En tiempos donde las peleas entre los políticos y los llamados a convertir al adversario en un enemigo son el duro pan del día anterior con el que se alimentan los medios de comunicación y las redes sociales, el presidente Luis Lacalle Pou demostró una vez más por qué es el jefe del Partido Nacional y que no hay quien lo cubra con la mínima sombra dentro de lo que será la principal fuerza opositora al futuro gobierno del Frente Amplio.
Para empezar, y con muy pocas palabras que cualquier entendedor más o menos avispado debe haber entendido, Lacalle Pou le desactivó cualquier posibilidad de éxito a quienes en la coalición republicana y sus alrededores propugnan terminar con la “tibieza” en el combate contra la izquierda y proponen recostarse contra el extremo derecho del sistema político.
"Ahora si opinás lo del medio sos tibio. Y hasta me está gustando que me digan tibio, porque creo que hoy el coraje está en el centro, no en los extremos", dijo el líder nacionalista el miércoles de la pasada semana en una jornada de exportadores.
Y para aquellos que cuando escuchan la palabra izquierda sacan el revólver, habló sobre su encuentro con el presidente colombiano Gustavo Petro. “Recién vengo de estar con el presidente de Colombia y me dijo: ‘capaz que usted puede darme una mano con esto’. Y le dije: ‘cuente conmigo’. En todo lo que sea unión y acuerdo yo estoy. Desunión y desacuerdo no cuenten conmigo para nada”, dijo el mandatario.
El viernes durante la Cumbre del Mercosur en la que invitó a Orsi a sentarse a su diestra, Lacalle volvió a hablar de diálogo. "Estoy convencido de que las sociedades crecen cuando el ser humano evoluciona y los países crecen cuando los gobiernos mejoran. Yo no sé si lo va a poder hacer el futuro presidente Yamandú Orsi. Desde mi partido político, desde mi coalición, desde pensamientos divergentes, diferencias y matices lo único que puedo querer para mi país desde este ámbito como en lo nacional es que al presidente Orsi le vaya mucho mejor de lo que nos fue a nosotros", dijo Lacalle Pou.
cumbre mercosur, Luis Lacalle Pou
Foto: Leonardo Carreño
En ese camino del medio, Lacalle se ha encontrado con algunas piedras. Por ejemplo, el senador electo Sebastián Da Silva (lista 40) es uno de los que propugna una política de choque contra los adversarios del Frente Amplio. “(La derrota demuestra que al FA) se le gana por derecha”, declaró a Montevideo Portal. En tanto, la inefable Graciela Bianchi sigue echando leña al fuego y luego de que le fuera rapiñado el celular en la puerta de su casa estableció que el hecho tenía “motivaciones políticas”. “Es parte del modus operandi de los regímenes fascistas y comunistas”, alertó.
Desde el Partido Colorado también pugnan por elevar el hervor del agua. A través de un tuit, el senador electo Gustavo Zubía, quien forma parte del sector que apoya a Andrés Ojeda, llamó a calentar el ambiente. “La temperatura es una variable entre las opciones extremas de frío y calor. Para cocinar la pasta se recomienda elevarla hacia la variable calor… La variable tibia no funciona. Hay que escuchar a los comensales cuando piden…buena temperatura para la pasta”, escribió en un mensaje menos críptico que evidente.
Las redes sociales han sido también escenario de la pugna entre los proclamados duros y los aparentemente blandos. Las redes sociales han sido también escenario de la pugna entre los proclamados duros y los aparentemente blandos.
Pero la “tibieza” de Lacalle Pou también tiene respaldos. Quien fuera candidato presidencial en el pasado balotaje en nombre del bloque oficialista, Álvaro Delgado, ha sido un perpetuo predicador del diálogo.
“Wilson (Ferreira) dijo que iba a votar todo aquello que fuera necesario y en lo que estuviéramos de acuerdo. Y sepan que también vamos a votar aquellas cosas que no vayan contra nuestros principios principales y con las que no estemos tan de acuerdo, pero que sean necesarias para que el país avance. Orsi tiene la llave, si necesita una mano le damos las dos”, dijo Delgado frente a los alicaídos militantes de la coalición la noche en la que perdió contra el Frente Amplio.
Las redes sociales han sido también escenario de esa pugna entre los proclamados duros y los aparentemente blandos. El militante argentino de ultraderecha y presidente de la Fundación Faro, Agustín Laje, escribió en su tuiter acerca del resultado de la elección en este lado del Plata: “Uruguay es la confirmación de que el proyecto de centroderecha cobarde está totalmente agotado. La izquierda se siente cómoda con un rival tan asustadizo y políticamente correcto. Las contradicciones ideológicas son totales. Ningún lugar para los eunucos políticos”.
A las diatribas de Laje les respondió el diputado electo por el Partido Independiente, Gerardo Sotelo. “Este tuit de Agustín Laje me hizo recordar a una serie de terror de los años ’60 en la que una mujer levantaba un muro en su casa para encerrar a su esposa. El giro de la trama mostraba cómo era ella quien estaba, en realidad, quedando aislada. Esta mezcla de clarividencia, testosterona, insultos, desprecio por el prójimo e idolatría del ombligo, no es nueva, no es liberal ni puede terminar bien”, escribió Sotelo.
Frente a esa dimensión desconocida que proponen los augures del desprecio y de los muros imaginarios, Lacalle Pou aparece como una figura fundamental para tirar paredes y espantar los malos presagios.