Voto por quien me asegure que, sin importar el color político o el tironeo partidario, hará todo lo posible por lograr que ciertos acuerdos esenciales se logren, para que Uruguay finalmente empiece a destrancar sus candados. ¿Quién se anima a hacer esta promesa?
Está terminando una campaña facilista, plagada de contradicciones internas y externas a cada bando, de exageraciones cruzadas sobre el contrincante y de demasiadas acciones superficiales que no le hincaron el diente a los verdaderos desafíos que enfrenta este país. Pronto sabremos quién será el nuevo presidente uruguayo y, sea quien sea, en esta columna recordaré las situaciones que deben encararse sin más demora -vienen demoradas desde hace demasiado tiempo- para dar un buen salto hacia un futuro más próspero para todos los uruguayos.
Infancia. Los dos candidatos firmaron un compromiso, hace pocos días, que incluye siete medidas, la primera de las cuales es “priorizar programática y presupuestalmente a la primera infancia dentro de las políticas sociales contenidas en cada uno de los programas de gobierno, asegurando la coordinación de todos los organismos implicados”. Esto que suena muy leguleyo, es una decisión concreta y que personalmente asumo como promesa de campaña de Delgado y Orsi, a la hora de por fin privilegiar a los niños uruguayos por encima de otros grupos etarios. En Uruguay, más del 25% de los niños viven en situación de pobreza, según un informe de Unicef de 2024, que analiza la inversión en infancia en países de altos ingresos, incluido Uruguay. El 20% de los niños menores de 6 años son pobres, un porcentaje que duplica el porcentaje de pobreza en el total de la población (10,1%), según la última Encuesta Continua de Hogares. Si no invertimos en la infancia, y sobre todo en los niños más pobres, sentamos las bases para que todo lo que se viene salga mal, incluyendo la inseguridad y el futuro laboral.
Educación. Muy relacionado con el anterior punto está la educación considerada en un aspecto muy específico: las escuelas de tiempo completo o de horario extendido. Si queremos criar niños educados, que puedan decirle que no a las drogas -como potenciales consumidores y como potenciales narcotraficantes- necesitamos que se desarrollen en un ambiente controlado y pensado para hacer crecer sus intelectos. Mientras que eso no se pueda hacer en muchos hogares, como queda claro en las cifras de pobreza infantil, es necesario que el Estado se encargue. En el debate de hace una semana ambos candidatos hablaron sobre este tema, que es mucho más específico y abarcable que las mega reformas de la educación de las que siempre se habla y que casi nunca se sabe muy bien que implican. Orsi propone duplicar las escuelas de tiempo completo de horario extendido para llegar a 100.000 escolares. Delgado propuso lo mismo y dijo que estaba bueno coincidir. Ahora necesitamos planes y presupuesto para saber cuánto cuesta pasar de 50.000 a 100.00 niños en escuelas en las que pueden estar más tiempo y aprender más y mejor. Hay poco más de 280.000 uruguayos que van a la escuela primaria. No es tan complejo calcular cuánto cuesta, decidir políticamente de dónde sale ese dinero y hacerlo. Si no apostamos a estas edades y a su formación, el resto de la pirámide del futuro se desploma, y eso incluye desde la inseguridad hasta la seguridad social.
Salud mental. El tema, acuciante desde hace demasiado tiempo en un país con récord de suicidios, apareció fuerte en ambas campañas y fue protagonista también en el debate. Fue uno de los puntos que mencionó Yamandú Orsi en su lista de propuestas para la salud, y fue mencionado por Alvaro Delgado cuando dijo que prevé generar 18 centros en todo el país para jóvenes, además de resaltar lo que hizo este gobierno. La cara mas dolorosa de los problemas de salud mental tal vez sea el suicidio, pero el fenómeno tiene muchas caras. Comprende desde adicciones hasta personas en situación de calle, con un enorme rango de problemas psicológicos y psiquiátricos que buena parte de los uruguayos arrastran como pueden. Aunque no faltan ni psiquiatras ni psicólogos, el sistema de salud no terminó de encontrarle la vuelta y demasiadas personas quedan sin atención o con atención insuficiente. La ley de Salud Mental aprobada en 2017 define los derechos y las formas, pero falta presupuesto para aplicarla a conciencia. ¿Podrá llegar el sistema político a un acuerdo para que los uruguayos tenga una atención completa y a tiempo?
Seguridad. Todo lo anterior es el caldo de cultivo para que la famosa seguridad/inseguridad sea hoy una de las principales preocupaciones de los uruguayos y, una de las principales “armas” que esgrimen cada bando para intentar opacar al contrario. No podremos soñar un país seguro si nuestros niños crecen en la pobreza y con escasa educación, porque el narcotráfico y las mafias locales florecen en los ambientes donde la necesidad y el desconsuelo abunda. Claro que Uruguay necesita mecanismos específicos de represión dirigidos a combatir las estrategias cada vez más sofisticadas de los narcos. Deberá llevarlos adelante, de alguna manera, al mismo tiempo que soluciona todo el resto de los semilleros de delincuentes y adictos. Por fin en esta campaña ambos candidatos hablaron sobre cárceles y procesos de recuperación y reinserción de los presos en la sociedad. Las 15.000 personas que están hoy en día en cárceles uruguayas alguna vez saldrán y, de acuerdo a los datos oficiales, un enorme porcentaje volverá a delinquir. Lo que es peor, muchos aprenderán a ser mejores delincuentes o se sumarán a una red narco, en la propia cárcel
La economía, la apertura al mundo, la productividad, el medio ambiente, el trabajo y tantos otros temas son los que acaparan la atención en la mayoría de las campañas, y tiene lógica. Todos queremos vivir mejor, pero no lo lograremos si antes no intentamos solucionar estos problemas. Gane quien gane, tanto el nuevo presidente como a quien le toque hacer oposición, son responsables de llegar a acuerdos que permitan comenzar a encararlos de verdad.