De nada le sirvió a Luis Alberto Lacalle Herrera apelar a la necesidad de lograr un “equilibrio” entre poderes cuando tuvo que enfrentarse a José Mujica en el balotaje de 2009. El candidato frenteamplista había obtenido la mayoría en ambas cámaras parlamentarias y ganó la segunda vuelta con facilidad con un 54,6% contra 43,7% de Lacalle.
Nunca sabremos cuanto influyó en los votantes la idea de que al postulante blanco le resultaría imposible gobernar con el Parlamento en contra, o si Mujica ganó gracias a la gestión de su predecesor Tabaré Vázquez o a la errática campaña de su rival nacionalista.
En este noviembre los votantes se encuentran en una disyuntiva muy distinta aunque con algunos ribetes parecidos. Con un 43,9% de los votos, el Frente Amplio se quedó en octubre con la mayoría del Senado y, aunque no lo logró en Diputados, desde la izquierda, con menor o mayor énfasis, señalan que a Álvaro Delgado no le será fácil gobernar si gana el balotaje.
“Si no nos toca ganar, nosotros vamos a actuar responsablemente (…) pero no vamos a aprobar cualquier cosa. Tendrán que acordar con nosotros (…). No van a encontrar en el Frente Amplio un partido que bloquee absolutamente todo porque no lo hemos hecho nunca”, dijo el presidente del FA Fernando Pereira a En Perspectiva.
En todo caso, los uruguayos no eligieron dividir el dominio entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo con el fin de obligar al diálogo o para forzar algún equilibrio. En todo caso, los uruguayos no eligieron dividir el dominio entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo con el fin de obligar al diálogo o para forzar algún equilibrio.
El politólogo Óscar Botinelli fue más tajante en declaraciones a Universal. “En el debate que habrá (antes del balotaje), ¿cómo hace Delgado para explicar que va a gobernar sin el Frente Amplio, si no tiene la posibilidad de aprobar absolutamente nada en el Senado? Por ejemplo, no puede designar a los directores de los entes autónomos si el Frente Amplio no le dice que sí a los nombres que propone. En caso de ser oposición, la capacidad de bloqueo del Frente Amplio es total”, sostuvo.
Su colega Daniel Chasquetti advirtió que “el FA puede acorralar a Delgado en el senado si el Partido Nacional gana el balotaje”.
20241028 Yamandú Orsi se reunió con Pereira y Carolina Cosse en la sede del Frente Amplio.
Foto: Inés Guimaraens
Ante estas acechanzas, a Delgado se le presenta el desafío de convencer a la gente de que le será posible gobernar aunque en el Senado se encuentre con la muralla frenteamplista.
Hacer pero también evitar. Esa parece ser la consigna de Delgado. Una de sus argumentos pasa por el arma del veto presidencial, que le da al Poder Ejecutivo la posibilidad de “trancar” alguna ley que el Poder Legislativo apruebe sin la anuencia o acuerdo del Presidente. Además, Delgado podrá “estirar las reglamentaciones de leyes ya existentes y mediante decretos regular allí donde necesite nueva normativa”, dijeron desde el entorno del candidato.
Ante estas acechanzas, a Delgado se le presenta el desafío de convencer a la gente de que le será posible gobernar aunque en el Senado se encuentre con la muralla frenteamplista. Ante estas acechanzas, a Delgado se le presenta el desafío de convencer a la gente de que le será posible gobernar aunque en el Senado se encuentre con la muralla frenteamplista.
En ese caso no podrá ir contra el texto de las leyes y cuando deba chocar con alguna ley “inconsulta”, podrá vetar. El veto, por tanto, sería la contracara del “trancazo” de una eventual oposición frenteamplista, el arma para repeler las leyes incómodas.
La futura realidad parlamentaria ya prefigurada tras la primera vuelta de noviembre, muestra un escenario particularmente desafiante para Delgado quien, al igual que le sucedería a Orsi, para aprobar alguna norma en la Cámara de Diputados necesitará algún voto del bloque contrario o deberá negociar con Gustavo Salle o con su hija, Nicole Salle, electos por el partido Identidad Soberana.
El senador electo Pedro Bordaberry dice que no hay ningún problema en la necesidad de negociar las mayorías parlamentarias que, sostuvo, están “sobrevaloradas” debido a que el Frente Amplio gozó de ellas durante 15 años.
“Es una gran oportunidad para la democracia uruguaya porque obligan a un gobierno a ser mejor. Todos somos capos con mayoría parlamentaria; a los ministros no les exigís, se descansan y, entonces, ahí empiezan los problemas. (…) No sé cuál es el drama de que no haya mayoría parlamentaria”, dijo el dirigente colorado en el programa Arriba Gente.
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En todo caso, los uruguayos no eligieron dividir el dominio entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo con el fin de obligar al diálogo o para forzar algún equilibrio.
Así surgió de la lotería parlamentaria que por un puñado de votos casi le otorga al excéntrico antivacunas Salle un lugar en el Senado, lo que hubiera representado un escollo inesperado tanto para oficialistas como para opositores.
El director de la empresa Equipos Ignacio Zuasnábar dijo en Santo y Seña que confía en la madurez del sistema político para que no se produzca un desgobierno por falta de acuerdos.
A su vez, el politólogo Eduardo Botinelli dijo en el mismo programa que aquella oposición que se dedique a trabar la gestión del bloque ganador corre el riesgo de pagar un costo político que se reflejará en las elecciones de 2029.
Pero, aunque pocos auguran que desde el Parlamento construyan un cerco que limite al presidente hasta la asfixia, para gobernar con cierto aire quien asuma el 1° de marzo deberá golpear puertas ajenas y nadie asegura que alguien las abra.