Con Yamandú Orsi a la cabeza, la izquierda vuelve al poder, tras cinco años de alternancia con la apuesta a seguir en el rumbo de la modernización del Estado, lograr un mayor crecimiento económico para atender las demandas sociales y buscar controlar el narcotráfico. En esto podríamos resumir los principales desafíos del gobierno que arranca tras la retirada de Lacalle Pou por la puerta grande, ya que se va como el líder indiscutido de su partido (y de la coalición) y con una aprobación de más del 50%.
Políticamente Orsi aparece como un posible sucesor de José Mujica, que a sus 90 años enfrenta un cáncer, en una izquierda que precisa renovar sus liderazgos.
Ungido por el propio Mujica y por Lucía Topolansky, Orsi sabía que este era su momento. Asentó su candidatura en sus características personales de tipo bonachón, conciliador, de brazos abiertos hacia todas las tiendas políticas, evitó a toda costa la confrontación y el discurso de barricada. También se aferró a su imagen de moderado y se definió como pragmático. Se esforzó por no moverse de ahí y la jugada le salió bien.
Dejó a otros hacer lo que no se le da tan bien, o lo que no sabe hacer. De ahí la elección de estos dos hombres fuertes, en lo político y en lo técnico para que lo ayuden a gobernar.
Con ambos se relacionó hasta ahora de diferente manera y en ese vínculo estarán marcados los roles de cada uno.
En el caso de Sánchez se han complementado y fue el propio Pepe, conocedor de lo que cada uno tenía para aportar quien los unió, como cuenta esta excelente nota escrita por Ramiro Pisabarro y Tomer Urwicz.
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Yamandú Orsi se reunió con su Consejo de Ministros
X: @pachasanchez
Sánchez, que también disputa el liderazgo del MPP y tiene proyección política, no ha dudado en lanzarse con un discurso combativo cuando lo ha considerado necesario para representar el pensamiento emepepista. Lo hizo recientemente cuando salió a debatir con el futuro ministro de Economía, Gabriel Oddone por la desindexación de salarios, o cuando en campaña habló de “nacionalizar” las AFAP.
“Generalmente yo quedo más en un rol de representar la síntesis del MPP. Más allá de que uno le ponga cierta impronta, eso lleva a que en general las posiciones suyas son un poco más amplias y las mías un poco más cerradas, porque tratan de representar al conjunto del sector”, decía Sánchez en esta nota de Martin Tocar, sobre los sucesores de liderazgo del MPP.
El propio Orsi decía en esa nota que el rol de intendente que desempeñó diez años en Canelones lo ha mantenido lejos del fragor parlamentario. En cambio, aprendió que “un silencio logra mucha cosa”.
También Sánchez destaca por su capacidad de diálogo y señala que es la nueva forma de hacer política del MPP con lo que ha demostrando que “es una fuerza política seria, fue un puntal en los 15 años de gobierno. No solo en el respaldo electoral al programa de izquierda, sino en la sensatez a la hora de gobernar”.
En ese sentido, en las figuras elegidas para gobernar junto con Orsi, se puede decir que existe un continuismo con el rol que les dio Lacalle Pou al secretario y prosecretario de Presidencia y que implicó un cambio en la estructura del Poder Ejecutivo en relación a lo que habían sido los gobiernos del FA e incluso los anteriores colorados y blanco. Así fue que Álvaro Delgado en el rol de secretario de la Presidencia pasó a ser una especie de portavoz político, alguien que está por debajo del presidente de la República y por encima de los ministros de Estado.
A su vez, si seguimos en el ámbito de las comparaciones se dará ahora un paso más en cuánto a la figura del prosecretario. Ya que mientras el elegido por Lacalle, Rodrigo Ferrés, actual secretario, mantuvo un perfil bajo y sólo salió públicamente frente a determinados temas, el exfiscal de Corte y exjuez, desempeñará un importante rol en la Presidencia con un alto perfil.
Como te contaba en esta columna anterior centrada en la figura de Díaz, será el jugador técnico, el conocedor de las leyes que mirará lo que el presidente tendrá que firmar, el que supervisará la redacción de normas, pero sobre todo será el estratega, y como a él le gusta llamarse, “el ajedrecista” que moverá y coordinará las piezas para lograr una coordinación desde Presidencia de la gestión de seguridad y de Justicia.
20250205 Yamandú Orsi se reúne con el PIT-CNT, gobierno de transición.
Foto: Inés Guimaraens
En el caso de Díaz, el relacionamiento con Orsi es relativamente nuevo. Si bien se conocían de nombre, al dejar la Fiscalía de Corte, Díaz quiso acercarse a la política y fue un amigo personal del exjuez y asesor de Orsi quien los acercó. Hernán Merlino, futuro subdirector de la Agencia de Monitoreo y Evaluación de Políticas Públicas, los presentó en algún asado.
Desde ese momento se fue consolidando el vínculo hasta que Díaz se transformó en el asesor en temas jurídicios y judiciales de Orsi. Sobre todo después de que encabezó la defensa penal en la denuncia falsa pergeñada por Romina Celeste Papasso con la colaboración de Paula Díaz.
Díaz dirigió una investigación paralela a la judicial que iba camino a demostrar lo que luego la propia Paula Díaz admitió frente a las cámaras de Santo y Seña y terminó con ambas mujeres trans condenadas.
Ya desde antes de eso Orsi le venía diciendo al exfiscal de Corte que lo quería tener cerca en caso de resultar electo presidente, y una vez electo luego del balotaje no dudó en ofrecerle la prosecretaría de la Presidencia.
En cuanto a la tarea que desarrollarán desde la Torre Ejecutiva, el propio Sánchez lo explicaba en una entrevista con Búsqueda. “La Presidencia tiene que ser vista y funcionar como un eje transversal de las distintas políticas. Para resolver el problema de la seguridad, precisás tener una muy buena coordinación entre Aduanas, DGI, la Senaclaft, el Ministerio del Interior, entre otros organismos, y eso también tiene un impacto con los niveles de convivencia, por lo tanto, también hay que trabajar con el resto de los ministerios. La Presidencia lo que busca es tener una transversalidad de un conjunto de ejes de políticas que son importantes… pero después las políticas las van a llevar adelante los ministerios”.
También destacaba la importancia que tendrá el Consejo de Ministros, considerado por ellos como “un equipo de trabajo de gobierno”. Por eso anunciaba un funcionamiento mucho más cotidiano del Consejo de Ministros, marcando una diferencia con el gobierno de Lacalle Pou que fue más presidencialista y que convocó a pocos Consejo de Ministros en los cinco años.
Yendo a roles específicos, Sánchez será el articulador e interlocutor entre Ejecutivo y el Parlamento, -que no contará con mayoría parlamentaria oficialista en Diputados- y por eso jugará un rol de articulador con los partidos de la oposición. También dialogará con el Frente Amplio, un relacionamiento que en el último gobierno de Tabaré Vázquez tuvo momentos álgidos.
Además, en este tiempo de transición en que trabajaron codo a codo con Jorge Díez lograron construir equipo en el edificio Plaza Alemania -“nos complementamos muy bien y logramos jugar de taquito”, ha comentado Díaz a sus allegados-.
En el caso de Díaz, además de ser el hombre de las leyes, será el que coordinará la defensa del Estado uruguayo frente a los varios juicios internacionales que enfrenta, y volverá a ocupar el cargo del presidente de la Junta Nacional de Drogas (JND) como en su momento ocupó el prosecretario Jorge Vázquez, hermano del presidente Tabaré, desde donde tendrá la coordinación en el marco de una Política de Estado, de las acciones relativas a la prevención del consumo problemático de drogas, tratamiento de las adicciones pero también de la represión del tráfico de drogas, el ataque al lavado de activos. Ese rol que fue dejado de lado en la administración Lacalle, volverá con fuerza ahora.
Tendrá a su cargo también toda la coordinación de la lucha contra el narcotráfico y la seguridad. Todavía resta definirse qué forma le darán. Si sesionarán como un gabinete sectorial, en el que serán convocados los ministros implicados en la tarea (Interior, Defensa, Economía) o si se instrumentará el Sistema Integral de Lucha Contra el Crimen Organizado y el Narcotráfico (Silccon), que se había anunciado cuando se presentaron las “Prioridades para gobernar” en Colonia.
Ese grupo estará integrado por la Secretaría Nacional para la Lucha contra el Lavado de Activos y el Financiamiento del Terrorismo (Senaclaft), la Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF) del Banco Central, la Junta de Transparencia y Etica Pública (JUTEP), la Auditoría General de la Nación (AGN), la Dirección General Impositiva (DGI), la Dirección Nacional de Aduanas, el Banco de Previsión Social (BPS), el Ministerio del Interior (MI) y la Fiscalía General de la Nación (FGN).
En cuánto a leyes prioritarias, Sánchez mencionó la ley del Presupuesto nacional, dónde se prevé que se incluya la creación del Ministerio de Justicia que es una promesa electoral que tiene además consenso de los otros partidos políticos, y donde Díaz también tendrá incidencia en el armado, aunque va de suyo que la negociación política la encabezará el secretario de la Presidencia.
Díaz, que es fanático del ajedrez, definió el rol que ocuparán Sánchez y él como el de “dos alfiles” del mandatario. A los alfiles y al rey les llegó la hora de cumplir.