fueron fraudulentos, el canciller anunció que no aceptará a ninguna de las partes como legítimos gobernantes.
La decisión provocó inmediatas y virulentas críticas. “Implica un retroceso grave para la democracia, para la imagen y el posicionamiento internacional del Uruguay”, consideró el blanco Álvaro Delgado.”El peor comienzo internacional. El discurso, por un lado, las decisiones por otro. Retroceso democrático", apuntó el también nacionalista Javier García.
“Rompe la vista la contradicción. Todos estamos de acuerdo en que Maduro es un dictador y no ganó. Mirar para el costado es muy irresponsable”, señaló por su parte el colorado Andrés Ojeda. El Cabildo Abierto de Guido Manini Ríos llamará al canciller al Parlamento para que dé explicaciones sobre lo hecho.
En el Partido Colorado, Bordaberry ha dicho que le tenderá la mano cuantas veces sea necesario al gobierno de Orsi y, de hecho, apenas el FA ganó las elecciones, el senador se reunió con el presidente electo, lo que provocó las críticas de sus correligionarios por cortarse solo. En el Partido Colorado, Bordaberry ha dicho que le tenderá la mano cuantas veces sea necesario al gobierno de Orsi y, de hecho, apenas el FA ganó las elecciones, el senador se reunió con el presidente electo, lo que provocó las críticas de sus correligionarios por cortarse solo.
En este asunto, la oposición entera estuvo de acuerdo pero eso no significa que esa coincidencia vuelva a suceder. En reuniones informales, los blancos buscan que el partido tenga una posición monolítica ante el gobierno del FA. Es posible que eso suceda cuando los diversos asuntos sean tratados en el Senado y haya que votar los proyectos emanados del Poder Ejecutivo. Pero difícilmente puedan afiatar el coro para que todas las voces sean parecidas. No es igual el talante expuesto por el ex candidato a la presidencia Álvaro Delgado (Aire Fresco) que el exhibido por otros sectores blancos como ser el Espacio 40.
Además del acento moderado que mostró Delgado durante toda la campaña electoral, la misma noche en que perdió contra Orsi el dirigente blanco le tendió la mano al presidente electo. “(Wilson) Ferreira dijo que iba a votar todo aquello que fuera necesario y en lo que estuviéramos de acuerdo. Y sepan que también vamos a votar aquellas cosas que no vayan contra nuestros principios principales y con la que no estemos tan de acuerdo, pero que son necesarias para que el país avance. Orsi tiene la llave, si necesita una mano le damos las dos”, dijo Delgado en aquella noche de noviembre.
En cambio, el Espacio 40 que integran, entre otros, los senadores Javier García y Sebastián Da Silva, suele ser más agresivo con sus adversarios del Frente Amplio. “(La derrota demuestra que al FA) se le gana por la derecha”, declaró Da Silva a Montevideo Portal
Al igual que Da Silva, algunos dirigentes blancos consideran que durante la campaña electoral la oposición debió haberse parado más firme, profundizando las diferencias que existen entre la izquierda y la coalición multicolor.
En el Partido Colorado el ya mencionado Bordaberry ha dicho que le tenderá la mano cuantas veces sea necesario al gobierno de Orsi y, de hecho, apenas el FA ganó las elecciones, el senador se reunió con el presidente electo, lo que provocó las críticas de sus correligionarios por cortarse solo.
En tanto, el otro líder colorado, el senador Andrés Ojeda ha mostrado un perfil más duro durante la campaña electoral y es de esperar que eso no cambie demasiado.
En tanto, una fuente cercana al expresidente Julio Sanguinetti dijo a El Observador que no es tiempo de golpear duro al gobierno y que “el sentido común” indica que se debe “dejar correr el tiempo” para ver qué tono se utiliza ante la gestión de Orsi.
La opinión que prima en una buena porción del Partido Colorado es que será difícil coordinar la oposición al FA. “¿Vamos a oponernos a todo?, ¿vamos a aceptar todo? No podemos reunirnos cada vez que el gobierno presente una propuesta”, dijo a El Observador un importante dirigente de esa colectividad.
“¿Qué sentido tiene hacer coalición de oposición?”, se había preguntado el líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos.
Por su lado, si el Frente Amplio pretende que la oposición sea amable, no puede ofrecer flancos como el abierto en los últimos días cuando el prosecretario de la Presidencia, Jorge Díaz, dijo que la administración de Lacalle Pou le había entregado una Ferrari fundida mientras que el propio ministro de Economía, Gabriel Oddone, habló de una “economía sólida”.
En definitiva, de las señales que surjan de ambas partes, dependerá si la relación será más o menos civilizada o si viviremos cinco años a los gritos.